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FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo - Página 2 Primer15
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Finalizado FanFic Brittana: El affaire López 1 "Desnuda" (Adaptada) Cap8

Mensaje por 23l1 Sáb Oct 18, 2014 7:57 pm

Capitulo 8

La doctora Roswell siempre escribe en un cuaderno durante nuestras sesiones. Eso me parece de la vieja escuela, pero al fin y al cabo esto es Inglaterra y su consulta está en un edificio que ya existía cuando Thomas Jefferson escribió la Declaración de Independencia en Filadelfia. También utiliza una pluma estilográfica, lo que me flipa totalmente.

Observé cómo su preciosa pluma de color turquesa y dorado iba formando palabras en su cuaderno mientras me escuchaba hablar sobre Santana. La doctora Roswell sabe escuchar. De hecho, eso es prácticamente lo único que hace. No sé cómo serían nuestras sesiones si ella no pudiera escuchar todo lo que le cuento.

Sentada detrás de su elegante despacho de estilo francés, era la viva imagen de la profesionalidad y del genuino interés. Diría que rondaba los cincuenta y pocos años y tenía un cutis precioso y un pelo blanco que no le hacían ni un ápice mayor. Siempre llevaba joyas muy características y una ropa bohemia que le hacía parecer una persona culta y cercana.

Fue mi padre quien me ayudó a encontrarla cuando me mudé a Londres. La doctora Roswell estaba en la lista de mis necesidades junto con la comida, ropa y cobijo.

—Entonces ¿por qué crees que reaccionaste de esa manera y te fuiste de casa de Santana en mitad de la noche?

—Tenía miedo de que me viera así.

—Pero lo hizo—escribió algo en el cuaderno—Y por lo que me has contado, quería consolarte y que te quedaras con ella.

—Lo sé, y eso me asustó. El hecho de que quisiera que le contara por qué tengo esas pesadillas… —y este era mi mayor problema. La doctora Roswell y yo lo hemos hablado miles de veces. ¿Qué pensaría cualquier persona de mí una vez que lo supiera?—Me preguntó si quería hablar del tema.
Le dije que no.

Ella es tan…, tan… intensa; sé que será cuestión de días hasta que vuelva a presionarme con el tema.

—Las relaciones son así, Brittany. Compartes tus sentimientos con la otra persona y le ayudas a que te conozca mejor, incluso las partes más delicadas.

—Pero Santana no es así. Ella exige todo el tiempo. Quiere…, lo quiere todo de mí.

—¿Y cómo te hace sentir cuando te exige cosas o cuando quiere que te entregues totalmente?

—Me aterra qué será de mí, de Brittany—respiré hondo y dije lo que pensaba—Pero cuando estoy con ella, cuando me toca o cuando tenemos relaciones íntimas…, me siento tan segura y arropada, como si con ella no me fuera a pasar nada malo. Por la razón que sea, confío en ella, doctora Roswell.

—¿Crees que el motivo por el que han vuelto las pesadillas es porque has empezado a tener relaciones sexuales con Santana?

—Sí—mi voz salió de manera temblorosa, y odiaba ese sonido.

—Brittany, eso es muy normal para las personas que han sufrido abusos. Una mujer es más vulnerable durante el acto sexual en sí mismo. La mujer acepta al hombre dentro de su cuerpo. Él es más fuerte y normalmente más dominante. Una mujer tiene que confiar en su pareja o me temo que si no solo una minúscula parte de nosotras tendría relaciones sexuales. Súmale a eso tu historia y el resultado es una mezcla explosiva en tu subconsciente.

—¿Incluso aunque no lo recuerde?

—Tu mente lo recuerda, Brittany. Tus miedos están ahí—anotó algo de inmediato—¿Te gustaría probar a tomarte una pastilla para dormir? Podemos ver si eso pone fin a los terrores nocturnos.

—¿Funcionará.

Eso por supuesto que atrajo mi atención. La sugerencia de algo tan simple como una pastilla me hizo reír con nerviosismo. La idea de poder estar tranquila con Santana toda la noche… o que ella pudiera estarlo conmigo me daba esperanzas.

Eso sí Santana seguía queriendo dormir conmigo. Le recordé saliendo de mi apartamento anoche después del sexo salvaje contra la pared y lo poco que me gustó que se fuera.

Mis emociones estaban hechas un lío. Una parte de mí la deseaba y la otra le temía. La verdad es que no tenía ni idea de lo que sería de nosotras. Ella te hizo decirle que eras suya.

La doctora Roswell me sonrió.

—No lo sabremos hasta que lo intentemos, querida. El primer paso es la valentía, y la pastilla es una mera herramienta para ayudarte a dar un paso más hasta que encuentres tu camino. Las soluciones no tienen que ser complicadas todas las veces—alargó la mano y cogió su recetario.

—Muchísimas gracias—me empezó a vibrar el móvil en el bolso. Lo miré y vi que tenía un mensaje de Santana.

—Santana está aquí. En la recepción. Quedamos en que vendría a buscarme para ir a cenar. Dijo que quería hablar de… nosotras.

—Siempre es bueno que dos personas hablen de su relación. Toda la honestidad y confianza que deposites en ella ahora hará que sea mucho más fácil solucionar vuestras diferencias en el futuro—me dio la receta—Me encantaría conocerla, Brittany.

—¿Ahora?—sentí cosquillas en el estómago.

—¿Por qué no? Te acompaño fuera y me presentas a tu Santana. Me ayuda muchísimo poner cara a los nombres que se mencionan en nuestras sesiones.

—Ah…, vale —dije al tiempo que me levantaba de su cómoda silla de cretona de flores—, pero en realidad no es mi Santana, doctora Roswell.

—Ya lo veremos —dijo mientras me daba una palmadita en el hombro.

Se me hizo un nudo en la garganta cuando la vi mirando la decoración de la pared mientras me esperaba. La manera en la que estaba de pie me recordó a cuando estaba viendo mi retrato en la exposición de Blaine y lo quiso.

Lo quiso tanto que lo compró.

Santana se giró cuando entramos en la recepción. Sus ojos marrones iluminaban su cara, que se transformó en una dulce sonrisa mientras se acercaba a mí.

Una ráfaga de alivio me atravesó el cuerpo. Santana parecía muy contenta de verme.

—Santana, te presento a mi psiquiatra, la doctora Roswell. Ella es Santana López, mi…

—La novia de Brittany —me volvió a interrumpir una vez más.

Santana le estrechó la mano a la doctora y seguro que le lanzó una sonrisa que la derritió literalmente. Mientras se intercambiaban unas educadas palabras eché un vistazo fugaz a la doctora para ver cómo reaccionaba ante sus encantos y tengo que admitir que era gratificante ver que la belleza femenina de Santana dejaba absortas a las mujeres y hombres de todas las edades. También me acordaría de comentárselo en alguna sesión futura.

Entonces, doctora Roswell, ¿crees que Santana es terriblemente sexy?

—¿Novia? —le pregunté mientras me dirigía a su coche y me cogía la mano con firmeza.

—Solo trato de ser positiva, Britt—me sonrió y llevó nuestras manos entrelazadas a sus labios para besar la mía antes de que me metiera en el Range Rover.

—Ya veo —le dije—¿Adónde me llevas y por qué estás tan sonriente?

Se inclinó sobre mi asiento y pegó su boca a mis labios, pero sin tocar mi cuerpo.

—Siempre «estoy tan sonriente», tal y como dices, cuando consigo lo que quiero—me besó con recato y se echó hacia atrás.

—¿Desde cuándo no consigues lo que quieres? Eres la persona más insistente que he conocido en mi vida—atenué el sarcasmo con una pequeña sonrisa.

—Cuidadito, Britt. No te haces una idea de todas las cosas que me muero por hacerte—sus ojos se pusieron serios.

Dejé que esa amenaza sensual pendiera entre nosotras y traté de respirar con normalidad.

—Me asustas un poco cuando dices cosas como esas, San.

—Lo sé—tiró de mi barbilla hasta su boca con la yema de un dedo y me volvió a besar. Esta vez me mordió el labio inferior y jugueteó con él—Por eso nos lo estamos tomando con calma. Lo último que quiero es asustarte—sus ojos se movieron rápidamente de un lado a otro, tratando de leerme el pensamiento, y sus labios estaban muy cerca de los míos pero sin llegar a tocarlos—¿Te das cuenta de que esta es la primera vez que no he tenido que obligar a salir conmigo?—me dio un último beso antes de volver a su sitio, meter la llave y arrancar—Y debe de ser ese, señorita Pierce, el motivo por el que estoy tan sonriente—sus ojos marrones ahora hacían chiribitas.

—Muy bien, señorita López, me parece justo—me ayudó a abrocharme el cinturón de seguridad y salimos del aparcamiento.

Me eché hacia atrás en el suave asiento de cuero e inhalé su aroma, dándole vía libre para que me llevara a cualquier sitio y confiando de momento en que todo estaba bien.

—La doctora Roswell parece muy competente —dijo Santana de manera casual mientras me rellenaba la copa de vino—¿Cuánto tiempo hace que eres su paciente?

La miré a los ojos y me sujeté.

Aquí venía la pregunta, ¿ahora cómo vas a lidiar con ello? Tuve que decirme a mí misma: «relájate».

—Casi cuatro años. Desde que me mudé aquí.

—¿Has ido a verla hoy por lo que está pasando conmigo?

—¿Te refieres a lo de irme a casa con una completa desconocida y a lo de dejar que me folle cada vez que quedamos? Sí, eso tiene que ver—le di otro trago al vino.

Apretó la mandíbula pero su expresión no cambió cuando me hizo la siguiente pregunta:

—¿Y lo de irte en mitad de la noche también tiene que ver? —bajé la cabeza y asentí. Era lo mejor que podía hacer—¿Qué es lo que te ha hecho tanto daño, Britt?—me hizo la pregunta con tanta suavidad que durante un segundo consideré la opción de contárselo, pero no estaba ni de lejos preparada.

Dejé el tenedor en el plato y supe que iba a ser incapaz de comerme mis fetuccini con gambas. El tema de mi pasado mezclado con la comida no era una buena combinación.

—Algo malo —dije, levantando de nuevo la mirada.

—Imagino. Te vi la cara cuando te despertaste en mitad de tu pesadilla—miró mi plato de pasta, que había retirado a un lado, y luego hacia mí—Siento lo de la otra noche. No te escuché—me cogió la mano y la acarició con el pulgar—Solo quiero que sepas que puedes confiar en mí. Espero que sepas que puedes hacerlo. Quiero estar contigo, Brittany.

—Quieres que tengamos una relación, ¿no?—miré fijamente a su pulgar acariciándome los nudillos—Le dijiste a la doctora Roswell que eras mi novia.

—Se lo dije, sí. Y te quiero a ti, Brittany. Claro que quiero una relación—su voz se hizo más firme—Mírame.

Levanté los ojos inmediatamente y su belleza era enorme contra el mar de manteles blancos de las mesas que tenía detrás.

—¿A pesar de ser como soy, San?

—Para mí eres perfecta tal y como eres.

Aparté la mano de su alcance. Tuve que tirar un poco para que me soltara.

Muy típico de Santana querer todo a su manera, pero al menos me dejó que pusiera su mano boca arriba para agarrarla. Recorrí su línea de la vida y su línea del corazón y me pregunté si al menos una de mis líneas tendría salvación.

—No, Santana. Las palabras «perfecta» y «soy» no van en la misma frase conmigo —le dije bajito a su mano.

—Sí, y el orden correcta sería «soy» y luego «perfecta» —replicó de manera ingeniosa—Y no estoy para nada de acuerdo contigo, mi linda chica americana de acento sexy.

Volví a mirarla a los ojos.

—Eres tan controladora…, pero lo eres de una manera que me hace sentir, por muy extraño que parezca…, a salvo.

—También lo sé. Y eso hace que me pongas a mil, joder. Y por eso deberías confiar en mí y dejar que te cuide. Sé lo que necesitas, Britt, y puedo dártelo. Solo quiero saber, necesito saber, que quieres. Que quieres estar conmigo.

El camarero se acercó a nuestra mesa.

—¿Han terminado, señoritas? —preguntó.

Santana parecía molesta cuando le dije al camarero que se podía llevar mi plato y le pedí un café.

—No has comido casi nada esta noche—me di cuenta de que no estaba nada contenta.

—He comido suficiente. No tengo mucha hambre—le di un trago al vino—Entonces quieres que sea tu novia, que te deje controlarlo todo y que confíe en que no me vas a hacer daño. ¿Es eso lo que quieres en realidad, Santana?

—Sí, Brittany, eso es exactamente lo que quiero.

—Pero hay muchas cosas de mí que no conoces. Y cosas que yo no sé de ti.

—Cuando estés preparada las compartirás conmigo y yo estaré aquí para escucharte. Quiero saberlo todo de ti, y si tú quieres saber algo de mí solo tienes que preguntar.

—¿Y qué pasa si no quiero que controles ciertas cosas, Santana, o si no soy capaz?

—Entonces me lo dices. Estamos llegando a un acuerdo y las dos tenemos que respetar nuestros límites.

—Vale.

Inclinó la cabeza y habló con suavidad.

—Muero por estar contigo ahora mismo. Quiero llevarte a mi casa, meterte en mi cama y pasar horas y horas con tu cuerpo entrelazado al mío haciendo lo que me plazca con él. Quiero que estés ahí por la mañana para que cuando nos despertemos pueda hacer que te corras mientras pronuncias mi nombre. Quiero que vayamos juntas al supermercado y compremos la comida que vamos a cocinar para la cena. Quiero que veamos algún programa basura en la televisión y que te quedes dormida sobre mí en el sofá para poder verte y oírte respirar.
—Oh, San…

En ese mismo momento llegó mi café y me entraron ganas de darle una cachetada al camarero por interrumpir su precioso discurso.

Me entretuve preparando mi café con azúcar y leche. Le di un sorbo y traté de que me salieran las palabras. Para ser sincera ya me tenía atrapada. Había caído en sus redes. Quería todas esas cosas con Santana, simplemente no estaba segura de sí podría soportarlo.

—¿Es demasiado? ¿Te estoy echando para atrás?

Negué con la cabeza.

—No. De hecho suena genial. Y deberías saber que es algo que no he tenido nunca. Nunca he tenido una relación así, San.

Ella sonrió y me di cuenta que se le formaban uno tiernos y lindos hoyuelos.

—No me importa, Britt. Quiero ser tu primera vez—levantó una ceja con una mirada llena de insinuaciones sexuales que me hicieron querer volver a casa con ella y empezar con nuestro acuerdo—Pero quiero que te lo pienses esta noche y que me digas lo que has decidido. Y tienes que saber que soy muy posesiva con las cosas que son mías.

—¿En serio, Santana?—el sarcasmo invadió mis palabras—Nunca lo habría imaginado después de la noche de ayer en mi piso.

—Lo cierto es que podría darte un azote en ese impresionante culo que tienes ahora mismo por esa actitud, señorita—me guiñó el ojo—Pero no puedo evitarlo. Eso es lo que siento por ti, Brittany. En mi cabeza eres mía y ha sido así desde que te conocí—suspiró al otro lado de la mesa—Por lo que esta vez me voy a contener y te voy a llevar a tu piso y voy a darte un beso de buenas noches en el portal, y esperaré a que me digas lo contrario—le hizo un gesto al camarero para que le trajera la cuenta—¿Lista para irte?

Me reí con la imagen que de repente apareció en mi cabeza.

—¿Te estás riendo de mí, señorita Pierce? Por favor, cuéntame qué es tan gracioso.

—Te estoy imaginando queriendo azotarme, señorita López, y sin embargo jugando a hacer la dama comedida y dándome un beso de buenas noches en mi portal.

Soltó un gemido y movió las piernas; no había duda de que se estaba dando cuenta que se estaba mojando.

—Vas a presenciar un milagro si soy capaz de conducir hasta tu calle.

Santana mantuvo su palabra. Se despidió de mí en el portal. Por supuesto que se tomó ciertas libertades con las manos, pero se despidió de mí tal y como me había prometido después de muchos besos apasionados.

Me preparé para meterme en la cama después de una ducha de agua caliente y me puse mi camiseta más cómoda para dormir. Tenía a Jimi Hendrix estampado en la parte delantera, la imagen en la que está en un jardín sentado a una mesa lista para el té y que se considera la última foto que le sacaron en su vida. Me encantaba ese tipo de cosas y me encantaba Jimi, por lo que le había dado muy buen uso a esa camiseta.

Llegué a la conclusión de que era hora de investigar un poco sobre mi novia, así que encendí el portátil justo en medio de mi cama y metí en Google el nombre que había leído en su carné de conducir cuando me lo enseñó: Santana Marie López.

Lo cierto es que no aparecieron millones de entradas. Aparecía en Wikipedia y había varios enlaces a la web de Seguridad López. Sin embargo, Wikipedia me sorprendió. Santana sobre todo era conocida por ser una celebridad jugando al póquer en partidas de grandes apuestas. Había ganado un torneo mundial en Las Vegas hacía seis años a la impresionante edad de veintiséis años.

Había ganado mucho dinero.

El dinero suficiente para empezar un negocio. Y teniendo en cuenta sus antecedentes militares en las Fuerzas Especiales, enseguida encontró su hueco. Por lo tanto, eso hacía que ahora tuviera treinta y dos años. Hice cuentas. Casi ocho años mayor que yo.

Las imágenes de Google mostraban algunas fotos de ella, sobre todo de su gran victoria al póquer. Tenía que preguntarle a mi padre si había oído alguna vez algo de Santana. A él le encantaban los torneos de póquer y todavía jugaba a veces.

Seguí mirando más páginas con imágenes y me detuve cuando encontré una de ella. Era una foto con el primer ministro y la Reina. Joder…

¿El primer ministro italiano y el presidente de Francia? Sentí un cosquilleo por la espalda. ¿Era Santana como James Bond o algo parecido? ¿De qué tipo de seguridad se encargaba, maldita sea? Si esta era la gente a la que protegía, entonces su clientela era muy importante.

Estaba alucinada.

Me anoté mentalmente que la próxima vez que viera al padre de Kitty le preguntaría si había escuchado algo sobre Santana. Era policía en Londres y si alguien podía saber algo ese era Rob Wilde.

No había visto ni una solo foto de Santana en ningún evento social con una mujer y me pregunté si tendría poder como para deshacerse de esas imágenes. Imposible que viviera en celibato teniendo en cuenta que desprendía sexo por cada poro de su piel. Y si decía la verdad sobre lo de que no llevaba chicas a su casa, entonces ¿dónde se acostaba con ellas?

Argh, mejor ni pensarlo.

Apagué el ordenador y la luz y me metí en la cama. Saqué su corbata morada de debajo de la almohada y me la llevé a la nariz. Su reconfortante aroma me invadió al instante. Ahora me sentía incluso más pequeña dadas las circunstancias. Y me pregunté por qué una mujer como ella se habría fijado en mí.

¿Solo por mi retrato en la exposición de la galería? La idea no parecía muy creíble.

Traté de vencer mis miedos y pensar en lo que me había propuesto esa noche. Y recordé lo bien que me sentía con ella y cómo hacía que mi cuerpo ardiese de placer durante el sexo. No me tenía que preocupar de nada raro o turbio con Santana. Era, ante todo, terriblemente sincera. Era controladora, eso seguro. Pero me gustaba. Me había quitado presión en un aspecto de mi vida en el que tenía escasa seguridad en mí misma.

Quería estar con ella, pero, sinceramente, dudaba de que ella quisiera estar conmigo cuando conociera toda mi historia.
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Finalizado FanFic Brittana: El Affaire López 1 "Desnuda" (Adaptada) Cap9

Mensaje por 23l1 Sáb Oct 18, 2014 8:00 pm

Capitulo 9

El puente de Waterloo me puso los pies en la tierra a la mañana siguiente.

En casa me recibió el olor celestial del café que había preparado mi compañera de piso. Me encontré con Kitty media hora después cuando salía por la puerta para ir a clase.

—¿Vas a ir a la exposición de Mallerton el día 10?—me preguntó.

—Quiero ir. Ahora estoy restaurando uno de sus cuadros, llamado Lady Percival. Esperaba descubrir algo más sobre su procedencia. Ha sufrido daños debido al calor y se ha derretido el barniz sobre el título del libro que tiene en la mano. Mataría por saber qué libro es. Es como un secreto que necesito descubrir.

—¡Bien!—dio palmas y un saltito—Es la exposición por el aniversario de su nacimiento.

Hice como que contaba con los dedos.

—Vamos a ver, ¿sir Tristan cumpliría doscientos veintiocho años?

—Doscientos veintisiete para ser exactos—Kitty estaba sumida en su tesis sobre el pintor romántico Tristan Mallerton, así que cuando había algo que tenía que ver con él era la primera en la cola para comprar entradas.

—Bueno, solo me he pasado un año. No está tan mal.

Sonrió ampliamente mostrando sus perfectos dientes blancos y sus finos labios, que me hicieron preguntarme por qué no era ella la modelo. El rubio de su pelo combinado con su piel blanca le daba un toque lindo. Los hombres y mujeres caían a sus pies, pero ella no quería saber nada de ellos.

Como yo, pensé.

Hasta que apareció Santana y alteró mi cómoda existencia.

—Vamos a planearlo para ir juntas y que sea una noche especial. Eso sí, quiero un vestido nuevo. ¿Quieres organizar también un día de compras?

Kitty sonaba y parecía estar demasiado emocionada como para decirle que no.

—Suena estupendo, Kitty. Necesito algunas distracciones en mi repentinamente complicada vida—ladeé la cabeza y articulé con los labios la palabra «San».

Mi amiga me miró de arriba abajo y cruzó los brazos.

—¿Qué pasa con ustedes dos?

—Ella quiere una relación seria. Una de verdad en la que durmamos juntas y hagamos la cena y veamos la tele.

—Y un montón de sexo orgásmico y apasionado —añadió Kitty, y luego me tendió los brazos—Ven aquí. Parece que necesitas un abrazo.

La abracé y me aferré a mi amiga.

—Tengo miedo, Kitty—le susurré al oído.

—Lo sé, cariño. Pero te he visto con ella. He visto cómo te mira. Puede que esta sea la persona definitiva. No lo sabrás si no lo intentas—me tocó la cara—Me alegro por ti, y creo que vas a tener que darle un voto de confianza. Hasta ahora la señorita López está en mi lista buena. Si eso cambia y te hace daño o como te toque un mínimo pelo de tu inocente cabeza, entonces las tetas de esa guaperas se van a transformar en un juego de Klik-Klaks. Y, por favor, díselo de mi parte.

—¡Dios, cómo te quiero, amiga!—me reí y me fui a clase, pensando cómo darle la noticia a Santana.

Tres horas más tarde me mandó un mensaje:

Santana López: <—echa de menos a Britt. ¿Cuándo te veré?

Sonreí al leer las palabras. Me echaba de menos y no le asustaba reconocerlo. Debo admitir que el enfoque directo de Santana hacía maravillas para calmar mis nervios y temores por tener una relación con ella.

Me armé de valor y contesté.

Brittany Pierce: <—está :) Muy pronto si no estás demasiado ocupada. ¿Puedo ir a tu oficina?
Mi teléfono se iluminó casi de inmediato con un enfático SÍ junto con instrucciones de adónde ir, qué ascensor coger, planes para invitarme a almorzar…, el típico Modus Operandi de mi Santana.  

Eso también me hizo sonreír.

¿He dicho mi Santana? Y tanto que sí, pensé mientras me metía en la estación del metro y comenzaba a bajar las escaleras.

Quería pasar por una farmacia de camino para comprar la medicina de la receta que me había dado la doctora Roswell, así que me bajé del metro dos estaciones después. Salí a la calle, entré en una tienda Boots y entregué la receta. Cogí una cesta de la compra y eché un vistazo alrededor mientras esperaba a que el farmacéutico la buscase.

Se me ocurrió una idea y decidí llevarla a cabo, así que empecé a coger artículos de las estanterías y a dejarlos caer en mi cesta.

En la cola para pagar me fijé en una tipa alta que estaba esperando detrás de mí con una triste botella de agua en la mano. Bueno, también me fijé en su tatuaje. Tenía una auténtica preciosidad en la cara interna del antebrazo: un dibujo perfecto de la firma de Jimi Hendrix, con el gran remolino de la J tan nítido como si lo hubiese garabateado el propio Jimi.

—Bonito tatuaje —le dije, y me di cuenta de lo linda que era. Por lo menos 1,65, pura fibra, con el pelo rubio  y una cara que irradiaba confianza en sí misma; con ese tipa no había lugar a dudas de que era mejor no meterse.

—Gracias—sus ojos verdes se relajaron solo un poco y me preguntó—¿Eres fan?

Su acento británico me calmaba por alguna razón y una vez más no correspondía para nada con su apariencia física.

—Muy fan —contesté con una sonrisa antes de volver al metro.

Me enchufé el iPod en el vagón. Por qué no escuchar algo de Jimi Hendrix y pensar en qué decirle a Santana cuando la viera.

Seguridad López estaba en Bishopsgate, en el centro del casco antiguo de Londres, con todos los demás rascacielos modernos.

Lo cierto es que esto no me pilló por sorpresa mientras intentaba imaginarme a Santana detrás de un escritorio, con un traje de chaqueta ajustado, sexy y su delicioso olor. Salí del metro en la estación de Liverpool Street y empecé a subir las escaleras hacia la acera.

Me tropecé con un escalón y me agarré a la barandilla. Salvé las rodillas pero se me cayó la bolsa de la compra y se desparramó todo su contenido. Solté una palabrota entre dientes mientras me giraba para agacharme a recogerlo todo y, de repente, me topé con la misma tipa que había visto en la cola de Boots con el tatuaje de Jimi Hendrix.

Me ayudó eficientemente con mis cosas y me pasó la bolsa.

—Mira por dónde pisas —dijo bajito, y continuó subiendo las escaleras.

—Gracias —le grité a su espalda mientras se alejaba. Apenas había llegado a la acera cuando mi teléfono empezó a sonar.

Santana López: <— Está preocupada. ¿Dónde Estás?

Brittany Pierce: <— Está llegando. ¡¡¡Paciencia!!!!

En el listado del panel del vestíbulo, Seguridad Internacional López aparecía comprendido entre los pisos cuarenta y cuarenta y cuatro, pero Santana me había dicho que la buscara en este último.

Me dirigí al mostrador de seguridad y di mi nombre. El guarda sonrió ligeramente y me dio un bolígrafo para que firmara.

—La señorita López la está esperando, señorita Pierce. Si pasa por aquí le haré una acreditación para que pueda entrar directamente en futuras visitas.

—Oh…, está bien—dejé que el hombre hiciera su trabajo y en cuestión de minutos estaba deslizándome hacia el piso cuarenta y cuatro con mi propia tarjeta de identificación de Seguridad López.

Mi corazón se fue acelerando un poco más a medida que me acercaba a mi destino. Tragué saliva unas cuantas veces y me arreglé la chaqueta negra de cuero. La falda negra y las botas rojas a juego no eran de estar por casa ni por asomo, pero tampoco iba vestida como para ir a las oficinas de una empresa. De repente me sentí cohibida y supliqué porque la gente no se quedara mirándome.

Eso lo odio.

Con el bolso en el hombro y mi bolsa de Boots en la mano, salí del ascensor y entré en un espacio muy elegante e ingeniosamente diseñado. Había fotografías en blanco y negro de maravillas arquitectónicas de todo el mundo enmarcadas en las paredes, grandes ventanales de cristal que daban a la ciudad y una castaña, bajita, guapa y de piel morena detrás del mostrador.

—Brittany Pierce, he venido a ver a la señorita López.

Me miró de arriba abajo antes de levantarse del mostrador.

—Oh, la está esperando, señorita Pierce. La llevaré hasta su despacho—sonrió mientras me sujetaba la puerta—Espero que le guste la comida china.

La seguí e ignoré el comentario, pero no porque no quisiera contestar, sino porque todo el mundo nos estaba mirando. Cada cabeza de cada puesto de trabajo se giró en nuestra dirección y se quedó observando.

Quería que me tragara la tierra.

Pero no sin antes matar a Santana.

¿Qué demonios había hecho? ¿Anunciar con un correo electrónico masivo que su novia iba a pasarse a hacer que se corriera en su despacho?

Noté cómo se me encendía la cara mientras seguía a la linda recepcionista, que de hecho llevaba un anillo de compromiso en la mano izquierda. Probablemente solo me di cuenta de ese detalle porque me negaba a levantar la mirada y ver todas esas caras.

—Guau, menudo comité de bienvenida —dije entre dientes.

—No te preocupes, solo tienen curiosidad por ver con quién está la jefa, eso es todo. Soy Rachel, por cierto.

—Brittany—respondí.

Se detuvo y dio un golpecito en unas magníficas puertas dobles de ébano antes de entrar.

—Y esta es Frances, la ayudante de la señorita López. Frances, la señorita Pierce ha llegado.

—Gracias, Rach—Frances sonrió y se dirigió a mí—Señorita Pierce, es un placer conocerla—extendió la mano y me dio un apretón firme.

Me pregunté si estaba mal el hecho de que me gustara que la secretaria de Santana fuera con toda probabilidad mayor que mi madre y fan de los trajes de poliéster.

Mi inseguridad descendió unos cuantos puntos mientras le devolvía la sonrisa a Frances. Aun así, se la veía amable y al mando de sus aposentos cuando me señaló otro par de puertas

—Por favor, pasa, querida. Te estaba esperando.

Abrí la puerta, que parecía pesada pero que sin embargo era tan ligera que podría haberla empujado con el meñique, y hui hacia el despacho de Santana. Cerré y me desplomé contra la puerta, buscándole con los ojos cerrados hasta que la encontré con el olfato.

—Así es. Sigue con eso. Sí. Quiero informes cada hora cuando estés en el terreno. Protocolo…

Estaba al teléfono con alguien. Abrí los ojos y la miré mientras seguía apoyada contra la puerta de su despacho.

Tan segura de sí misma y tan guapa con su traje ajustado, gris de raya diplomática.

¡Y, quién lo iba a decir, otra corbata morada! Esta era tan oscura que rozaba el negro, pero qué bien le quedaba. Terminó de hablar por teléfono y me miró. Sentí el clic de la puerta contra la espalda.

Sonrió con una ceja levantada.

La miré enfurecida.

—¡Toda esa gente mirándome, Santana! ¿Qué has hecho? ¿Le has mandado un correo electrónico a toda la puta oficina?

—Ven aquí y siéntate en mi regazo—se echó hacia atrás en el sillón pegado a su gran escritorio y me dejó sitio.

Sin reaccionar en absoluto a mi acusación. Esa hermosa boca solo me pidió tajante que fuese a ella de inmediato.
Pues lo hice.
Mis botas rojas fueron con paso firme hasta ella y me dejé caer tal como me ordenó. Me rodeó con sus brazos y me empujó contra su cuerpo para darme un beso.

Me puso considerablemente de buen humor.

—Puede que se me haya escapado unas cuantas veces que ibas a venir a verme—me subió la mano por el muslo debajo de la falda y noté el calor que emanaba su piel—No te enfades conmigo. Has tardado una eternidad en llegar y he tenido que estar saliendo a preguntarle a Rach si habías llegado.

—Santana, ¿qué estás haciendo?—murmuré contra sus labios mientras su mano seguía arrastrando sus largos dedos hacia su destino. Me abrió las piernas con determinación para poder seguir subiendo entre ellas hasta mi sexo.

—Solo toco lo que es mío, Britt—recorrió mis pliegues por encima de las bragas de encaje rojo que llevaba puestas y luego apartó el tejido a un lado.

Contraje los músculos por la expectación y jadeé más fuerte.

—¿Cuántas veces has salido a preguntar por mí?

—Solo unas cuantas…, cuatro o cinco—su dedo encontró mi clítoris y empezó a acariciarlo formando círculos sobre ese cúmulo de sensaciones que ahora estaba resbaladizo, y me hizo perder la coherencia como de costumbre.

—Esas son muchas veces, San… —apenas pude pronunciar las palabras, estaba totalmente capturada por el placer que procedía de sus mágicos dedos. Abrí las piernas un poco más y cabalgué en su mano—La puerta…

—Está cerrada, Britt. No pienses en nada más que en mí y en lo que te estoy haciendo—Santana me agarró fuerte con una mano y me tenía cautiva con la otra.

No podía hacer nada excepto concentrarme en el lugar al que me estaba llevando. Cambió al pulgar y apretó un poco más. Dos dedos entraron resbalándose en mí y comenzaron a acariciarme

—Joder, estás tan mojada…—arremetió con su boca contra la mía y también la reclamó.

Grité mientras me corría sobre el regazo de Santana, con sus dedos dentro de mi sexo y su lengua en mi boca, totalmente vencida y dominada.

Y muy satisfecha.

Me sujetó con firmeza como si temiera que fuera a intentar marcharme, pero no tenía por qué preocuparse.

Respiré profundamente y las sensaciones seguían filtrándose a través de mi torrente sanguíneo mientras intentaba procesar el efecto que esta mujer ejercía sobre mí.

Cerca de Santana no tenía ningún tipo de autocontrol.

Ninguno.

La miré en cuanto pude y me taladraron esos ojos suyos increíblemente oscuros.

—Debes de tener la mano mojada—dije sabiendo que lo que había dicho era verdad.

Estaba empapada.

Sonrió de manera traviesa y movió los dedos, aún dentro de mí.

—Me encanta dónde está exactamente mi mano ahora mismo. Aunque ojalá tuvieran en conjunto con esto—apretó sus caderas contra mi culo

—Pero… estamos en…, es tu despacho.

—Lo sé, pero esa puerta está cerrada con llave y nadie puede vernos aquí dentro. Tenemos intimidad total—me acarició el cuello con la nariz y susurró—Solo tú y yo.

Me moví para bajarme de encima de ella pero me sujetó con firmeza; un destello de disgusto pasó por sus ojos.

Lo intenté de nuevo y esta vez me soltó.

Me deslicé hasta el suelo de rodillas frente a su entrepierna y tenía casi todo mi cuerpo escondido detrás de su escritorio. Puse las manos encima de su sexo y presioné. Levanté la mirada hacia ella, vi el deseo en sus ojos y supe lo que tenía que hacer.

—San…, te quiero lamer…

—¡Sí!—no necesité más indicaciones.
Le desabroché el cinturón, le desabroche los pantalones y le bajé la cremallera y descubrí mi premio.

Dios, su sexo era precioso.

Santana gimió cuando pase mí mano y lamí su clítoris me encantaba el sabor salado de su carne. Me retiré y la miré un poco más. Esto había estado junto a  mí, unas cuantas veces, y nunca la había visto realmente bien.

Su sexo era lindo. La acaricié de arriba abajo y sonreí. Se estaba mordiendo el labio y mirándome como si fuera a explotar a la mínima.

—Eres perfecta—murmuré, y luego pase mi lengua por todo su sexo.

Santana se agarró a la silla y empujó sus caderas a mí boca. Me esforcé mucho, acariciándolo con la mano y lamiéndolo profundamente en la boca. Hice un movimiento rápido con la lengua sobre su clítoris y la escuché gemir. No aminoré el ritmo ni me detuve. Iba a llegar hasta la línea de meta y pensaba salirme con la mía.

Debió de leer mi lenguaje corporal porque sus manos se movieron hasta mi cabeza y me sujetó mientras se follaba mi boca. Y cuando su clítoris se tensó supe que estaba a punto, la agarré de las caderas con fuerza para que no pudiese apartarse.

—¡Oh, joder, me voy a correr!—se estremeció y derramó la cálida esencia en mí, sujetándome la cabeza con las dos manos mientras llegaba al orgasmo—Joder…, Britt—Jadeó con la respiración entrecortada.

Levanté la vista cuando lamí todo y me aleje. Tragué despacio y vi su labio inferior temblar mientras me miraba.

Me empujó hacia ella, hacia arriba desde el suelo, aún con las dos manos a ambos lados de mi cara, y me besó lenta y profundamente y de una manera tan dulce que me encantaba.

Me alegraba de haberle dado placer. Me hacía feliz hacerla feliz.

De nuevo en su regazo tras arreglarnos la ropa, nos pusimos cómodas y nos sentamos juntas en su silla. Me pasó los dedos por el pelo y me mordisqueó el cuello. Yo jugué con el alfiler de plata de su corbata, que parecía ser antiguo, y dejé que me abrazase un rato.

—Es precioso —le dije.

—Tú eres preciosa —susurró contra mi oreja.

—Me encanta tu oficina. Las fotografías de la recepción son increíbles.

—Me encanta que vengas a visitarme a la oficina.

—Ya lo veo, San. Eres bastante… hospitalaria—me reí tontamente.

Me hizo cosquillas y consiguió que me retorciera durante demasiado tiempo, en mi opinión. Le di un manotazo para que apartara las manos de mis costillas.

—¿Qué me has comprado? Espero que sean golosinas —dijo mientras alcanzaba la bolsa de Boots—Me gustan los caramelos Jolly Ranchers. Los de cereza son mis favoritos…

Le quité la bolsa antes de que pudiera mirar en su interior.

—¡Oye! ¿Acaso no te acuerdas que no se mira en la bolsa de una chica? Podrías encontrar algo ahí dentro que nos avergonzara a las dos. Eso lo sabes

Frunció los labios y suspiró.

—Supongo que estás en lo cierto—dijo dándome la razón demasiado rápido. Luego sonrió como un demonio y me arrancó la bolsa de las manos—Pero ¡quiero mirar de todas formas!

La mantuvo fuera de mi alcance y empezó a sacar artículos. Se quedó callada mientras extraía un cepillo de dientes morado y luego un tubo de pasta de dientes.

Los puso en su escritorio y volvió a meter la mano en la bolsa. Salió un cepillo del pelo, crema hidratante y el brillo de labios que utilizo siempre. Siguió sacando todo lo que había comprado en Boots. Mi marca de champú favorita, crema de depilar, e incluso un frasco pequeño de Dreaming de Tommy Hilfiger que remató los artículos de aseo. Lo puso todo en fila de forma muy ordenada y me miró muy quieta y muy seria

—Pero creía que no podías quedarte, Britt.

—Yo también—saqué lo último que quedaba en la bolsa. Mi medicina—Pero la doctora Roswell me ha dado esto, además de fuerza para hacerlo—le toqué el pelo y se lo arreglé—Son pastillas para ayudarme a dormir y que no me despierte como hice la última vez. Quiero decir, si soy tu novia entonces quiero… intentar quedarme a dormir contigo alguna…

Me cortó con un beso antes de que pudiese decir nada más.

—Oh, Britt-Britt, me has hecho tan feliz…—me dijo entre más besos—¿Esta noche? ¿Te quedarás esta noche? Por favor, di que sí—su expresión me transmitió todo lo que realmente necesitaba saber. Quería que me quedara, con los malditos problemas de las pesadillas y todo.

Bajé la mirada hasta el alfiler de su corbata otra vez y le susurré:

—Si tú estás dispuesta a intentarlo y yo también, entonces ¿cómo puedo decir que no?

—Mírame, Brittany.

Lo hice y observé su mandíbula apretada. Podía ver también un montón de emociones en ella. Ciertamente Santana nunca me escondía nada. Podría ser reservada en público, pero en privado, conmigo, iba con la verdad por delante. Lo que veías era lo que había. Me decía lo que quería de mí sin disculparse por lo directas que eran sus palabras.

—Quiero que lo veas en mis ojos cuando te digo que estoy más que dispuesta a intentarlo, y muy feliz de que tú también lo estés—me besó el pelo—Y quiero que elijas una palabra. Algo que puedas decirme si necesitas irte porque estás asustada o si hago algo que no quieres que suceda—acercó mi cara a la suya—Solo di esa palabra y pararé, o te llevaré a casa. Pero, por favor, no vuelvas a marcharte de esa manera nunca más.

—¿Como una palabra de seguridad? —pregunté.

Ella asintió con la cabeza.

—Sí. Exacto. Necesito que confíes en mí. Lo necesito, Britt-Britt. Pero también necesito confiar en ti. No puedo, no quiero sentirme como la otra vez. Cuando te fuiste por la noche…—tragó saliva. Vi cómo le temblaba la garganta y supe que eso era importante para ella—No quiero sentirme como me sentí cuando te fuiste.

—Siento haberme ido así. Estaba abrumada. Me abrumas, Sanny. Tienes que saberlo porque es la verdad.

Apretó los labios contra mi frente y habló.
—Vale, pero solo dime cuándo. Di tu palabra, la que sea, y me apartaré. Pero no vuelvas a dejarme así.

—Waterloo.

Me miró y sonrió.

—¿Waterloo es tu palabra de seguridad?

Asentí con la cabeza.

—Eso es—miré hacia la comida que estaba servida en la mesa para nuestro almuerzo e inhalé. Según había dicho Rachel, era comida china y mi olfato le dio la razón.

—¿Me vas a dar de comer o qué? Creía que el almuerzo estaba incluido en el trato—le di un ligero golpe entre sus pechos con el dedo—Una chica necesita algo más que un orgasmo, eso tú lo sabes, ¿verdad?

Santana echó la cabeza hacia atrás, se rio y me dio un azote en el trasero.

—Pues venga, va. Vamos a darte de comer, mi preciosa chica americana. Tenemos que mantenerte en plena forma. Tengo grandes planes para ti esta noche.

Me guiñó el ojo con picardía.

Supe que estaba perdida.
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Finalizado Re: FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo

Mensaje por Dolomiti Sáb Oct 18, 2014 10:16 pm

Vaya maratón!! FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo - Página 2 210293833 FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo - Página 2 2145353087 muchas gracias! Que se repita pronto no? FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo - Página 2 1163780127 saludines FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo - Página 2 1206646864
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Finalizado Re: FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo

Mensaje por monica.santander Dom Oct 19, 2014 11:44 am

Me encanto el maratón!!!!! espero que vengan muchos mas!
saludos
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Finalizado Re: FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo

Mensaje por 23l1 Dom Oct 19, 2014 6:04 pm

Dolomiti escribió:Vaya maratón!! FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo - Página 2 210293833 FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo - Página 2 2145353087 muchas gracias! Que se repita pronto no? FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo - Página 2 1163780127 saludines FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo - Página 2 1206646864

Hola, jajajajaja XD veremos veremos XD mientras se tengan caps adelantados sip xD jajajaaj. Saludos =D


monica.santander escribió:Me encanto el maratón!!!!! espero que vengan muchos mas!
saludos

Hola, ajjaajja mientras se tengan caps adelantados sip xD jaja. Saludos =D
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Finalizado FanFic Brittana: El Affaire López 1 "Desnuda" (Adaptada) Cap10

Mensaje por 23l1 Dom Oct 19, 2014 6:07 pm

Capitulo 10

Mi teléfono sonó mientras estaba preparando la bolsa para pasar la noche fuera.

Vi quién era y miré el reloj.

Santana me había dicho que estaría aquí a las siete para recogerme. Eran menos cuarto.

—¿Te estás arrepintiendo de invitarme a pasar la noche y vas a echarte atrás, Sanny?

Ella se rio.

—Para nada, y espero que tengas la bolsa preparada, Britt-Britt.

—Entonces ¿por qué no estás aquí para llevarme contigo?

—Sí, bueno, he tenido que mandar un coche a recogerte. Una emergencia relacionada con la empresa, una mierda. La chófer se llama Quinn y trabaja para mí. Te llevará a mi apartamento y quiero que te sientas como en casa hasta que yo llegue. ¿Harás eso por mí, Britt-Britt?

—Supongo—la mente me daba vueltas por las implicaciones de estar yo sola en su casa. No estaba realmente asustada, pero la idea tampoco me entusiasmaba—¿Estás segura, San? Quiero decir, podemos quedar otra noche si estás ocupada.

—Voy a acostarme contigo esta noche, Brittany. En mi cama. Fin de la discusión.

—Oh, vaya—le sonreí desde el otro lado del teléfono—.¿Puedo empezar a hacer la cena entonces? ¿Tienes comida en casa o le pido a tu chófer que pare en el supermercado?

—No hace falta que pare. Hay comida en la nevera e incluso algunas cosas en el congelador. Mi asistenta prepara comidas y las congela. Elige lo que quieras, disculpa un segundo—escuché voces disipadas y a Santana hablando con alguien—Me tengo que ir, Britt. Nos vemos en cuanto llegue.

Le dije adiós, pero ya había colgado. Me quedé mirando el teléfono un momento antes de dejarlo en su sitio, absorta entre tantas sensaciones extrañas, y volví a sentirme como Alicia en el País de las Maravillas. Mi vida parecía avanzar tambaleándose a toda velocidad y era incapaz de controlarla.
Había pasado de chica soltera a novia en poco más de una semana sin ningún indicio de que el ritmo fuese a disminuir.

En absoluto.

Mi teléfono volvió a iluminarse sin identificación de llamada en la pantalla.

—¿Hola? —contesté.

—Señora, me llamo Quinn Fabray. La señora López me dio instrucciones de recogerla. Hay un Range Rover negro esperándola abajo—el suave acento inglés formaba eficientemente las palabras.

Quinn. Recordé lo que Santana me había dicho sobre la chófer.

—Claro. Ahora mismo bajo—me colgué la bolsa al hombro y salí a la calle.

El coche que me esperaba parecía el Range Rover de Santana, pero paré en seco cuando me fijé en Quinn-la-chófer; alta (pero más bajita que yo), firme, rubia, pelo largo y los ojos verdes.

—¡Tú! —dije, completamente estupefacta. Era la tipa del tatuaje de Jimi Hendrix.

—Sí, señora—Me abrió la puerta trasera; su expresión no revelaba nada.

—¡Me has estado siguiendo hoy!—no era una pregunta y estoy segura de que Quinn se dio cuenta. Tiré mi bolsa al suelo, crucé los brazos por debajo del pecho y la reté con la mirada—Dame una buena razón por la que debería subir a ese coche contigo, Quinn.

Esta sonrió brevemente y bajó la mirada hasta mi bolsa en la acera.

—¿Porque trabajo para la señora López?

Le respondí a Quinn con mi gesto más inexpresivo.

Lo volvió a intentar

—¿Porque me pondrá de patitas en la calle si no la dejo en su apartamento tal como me ordenó?—volvió a mirarme, y sus ojos verdes irradiaban sinceridad—Me gusta mucho mi trabajo, señora.

Mi cabeza empezó a dar vueltas con más pensamientos incontrolados sobre lo que estaba haciendo, lo que tramaba Santana, sobre cuántas personas estaban involucradas en mis asuntos, y mi lista podría haber continuado sin parar.

Oh, Dios, ¡vaya que si necesitábamos hablar! Aun así, no era justo pagar mis frustraciones con Quinn, quien, por lo que parecía, solo estaba haciendo su trabajo.

—Está bien, Quinn—recogí mi bolsa y me metí en el asiento trasero—Pero solo si dejas de llamarme señora, ¿entendido? Me llamo Brittany, pero me puedes decir Britt. Y si la señora López no le gusta, puedes decirle de parte de esta yanqui informal que se vaya a la mierda. ¡Debería saber que las chicas americanas detestan que las llamen señora!

Quinn ladeó la cabeza hacia mí y sonrió al tiempo que cerraba la puerta.

Empezó a conducir mientras a mí me hervía la sangre en el asiento de atrás. El silencio me irritaba, así que me imaginé que sería mejor sacarlo todo a la luz.

—Entonces Santana te ha contratado para que me vigiles por todo Londres, ¿eh?

—Protección, señora…, digo…, Brittany…, digo…, Britt. No la estoy vigilando—contestó Quinn.

—¿Protección contra qué?—pregunté—¿También me sigues cuando salgo a correr por las mañanas?

Quinn me miró a través del espejo retrovisor.

—La ciudad puede ser un lugar peligroso—sus ojos volvieron a la carretera. Había empezado a llover y los limpiaparabrisas se movían rítmicamente de derecha a izquierda—Es que San es muy atenta, eso es todo—dijo Quinn en voz baja.

—Sí, lo sé—Santana es atenta y controladora, y para mi gusto, demasiado arrogante la mayoría del tiempo. Se había metido en un lío conmigo—¿Y cuánto tiempo llevas trabajando para ella, Quinn? San no me cuenta absolutamente nada, así que supongo que tú me puedes poner al corriente—le sonreí al retrovisor para que me viera.

—Seis años. Nos conocimos en las FE.

—Eso son las Fuerzas Especiales, ¿verdad? Entonces ¿sois una especie de James Bond versión femenina para el Gobierno británico?
Quinn se rio con ganas y negó con la cabeza.

—Ahora entiendo por qué la señora López te tiene vigilada, Britt. Tienes mucha imaginación.

—Sí, San también me lo ha dicho —contesté con indiferencia.

Por muy enfadada que estuviese por las acusaciones de Santana, que estaban del todo fuera de lugar, no podía pagarlo con Quinn. Parecía una buena tipa y tenía muy buen gusto musical.

Me caía bien.

Quinn solo estaba haciendo su trabajo conmigo. Cualquiera que fuese.

Quinn aparcó el coche y subimos en el ascensor por la entrada del garaje. Antes de darme cuenta, me encontraba otra vez en la preciosa casa de Santana, solo que esta vez sin Santana.

Quinn hizo que me guardara su número en el móvil y dijo que estaría cerca por si necesitaba algo.

—¿Cómo de cerca es cerca? ¿Tengo intimidad aquí dentro? No puedes verme dentro de la casa, ¿verdad?—le miré a los ojos buscando señales delatoras de subterfugio—Ni se te ocurra mentirme, Quinn. Saldré por la puerta tan rápido que Santana sentirá el aire despeinarla donde diablos quiera que esté en este momento.

Quinn se estremeció.

—Aquí tienes total intimidad. En el apartamento no hay cámaras, pero fuera en el pasillo sí. Así que si te vas, te veré. Estoy en otro apartamento ahí enfrente. No muy lejos. La señora López quiere que te sientas como en tu casa—se puso el teléfono en la oreja y se fue—Llámame si necesitas algo, Britt.

Escuché el pestillo de la puerta; mi guardián se había ido.

Bueno, todo esto era raro. Sola en casa de Santana, con mi bolsa preparada para pasar la noche y la cabeza hecha un lío. Me preguntaba si alguna vez volvería a sentirme normal.

Como lo primero es lo primero, fui hasta la nevera, saqué una botella de agua fría y me bebí media.
El interior de la nevera de Santana estaba bien abastecido de muchas cosas frescas con las que trabajar, así que la cena no era un problema. Después analicé su cafetera y se me hizo la boca agua.

Muy, pero que muy buena.

La puse a calentar y revisé el congelador. La asistenta de Santana era organizada hasta tal punto que etiquetaba y ponía la fecha en las comidas congeladas y las metía en bonitos recipientes para identificarlas con facilidad. No les hice caso. De todas formas, no tenía mucha hambre después del súper-almuerzo de comida china que nos habíamos metido en su oficina.

Me fui al dormitorio e inmediatamente me invadieron los recuerdos de la última vez que estuve en esa habitación. Cerré los ojos y respiré el aroma de Santana.

Estaba en todas partes hasta cuando ella no se encontraba allí. Entré en su cuarto de baño. La ducha en forma de gruta de mármol travertino era preciosa y la idea de sumergirme en una bañera así de espléndida era un sueño para una chica que apenas tenía una medio decente en su apartamento. Supe lo primero que iba a hacer.

Una hora después tenía la piel rosada por el calor y suave por las burbujas. Me había puesto mi camiseta de Jimi Hendrix y unos short grandes que tenía Santana que hacían frufrú. Había organizado mis compras de Boots en un cajón del baño, me había depilado las piernas y me había untado una loción con olor a prímula.

Deambulé de vuelta a la cafetera y me puse una taza antes de recorrer las demás habitaciones del apartamento de Santana. El gimnasio casero tenía una cinta de correr de última generación frente a los ventanales. Las vistas me dejaron sin aliento. Me encantan las vistas de una ciudad iluminada de noche, aunque en este caso me imaginé que serían igual de espectaculares durante el día.

Encontré lo que pensé que era su oficina y giré el picaporte. La habitación tras la puerta era efectivamente un despacho. Había un enorme escritorio de roble y en la pared de enfrente un panel de monitores de televisión y otros equipos de alta tecnología.

Pero fue la pared de detrás del escritorio la que me llamó la atención: un acuario de agua salada brillaba con luces de colores y burbujas sobre el agua ondulante.

Me acerqué y me fijé en el arcoíris de peces que revoloteaban alrededor de elegantes formaciones de coral. Sin embargo, el pez león no revoloteaba.
Se acercó al cristal y desplegó un abanico de aletas multicolores hacia mí a modo de saludo.

—Hola, cosita linda. Me pregunto cómo te llama—le hablé a mi acompañante marino y le di un trago a mi café.

Me comí un yogur de cerezas en la barra de la cocina y me puse una segunda taza de café. Una de las paredes del salón principal estaba repleta de estanterías con libros. Examiné con detenimiento su colección, que era, cuando menos, ecléctica. Clásicos, de misterio, contemporáneos y montones de novelas históricas ocupaban la mayor parte. Había algunos de historia militar y libros de fotografía.

También una gran cantidad de estadística y juegos de azar. Tenía ficción popular y hasta algunos libros de poesía que me hicieron sonreír. Me gustaba que Santana valorase los libros.

Cogí un libro de cartas de Keats a Fanny Brawne y me lo llevé a la sala de estar para sentarme en el sofá y disfrutar de la lectura. Tenía mi café, unas cartas de amor y desasosiego de un poeta a su amada y las luces centelleantes de la noche de Londres desplegadas frente a mí.

Pasé una agradable hora hasta que dejé el libro a un lado. Miré la ciudad por la ventana. Este era el sitio donde Santana me había desnudado, justo enfrente de su balcón. Me había traído hasta aquí y me había dicho que nada era comparable con verme a mí de pie en el salón de su casa.

Oh, Santana. Decidí mandarle un mensaje.

Brittany Pierce:  <—Está enfadada contigo por lo de Quinn. ¡¡¡¿Estás loca?!!!

Santana López: <—Está loca por ti y tenemos que hablar de cosas. Te echo de menos.

Brittany Pierce: <—lleva puestos tus short extra grandes y ¡más te vale!

Santana López: <—se ha excitado por imaginarte con mis short extra grandes. Por favor déjalos en la almohada por qué no los pienso lavar.

Brittany Pierce: <—sigue enfadada y cree que tu cafetera es la mejor.

Santana López: <—cree que mi novia es la mejor. ¿Has comido algo?

Brittany Pierce: <—Sí. Tienes un pez león de mascota. :)

Santana López: Es Simba. Yo lo mimo y él me aguanta. Tienen mucho en común.

Brittany Pierce: Te quedas sin mi lengua solo por ese comentario. :P

Santa López: <—Se muere por azotarte ahora mismo… y besarte… y follar. Me estas matando Britt.

Brittany Pierce: <—Tiene sueño. Voy a tomarme la pastilla y meterme en tu cama. No me provoques.

Santana López: Nunca… Vete a dormir mi Britt-Britt. Te encontraré. <3

Me levanté del sofá de Santana y me dirigí a la cocina a lavar los platos. Limpié la cafetera y la preparé para la mañana siguiente. Todo lo que tendría que hacer era encenderla. Utilicé mi nuevo cepillo de dientes morado y me tomé la pastilla para dormir. Las sábanas súper-suaves de la cama de Santana olían a ella; me tranquilizaban y me reconfortaban en mi soledad. Me impregné en su aroma y me quedé dormida.

Unos brazos firmes me abrazaron. El olor que adoraba pendía a mí alrededor.

Unos gruesos labios me besaron. Abrí los ojos en la noche y vi sombras. Aunque sabía quién estaba conmigo. Mi despertar fue tranquilo y suave, algo bueno, y para mí una experiencia completamente nueva.

—Estás aquí —murmuré contra sus labios.

—Y tú también—susurró Santana—Joder, cómo me gusta encontrarte en mi cama.

Las manos de Santana habían estado ocupadas mientras yo dormía. Me di cuenta de que estaba desnuda de cintura para abajo; me había quitado sus short de seda.

Santana también estaba desnuda.

Podía sentir su cuerpo firme y su piel tonificada intentando mezclarse con la mía.

Mi camiseta estaba levantada y mis pechos estaban siendo devorados por sus suaves y carnosos labios; me convertí en una criatura que gemía y se retorcía debajo de ella.

Hundí las manos en su pelo y sentí el movimiento de su cabeza mientras veneraba mis pezones y me acariciaba. Se detuvo y me quitó la camiseta del todo y se quedó mirándome, hambrienta y hermosa. La luz del baño principal se filtraba lo suficiente como para permitirme verle ligeramente y me alegré. Necesito ver a Santana cuando se acerca a mí. Me tranquiliza saber que estaré a salvo con ella.

—Tu cama huele a ti —dije.

—Tú eres lo único que quiero oler, y ahora mismo muero por tenerte en mi boca.  

Entonces me abrió las piernas y descendió.

—¡Oh, Dios, San!

Las maniobras de su lengua en mi hendidura, arremolinándose sobre la carne acalorada abierta para ella, me hizo pasar de adormilada a excitada en menos de un segundo. No podía estarme quieta a pesar de que ella me tenía bien sujeta por la cara interna de los muslos. El orgasmo vino a mí tan rápida y tan violentamente que me escuché a mí misma gritar a su paso, mientras cabalgaba en su lengua con lujuria y mis músculos se contraían y vibraban de placer abrasador.

Santana gimió contra los labios de mi sexo y se apartó, mirando probablemente lo que quería poseer.

Santana no pidió permiso.

Simplemente me poseyó.

Me levantó las piernas por encima de sus hombros y metió sus dedos fuerte y profundamente. Hizo ruidos mientras su sexo y el mío se unían.

Yo estaba inmovilizada por su invasión y todavía no me había recuperado del orgasmo, así que solo pude aguantar mientras me follaba. El sexo era apasionado y brutal con ella diciéndome lo bien que le hacía sentirse, lo mucho que me deseaba aquí en su cama y lo hermosa que era.

Todo era palabras para acercarme a ella.

Para hacerme más dependiente de ella.

Más enredada en su mundo.

Y yo lo sabía.
Santana me hizo llegar al orgasmo una vez más; sus caricias casi castigadoras tenían la intención de reclamar primero y dar placer en segundo lugar.

Pero el placer era infinito cuando llegaba al mismo tiempo que su explosivo orgasmo. Sentí cómo mis lágrimas se deslizaban por las sábanas cuando acepté lo que me daba. Dijo mi nombre ahogado, me miró fijamente a los ojos como las demás veces.

Supe que había visto mis lágrimas.

Apartó mis piernas de sus hombros y se apoyó contra mí, sujetándome la cara y acariciándome; examinándome con sus ojos marrones, aún con sus dedos dentro de mí, posiciono para quedar muy juntas.

—Eres mía —susurró.

—Lo sé—le respondí con otro susurro.

Me besó con nuestros cuerpos unidos mientras exploraba con suavidad mis labios y me daba ligeros tirones y mordisquitos sin hacerme daño. Se aferró a mí y me besó durante mucho tiempo antes de sacar sus dedos de mi cuerpo.

En mi cabeza follar con Santana solo podía describirse como algo bonito.

Sé que para otros sería pornográfico, pero para mí era simplemente un bonito acto que nos unía más. Tener relaciones íntimas así con ella, que me deseaba de forma tan intensa, era una droga adictiva. Más potente que nada de lo que hubiera experimentado antes en mi vida. Creo que podría perdonarle a Santana prácticamente todo.

Y ese era mi gran error.
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Finalizado Re: FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo

Mensaje por marcy3395 Dom Oct 19, 2014 10:08 pm

muy bien gracias por actualizar
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Mensaje por monica.santander Dom Oct 19, 2014 10:18 pm

Huyyyyyy que frase la ultima!!!!
Por Dios otro maraton!!!!
Saludos
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Mensaje por micky morales Lun Oct 20, 2014 2:06 am

Acabo de leerme los 10 capitulos de una sola vez, me encanta tu fic, asi que hasta muy pronto, espero!!!!!!
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Finalizado Re: FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo

Mensaje por Dolomiti Lun Oct 20, 2014 4:57 am

Mmmmm... Wanky! FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo - Página 2 1215408055 aunque coincido, esa última frase FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo - Página 2 2113258990 FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo - Página 2 210293833 saludines
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Mensaje por 23l1 Lun Oct 20, 2014 8:33 pm

marcy3395 escribió:muy bien gracias por actualizar


Hola, hahajajajajajaaj de nada, aki otro cap. Saludos =D


monica.santander escribió:Huyyyyyy que frase la ultima!!!!
Por Dios otro maraton!!!!
Saludos

Hola, jajajaajajaj del segundo libro xq de este solo quedan dos caps =/. Saludos =D



micky morales escribió:Acabo de leerme los 10 capitulos de una sola vez, me encanta tu fic, asi que hasta muy pronto, espero!!!!!!

Hola, jajajajaaj gracias por leer =D. Saludos



Dolomiti escribió:Mmmmm... Wanky! FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo - Página 2 1215408055 aunque coincido, esa última frase FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo - Página 2 2113258990 FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo - Página 2 210293833 saludines

Hola, jajajajaja =O son los mejor no¿? jajaaj. Saludos =D
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Finalizado FanFic Brittana: El Affaire López 1 "Desnuda" (Adaptada) Cap11

Mensaje por 23l1 Lun Oct 20, 2014 8:37 pm

Capitulo 11

Santana me trajo el café a la cama a la mañana siguiente. Me senté apoyada en el cabecero y tiré de las sábanas para taparme. Ella levantó una ceja mientras se sentaba en el borde de la cama y me pasó la taza con cuidado.

—Creo que lo he hecho bien, pero pruébalo y dime.

Le di un sorbo e hice una mueca.

—Le he puesto la mitad de leche y tres cucharadas de azúcar—dijo encogiéndose de hombros—Tú misma preparaste la cafetera. Todo lo que he hecho es pulsar el botón de la máquina.

Le hice esperar un minuto más antes de sonreírle y darle otro sorbo a mi delicioso café.

—¿Qué? Solo me estoy asegurando de que estás capacitada para preparar un café en condiciones. Tengo mis exigencias—le guiñé un ojo—Creo que me servirás, a falta de algo mejor, señorita López.

—Eres malvada, te burlas de mí—se inclinó para besarme, con cuidado con el café caliente—Me gusta esto de tener la cafetera preparada desde la noche anterior. Me pregunto por qué no se me ha ocurrido nunca—se quedó cerca de mi cara, mirándome intensamente, con el pelo todavía alborotado de dormir y de todo el sexo, y arreglándoselas aun así para parecer una diosa—Creo que deberías estar aquí cada noche para poner la cafetera antes de meterte en mi cama—me puso la boca justo en el cuello y me acarició—Así puedo traerte el café por las mañanas cuando estés desnuda y preciosa y con todo tu cuerpo oliendo a mí después de una noche de sexo.

Me estremecí con sus palabras y las imágenes de esa verdad absoluta, pero aún teníamos cosas de que hablar.

Y esto era un problema entre Santana y yo.

No hablábamos lo suficiente de las cosas que necesitábamos resolver. Cuando se acercaba a mí, la ropa volaba por los aires, mi cuerpo cedía ante ella y, bueno, lo cierto es que nunca hablábamos mucho después de eso.

—San —dije suavemente con la mano en su mejilla para detenerlo—, tenemos que hablar de lo que está pasando. Lo de Quinn, la guardaespaldas. ¿Por qué hiciste algo así sin decírmelo?
—Iba a decírtelo anoche después de traerte aquí, pero las cosas no salieron como había planeado—su cara se separó de mí y miró hacia abajo—Ahora mismo la ciudad está llena de desconocidos, Britt-Britt. Tú eres una mujer hermosa y no creo que sea seguro que tomes el metro y andes por ahí tú sola. Acuérdate de aquel gilipollas de la discoteca.

—Pero hacía eso antes de conocerte y estaba perfectamente.

—Sé que lo estabas. Y entonces tampoco eras mi novia—Santana me dedicó una de sus miradas cortantes, las que hacían que me pusiera tensa y esperase que me golpeara la ráfaga de aire ártico—Llevo una empresa de seguridad, Britt. Es lo que hago. ¿Cómo puedo permitir que te pase por todo Londres cuando conozco los peligros?—me puso una mano en la cara y empezó con las caricias con el pulgar otra vez—¿Por favor? ¿Por mí?—apoyó la frente contra la mía—Si te pasara algo me moriría.

Le puse una mano en el pelo y hundí los dedos en él.

—Oh, Sanny, tú quieres mucho de mí y a veces siento que me arrastras. Hay tanto de mí que no sabes—ella empezó a hablar y yo la callé con los dedos sobre la boca—Cosas que aún no estoy preparada para compartir contigo. Dijiste que podíamos tomárnoslo con calma.

Besó los dedos que había posado en sus labios y luego los apartó.

—Lo sé, Britt. Lo dije. Y no quiero hacer nada que ponga en peligro nuestra relación—me besó el cuello y me mordisqueó el lóbulo de la oreja—¿Podemos hablar de un acuerdo?—susurró.

Le tiré del pelo para que dejara las técnicas de seducción y me mirara.

—Primero tienes que hablar conmigo de verdad, sin intentar distraerme con sexo. Eres muy buena distrayéndome, Santana. Solo dime lo que quieres que haga y yo te diré si puedo hacerlo.

—¿Qué te parece aceptar un chófer?—con un dedo trazó una línea sobre la parte superior de mis pechos, donde la sábana se estaba resbalando—No más paseos hasta el metro o llamar a taxis en la oscuridad. Tienes un coche que te llevará a donde quieras ir—hizo una pausa y me inmovilizó con sus expresivos ojos, que tanto me decían sobre su deseo de protegerme—Y yo me puedo quedar tranquila.

Le di otro sorbo al café y decidí hacer mi propia pregunta directa.

—¿Y por qué necesitas quedarte tranquila por mí?

—Porque eres muy especial, Brittany.

—¿Cómo de especial, San?—susurré, porque me daba un poco de miedo escucharla.

Ya estaba asustada por mis propios sentimientos hacia ella. En tan poco tiempo me había poseído.

—¿Para mí? Más especial imposible, Britt—sonrió con su distintiva sonrisa de medio lado y me hizo sentir mariposas en el estómago.

No dijo que me quería. Pero yo tampoco se lo había dicho a ella. De todas formas sabía que le importaba.

Volvió a mirar hacia abajo y me cogió la mano que tenía libre con la palma hacia arriba. Se me veía la cicatriz de la muñeca. De la que me avergüenzo y la que intento esconder siempre, pero es imposible ocultarla a la luz del día y desnuda.

Trazó la línea irregular con la yema del dedo, de una manera tan suave que pareció una caricia. No me preguntó cómo me la había hecho y no me ofrecí a contárselo.

El dolor del recuerdo, añadido a la vergüenza, me paralizaban para hablar de ello.
Sentía algo por esta mujer pero no podía compartir eso con ella todavía. La humillación que sentía era demasiado horrible y repelente como para sacarla a la luz.

Ahora mismo solo quería sentirme deseada.

Santana me deseaba. Y eso fue suficiente para decirle que sí.

Poco a poco. Yo aceptaría su ofrecimiento de un chófer y ella aceptaría mi incapacidad para compartir mi pasado con ella.

Iríamos despacio.

—Vale—me incliné hacia delante y la besé en el cuello, justo por encima de su camiseta—Yo aceptaré el chófer y tú serás honesta conmigo y me dirás todo lo que haces. Necesito sinceridad. Me gusta que seas directa conmigo. Me dices lo que quieres para que lo entienda.
—Gracias.

Empezó a besarme otra vez. Apartó mi café y tiró de la sábana. Se quitó la camiseta y estaba sin top ni sostén, se deshizo de los pantalones de deporte y se estiró frente a mí.

Por fin pude verle bien el cuerpo.

Totalmente desnuda.

A la luz.

¡Dios mío!

La miré desde sus perfectos pechos  y sus duros pezones hasta su impresionante y precioso sexo, completamente fascinada. Iba cuidadosamente depilada.

Se detuvo y ladeó la cabeza.

—¿Qué?

La empujé hacia atrás para que se sentara en sus rodillas y yo me levanté.

—Quiero mirarte—arrastré las manos por todo su cuerpo, por encima de sus pechos y su abdomen, que estaba tan indecentemente esculpido que era una verdadera injusticia para el resto de la población femenina. Ella me dejó tocarla y controlar el momento—Eres tan hermosa, San.

Hizo un ruido con la garganta y su cuerpo se estremeció. Nuestros ojos se encontraron y hubo un intercambio; una comunicación de sentimientos y comprensión de hacia dónde nos dirigíamos en esta fuerza que nos conectaba.

Bajé la mirada hasta su sexo y ya estaba excitada. El brillo por su clítoris  confirmaba lo preparada que estaba para mí.

Le deseaba tanto que me dolía.

Quería darle placer y hacerla desmoronarse como ella lo hizo conmigo, que explotara en mil pedazos.

Bajé la cabeza y pase mí lengua por tu sexo. Mi deseo se hizo realidad unos minutos más tarde.

También entramos juntas en la ducha, o debería decir que yo lo hice cuando ella me empujó hasta la esquina, se puso de rodillas y me devolvió el favor.
El sexo nunca terminaba con esta mujer. Y yo estaba con ella a bordo de ese tren imparable y tenía un abono de viajero frecuente. No había tenido tanto sexo desde…

No pienses en eso ahora y no arruines este momento con Santana.

Santana tenía un tatuaje en la espalda. Justo a lo largo de los hombros lucía unas alas de un tamaño mediano. Parecían un poco góticas y casi grecorromanas por el grosor de la tinta. Me encantaba la cita de debajo de las alas:

Solo fue producto de un sueño.

Lo pude ver  en la ducha cuando se giró para coger el jabón.

—Es de Shakespeare, ¿verdad?

Recorrí la tinta con la mano y entonces fue cuando vi las cicatrices. Muchas líneas blancas y rugosidades. Tantas que no se podían contar. Di un grito ahogado y contuve de golpe el aliento, terriblemente triste al pensar que había sido herida de manera grave. Quería preguntar pero me mordí la lengua. Yo no me ofrecí a contarle lo de mis cicatrices.

Volvió a darse la vuelta y me besó en los labios antes de que pudiera decir otra palabra. Santana no quería hablar de sus cicatrices más de lo que yo quería hablar de las mías.

Después de más de una semana durmiendo en casa de Santana, necesitaba volver a mi apartamento por algo más que ropa limpia. Necesitaba una recarga en mi propio hogar.

Santana accedió a venir aquí esta noche. Le dije que la vida de pobre era buena para el alma. Ella bromeó diciendo que no le importaba mientras tuviese algo de comer y una cama en la que pudiéramos pasar la noche desnudas.

Le contesté que si aparecía Kitty se tendría que vestir; que no iba a permitir que mi compañera de piso deseara el físico divino de mi novia. Ella se rio y me contestó que le encantaba el sonido de los celos en mi voz. Le pedí que viniera con hambre para cenar y completamente vestida. Aún se estaba riendo cuando colgamos.

Cuando Quinn me dejó de vuelta en casa me cambié y me puse unos pantalones de deporte y una camiseta cómoda. Me había recogido en Rothvale y habíamos parado en el supermercado a por los ingredientes de la cena mexicana que tenía planeada.
Santana sabía que la comida mexicana era mi favorita y estaba decidida a reclutarla en mi equipo.

¿Cuál sería el menú de esta noche?

Tacos de pollo con salsa de maíz y aguacate. Si a Santana no le gustaba, entonces le prepararía un burrito. Ninguna persona se puede resistir a un burrito cargado de carne, frijoles, queso y guacamole.

Espero.

Los británicos son muy raritos para la comida, pero ella tenía descendencia latina, así que tal vez si le gustara.

En cuanto dejé preparado el pollo y me lavé las manos, decidí llamar a mi padre. Para él era por la mañana, por lo que ya estaría en el trabajo, pero si no estaba demasiado ocupado podríamos charlar un rato. Puse el teléfono en modo altavoz y marqué el número de su oficina.

—Tom Pierce.

—Hola, papá.

—¡Princesa! Echaba de menos escuchar tu dulce voz. Qué sorpresa—sonreí por cómo se refería a mí.

Me llamaba princesa desde que yo tenía uso de razón. Y ahora que tenía veinticuatro años no parecía molestarle lo más mínimo seguir utilizando ese apodo.

—Pensé en llamarte para variar. Te echo de menos.

—¿Va todo bien en Londres? ¿Tienes ganas de que lleguen los Juegos Olímpicos? ¿Cómo fue la exposición de Blaine? ¿Te gustó cómo quedaron las fotos en los enormes cuadros?

Me reí.

—Eso han sido cuatro preguntas a la vez, papá. ¡Dale un respiro a esta chica, por fa!

—Lo siento, princesa. Es que estoy deseando saber de ti. Estás tan lejos y tan ocupada con tus cosas… Las pruebas que mandaste de tus fotos eran magníficas. Cuéntame cosas de la exposición de Blaine.

—Bueno, fue todo un éxito. A Blaine le fue muy bien y las fotos se vendieron. A mí también me han salido otros trabajos, así que me lo estoy tomando con calma y ya veremos adónde me lleva esto—me alegraba poder hablar con mi padre así y que apoyara mi trabajo como modelo. Él pensaba que era bueno para mí, no como mi madre, a la que le daba vergüenza que su hija posara sin ropa.

—Vas a ser famosa en todo el mundo—dijo—Estoy orgulloso de ti, princesa. Creo que el trabajo de modelo te va a ayudar. Espero que tú también lo pienses—me pareció que sonaba un poco decaído, casi triste—¿Qué estás haciendo ahora?

—Estoy haciendo la cena. Tacos. Va a venir una amiga dentro de un rato. Papá, ¿va todo bien?

Dudó un momento antes de contestarme. Podía adivinar que tenía algo en la cabeza.

—Britty, ¿te has enterado de lo del avión que se estrelló y de la muerte del congresista Woodson?

—Sí. Era al que iban a nombrar vicepresidente, ¿no? Fue un notición aquí también. ¿Por qué, papá?

—¿Te has enterado de quién va a reemplazar a Woodson en las elecciones?

No me esperaba el nombre que me dijo. Y de repente el pasado se enarboló y me volvió a clavar las garras.

—¡Oh, no! ¡No me digas que el senador Oakley ha conseguido la nominación! ¡Tienes que estar de broma si ese…, ese… hombre puede ser el próximo vicepresidente de Estados Unidos! ¿Cómo es posible que lo quieran a él? Papá…

—Lo sé, cariño. Ha ido escalando posiciones durante los últimos años. De senador estatal a senador de Estados Unidos.

—Sí, bueno, solo espero que fracase estrepitosamente.

—Britty, esto es serio. El partido en el poder investigará su pasado para encontrar trapos sucios de Oakley y de su familia. Quiero que tengas cuidado. Si alguien se pone en contacto contigo o te manda algo sospechoso, tienes que decírmelo de inmediato. Esta gente tiene los recursos para investigar en profundidad. Son como tiburones. Cuando huelen una gota de sangre preparan el ataque por la espalda.

—Bueno, el senador Oakley es el que tiene un hijo que parece la reencarnación del demonio. Yo diría que es él quien tiene un grandísimo problema.

—Lo sé, cariño. Y la gente de Oakley se esforzará al máximo por mantener los secretos de su familia bien enterrados. No es una situación agradable y odio que te encuentres tan lejos de casa. Sin embargo, creo que en este caso puede ser bueno que estés en Londres. No quiero que nadie te haga daño y cuanto más lejos estés, mejor. Sin historias dañinas que salgan a la luz en las noticias o… cualquier otra cosa.

Como un vídeo. Sabía que eso era lo que mi padre estaba pensando. Ese vídeo aún estaba flotando en algún lugar del ciberespacio.

—Te las estás arreglando muy bien, princesa. Te lo noto en la voz y eso hace sonreír a tu anciano padre. ¿Quién es esa amiga a la que le estás haciendo la cena? ¿No será algo más?

Sonreí mientras mezclaba la salsa de maíz, él nunca tuvo problemas con mí bisexualidad.
 
—Bueno, he conocido a alguien, papá. Es muy especial en muchos sentidos. Compró mi foto en la exposición de Blaine. Así nos conocimos.

—¿De verdad?

—Sí—era raro estar hablándole a mi padre de Santana así de repente.

Tal vez porque nunca le había hablado mucho sobre mis parejas. Había una razón para eso. Nunca había tenido por qué. No había querido tener una durante mucho, mucho tiempo.

—Cuéntame más. ¿A qué se dedica? ¿Cuántos años tiene? Ah, y de paso me tienes que dar su teléfono. Necesito llamarla para explicarle las normas básicas a seguir con mi niña.

Solté una risa nerviosa.

—Bueno, creo que es un poco tarde para eso, papá. Santana es muy especial como te he dicho. Pasamos mucho tiempo juntas. Realmente me escucha y me siento verdaderamente… feliz con ella. Me entiende.
Mi padre se quedó callado un momento. Creo que estaba sorprendido de oírme hablar de una muejr como si de verdad me importara. Y a mí tampoco me debería haber sorprendido demasiado su reacción. Santana era la primera después de muchísimo tiempo.

—¿Cuál es el apellido de Santana y a qué se dedica?

—López. Tiene treinta y dos años y es propietaria de una empresa privada de seguridad. Está tan paranoica que me ha puesto un chófer, bueno una chófer para que no tenga que coger el metro. Toda la afluencia de gente por los Juegos Olímpicos le tiene de los nervios. Así que no debes preocuparte por mi seguridad. San es un profesional.

—Vaya, eso suena serio. ¿Se están…, se están acostan…, tienen una relación?

Me reí otra vez, aunque en esta ocasión me daba pena mi padre porque era más que obvio que se sentía incómodo.

—Sí, papá. Tenemos una relación. Te he dicho que este era especial—esperé en silencio al otro lado del teléfono y empecé a calentar las tortillas—De hecho, ganó algunos grandes torneos de póquer en Estados Unidos hará unos seis años. Pensé que a lo mejor habrías oído hablar de ella, ya que no es común que una mujer juegue.

—Mmmmm —dijo entre dientes—Puede ser, tengo que comprobarlo—escuché unas voces de fondo.

—Te dejo que me cuelgues, papá. Estás trabajando y yo solo quería decirte hola y contarte qué tal mi vida últimamente. Me va muy bien.

—Vale, princesa. Me alegro mucho de que me hayas llamado. Y soy feliz si mi niña es feliz. Cuídate y dile a tu nueva novia que si te hace daño es novia muerta. No lo olvides. Y dale mi número también. Dile que tu padre quiere tener una conversación con ella de padre preocupado y protector a nueva novia. Podemos hablar de póquer.

Me reí.

—Claro. Lo haré, papá. ¡Te quiero!

Santana llegó justo cuando estaba a punto de colgar. Traía un paquete de seis cervezas Dos Equis y una sonrisa de depredador en la cara.
Le había dado mi llave a Quinn para que se la pasara a Santana y así pudiera abrir la puerta del portal. Dejó caer la llave y las cervezas en la encimera antes de preguntar.

—¿Te he escuchado decirle a alguien que le quieres?

Sonreí de oreja a oreja y asentí despacio con la cabeza.

—Además era un hombre.

Se puso detrás de mí en la encimera con las manos en mis hombros y empezó a darme un masaje. Me apoyé en sus firmes pechos y cuerpo y disfruté del masaje.

—Ese tipo tiene mucha suerte entonces. Me pregunto qué habrá hecho para ser tan especial—echó un vistazo a la comida separada en cuencos y pilló un trozo de pollo—Mmmmm —dijo mientras lo saboreaba con su boca en mi cuello.

—Bueno, me ha leído cuentos por la noche. Me ha cepillado el pelo recién lavado sin darme tirones ni hacerme daño. Me ha enseñado a montar en bici y a nadar. Siempre me daba besos en las pupas cuando me hacía un rasguño y, lo más importante de todo, ha abierto la cartera frecuentemente, aunque eso no fue hasta años después.

Santana gruñó.

—Yo puedo hacer todo eso por ti y muchas más cosas—robó otro trozo de pollo—En especial lo de muchas más cosas.

Le di un golpe en la mano.

—¡Ladrona!

—Eres buena cocinera —murmuró contra mi oído—Creo que debo conservarte.

—Así que te gusta mi cena mexicana. Veo que has querido estar a tono y has traído Dos Equis. Buena jugada, López. Tienes potencial—empecé a llevar los cuencos a la mesa.

—¿Dos Equis es de México?—hizo un ruido y se encogió de hombros—Solo la he elegido porque me gustan los anuncios… la mujer más interesante del mundo—sonrió de oreja a oreja malévolamente y me ayudó a llevar el resto de la comida.

—Una mentirosa y una ladrona—negué con la cabeza con tristeza—Te acabas de cargar todo tu potencial, López.

—Luego te haré cambiar de idea, estoy segura, Pierce—me sonrió desde el fregadero, donde se lavó las manos a toda prisa y luego abrió dos cervezas—Tengo potencial en abundancia—dijo arqueando las cejas. Santana me entregó mi Dos Equis y echó una ojeada a todo lo que había en la mesa, examinándolo con la cabeza inclinada—Ayúdame con esto. ¿Cómo monto los tacos de pollo? Que por cierto, huelen muy bien…

No pude evitar reírme de ella. La forma en la que dijo «tacos» con su acento británico-latino me hizo desternillarme. Y cómo formuló la pregunta, también.

Simplemente me hizo reír.

—¿Qué es tan gracioso? ¿Te estoy divirtiendo, señorita Pierce?

—Dame, déjame arreglarlo—le enseñé cómo poner algo de pollo, la salsa de maíz, una pizca de crema agria, queso rallado espolvoreado y un par de rodajas de aguacate en la tortilla y doblarla—Es que eres lindísima, eso es todo, señorita López. Ese acento tuyo a veces me hace reír—le pasé su taco en el plato.

—Ahhh, así que he pasado de perder todo mi potencial a lindísima en cuestión de segundos. Y solo por hablar—cogió el plato y esperó a que me preparase el mío—Tendré que recordar eso, Britt—me dedicó una de sus maravillosas sonrisas y le dio un sorbo a la cerveza.

—Adelante, dale un mordisco. Dame tu veredicto y recuerda que sabré si me mientes—me di un golpecito en la cabeza—Súper poderes de deducción—cogí mi taco y le di un mordisco, gimiendo con exageradísimos sonidos de placer y echando el cuello hacia atrás—Tan delicioso que me he puesto cachonda—ronroneé en la mesa.

Santana me miró como si me hubiesen salido cuernos de diablo y tragó saliva.

Sabía que se vengaría de mí más tarde por la provocación despiadada. No me importaba.

Santana era divertida.

Nos lo pasábamos bien juntas y eso era parte de lo que me enamoraba de ella.

Enamorada.

¿Estaba enamorada de Santana?

Se llevó el taco a la boca y dio un mordisco. Me miró fijamente mientras masticaba y tragó. Se limpió la boca con una servilleta y miró hacia arriba contemplativa, fingiendo contar con los dedos. Le dio otro sorbo a la cerveza.

—Bueno, vamos a ver…—centró su atención en mí—Chef Pierce, te doy un cinco en ejecución. Reírte de mí te ha restado cinco puntos de entrada. Creo que un seis en presentación; todos esos gemidos y empujones en la mesa han sido un poco crueles, ¿no crees? Y nueve con cinco en sabor—dio otro mordisco y sonrió—¿Qué tal lo he hecho?

Estaba tan guapa sentada ahí a mi mesa, comiéndose los tacos que yo había hecho, diciéndome con dulzura que le gustaba cómo cocinaba y siendo simplemente Santana, que supe la respuesta a mi pregunta en un instante.

¿Estaba enamorada de Santana?

Sí.

Estoy enamorada de ella.


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Hola a todas! primero gracias por leer y segundo que solo que un cap mas de este libro =/, pero hay otro! jajajaaj, asik sip! estos son libros cortitos.
Saludos, gracias por leer =D
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Finalizado Re: FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo

Mensaje por micky morales Lun Oct 20, 2014 10:51 pm

muy buen capitulo, hasta pronto.
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Finalizado Re: FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo

Mensaje por monica.santander Lun Oct 20, 2014 11:10 pm

Al fin Britt lo admitió!!!!
Veremos que pasa con San!!
Saludos
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Finalizado Re: FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo

Mensaje por Dolomiti Mar Oct 21, 2014 12:50 am

Aaaww FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo - Página 2 1163780127 lo admitió FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo - Página 2 1163780127 que bien! Me pregunto que pasará cuando el papá de britt se comunique con Santana FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo - Página 2 2113258990 y que es eso que ocultan de esa familia FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo - Página 2 2113258990 FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo - Página 2 4065562827 saludines, hasta pronto FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo - Página 2 1206646864 FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo - Página 2 210293833
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Mensaje por lauravm98 Mar Oct 21, 2014 8:58 am

Awwww ya acepto que se enamoró de San!Pero quien no?! Actualiza pronto, me esta encantando todo! Vamos a ver que pasa! See ya!
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Finalizado Re: FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo

Mensaje por Anddy Rivera Morris Mar Oct 21, 2014 10:22 am

Que buena adaptación!! :D♥
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Finalizado Re: FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo

Mensaje por 23l1 Mar Oct 21, 2014 7:23 pm

micky morales escribió:muy buen capitulo, hasta pronto.

Hola, jajaajaj gracias por leer aki otro cap. Saludos =D



monica.santander escribió:Al fin Britt lo admitió!!!!
Veremos que pasa con San!!
Saludos

Hola, jajaj vamos viento en popa... paso a paso. Saludos =D



Dolomiti escribió:Aaaww FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo - Página 2 1163780127 lo admitió FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo - Página 2 1163780127 que bien! Me pregunto que pasará cuando el papá de britt se comunique con Santana FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo - Página 2 2113258990 y que es eso que ocultan de esa familia FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo - Página 2 2113258990 FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo - Página 2 4065562827 saludines, hasta pronto FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo - Página 2 1206646864 FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo - Página 2 210293833


Hola, jajaajajaj =O ahora viene cuando el papa le dice a san =/, =O que ocultaran¿?. Saludos =D


lauravm98 escribió:Awwww ya acepto que se enamoró de San!Pero quien no?! Actualiza pronto, me esta encantando todo! Vamos a ver que pasa! See ya!

Hola, YUJU! obvio quien no¿? jajajajajaj ahora otro cap =D, jajajajaajajajajaa Saludos =D


Anddy Rivera Morris escribió:Que buena adaptación!! :D♥️

Hola, jajajaajaja gracias por leer.Saludos =D
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Finalizado FanFic Brittana: El Affaire López 1 "Desnuda" (Adaptada) Cap12

Mensaje por 23l1 Mar Oct 21, 2014 7:28 pm

Capitulo 12

Darle una sorpresa a Santana en su oficina me pareció una buena idea, pero no estaba dispuesta a hacerlo sin algo de ayuda. Primero conseguí la colaboración de Rachel.

Me caía muy bien.

Parecía honrada y muy sincera, cualidades que yo respetaba en las personas.

Además, estaba comprometida con Quinn. Me enteré después de empezar a quedarme a dormir en casa de Santana. Una mañana, cuando llegamos a los ascensores para irnos a trabajar, vi a Rachel y Quinn salir del apartamento de enfrente tomadas de la mano. Santana se percató de mi sorpresa y me dijo que se iban a casar en otoño.

Me tranquilizó que Rachel no se pusiese celosa porque su prometida me llevara en coche por Londres. Creo que se alegraba de que Santana tuviera novia.

Me di cuenta de que sus empleados realmente parecían preocuparse por ella. Y eso también me gustaba.

—Hola, Rach, soy Britt.

—Hola, Britt. ¿Por qué no la has llamado al móvil?—chica lista, Rach, siempre estaba al tanto de la logística.

—Estaba pensando en sorprenderla con el almuerzo. ¿Puedes mirar su agenda por mí?

Escuché pasar páginas y luego me puso en espera.

—Hoy está en la oficina. Ocupada con conferencias telefónicas y esas cosas, pero no tiene citas en su agenda.

—Gracias, Rach. Se lo habría preguntado directamente a Frances, pero Santana la tiene por el altavoz y me escucha cuando llamo, así que no puedo darle una sorpresa. ¿Quieres que les lleve algo a ustedes de King’s Delicatessen? Voy a comprar unos sándwiches y estaba pensando si podrías hacer que Frances le dijera a San que va a pedir algo de comida y así no sabrá que hoy la encargada del almuerzo soy yo.

Rach se rio y me puso en espera otra vez mientras recogía los pedidos de comida de los demás.

—Frances me ha dicho que te comente que le gusta tu estilo, Britt. Mantener a la jefa alerta es bueno para ella.

—Yo también lo creo —respondí mientras anotaba los pedidos—Gracias por tu ayuda; estaré ahí en menos de una hora.

Colgamos y llamé a la tienda para pedir la comida, y luego a Quinn para que me llevara. Ordené mis cosas y organicé lo que necesitaba mientras esperaba.

Ya había terminado por hoy y no volvería en casi una semana.

Los exámenes finales se acercaban y tenía que estudiar. Mi plan era refugiarme en casa de Santana e hincar los codos mientras ella trabajaba, utilizar su gimnasio casero y su magnífica cafetera y, básicamente, desaparecer una temporada.

Necesitaba tiempo para mí y también para sacar buenas notas.

Le eché un último vistazo a Lady Percival y sentí un arrebato de orgullo. Había quedado muy bien y lo mejor era que ahora sabía el nombre del libro que tenía en la mano. Santana me había ayudado a resolver el misterio cuando me trajo al trabajo una mañana y le invité a entrar.

El libro que sostenía mi misteriosa dama era de hecho tan especial y tan poco común que la exposición Mallerton quería incluirla en su muestra a pesar de que se encontraba muy lejos de estar bien restaurada. Querían exponerla como ejemplo de cómo pueden revelarse partes del pasado con una adecuada restauración y limpieza. El descubrimiento de lo que sostenía en la mano también destacó la procedencia del artista en general. Sir Tristan Mallerton ahora disfrutaba de un nuevo despertar de interés renovado y divulgación a pesar de llevar muerto muchísimo tiempo.

Mi teléfono sonó con un mensaje de Quinn. Me estaba esperando fuera, así que tome mis cosas y me fui, diciéndole adiós con la mano a Rory al salir.

Quinn me ayudó con la comida y utilizó la tarjeta de crédito de la empresa para pagarlo todo, por lo que se ganó que la fulminara con la mirada.

—Bueno, ella cree que Frances ha pedido el almuerzo y así es como lo hace siempre. Si pagas se pondrá de muy mala leche cuando se entere—dijo Quinn.
—¿Siempre ha sido tan controladora, Quinn? —pregunté una vez que volvimos al coche y nos pusimos en camino.

Quinn y yo nos entendíamos bien. Respetábamos la posición y las necesidades de la otra para que la relación funcionara.

—No—Quinn negó con la cabeza—Desde que S salió de las FE es una tipa muy dura. La guerra cambia a todos los que se acercan demasiado a ella. S se acercó de lleno y salió con vida. Es un milagro andante.

—He visto sus cicatrices —dije.

—¿Te ha contado lo que pasó en Afganistán?—Quinn me miró por el retrovisor.

—No.

Contesté sinceramente, sabiendo que Quinn dejaría de darme información y que estaría tan lejos de conocer el pasado de Santana como ella de saber el mío.

Rach nos ayudó a repartir la comida a cada uno y Frances me condujo hasta el sanctasanctórum de Santana con cara de satisfacción y cerró la puerta.

Ella estaba al teléfono.

Mi guapísima chica estaba ocupada, pero aun así me tendió la mano.

Dejé los sándwiches en su escritorio y fui hacia ella. Me rodeó con el brazo y me empujó hacia su regazo, todavía atendiendo su llamada de negocios.

—Está bien, lo sé. Pero diles a esos estúpidos que López representa a la familia real y que cuando Su Majestad aparezca en la ceremonia de inauguración para dar su bendición, no habrá ni una puta salida desatendida. Punto. No es negociable…

Santana continuó hablando y yo empecé a quitarle el envoltorio a su almuerzo.

Movió la mano hacia arriba hasta mi nuca y la masajeó. Era una sensación divina que me tocara incluso cuando era más que evidente que estaba terriblemente ocupada.

Puse su comida en un plato y luego desenvolví la mía. Le di un bocado a mi sándwich de ensalada de pollo en pan integral mientras me masajeaba el cuello.
Cualquier chica podría acostumbrarse a esto, en serio. Santana era muy cariñosa y me encantaba que quisiera tocarme todo el tiempo.

Mi chica inquieta por tocarme.

Casi me había comido medio sándwich cuando terminó la llamada.

Sus dos manos me alcanzaron y me dieron la vuelta, aún en su regazo. Me dio un buen beso y gemí.

—Por fin. A veces es como hablarle a la pared —refunfuñó. Me sonrió y miró el plato—Me has traído un almuerzo delicioso…, tan delicioso como tú.

Le respondí con una sonrisa.

—Sí.

—¿Qué debería devorar primero: el sándwich o a ti?

Arqueó las cejas y sus manos recorrieron mi costado por encima del jersey.

—Creo que será mejor que devores el sándwich antes de que te llamen otra vez—le dije.

Sonó el teléfono.

Frunció el ceño y se resignó.

Aunque la segunda llamada fue relativamente rápida y Santana se las arregló para empezar su sándwich de carne asada en pan de centeno, enseguida llegó la tercera. Pasó esa llamada por el altavoz para poder comer y conversar al mismo tiempo.

No muy elegante, pero funcionó.

Me bastaba con sentarme con ella y escuchar sus asuntos de trabajo mientras me pasaba la mano suavemente por la espalda.

Santana hizo que me alegrara de haberme pasado a verla aunque este no fuera un almuerzo en el que pudiéramos socializar mucho. No era un buen momento para estar juntas. No se me ocurre una situación en la que su trabajo pudiese ser más complicado que en esta ocasión en que los Juegos Olímpicos se acercaban y Londres iba a ser la sede de toda esa locura.
Debería haberme mandado una nota que dijera:

«Acabo de comprar tu retrato y me gustaría conocerte… algún día a mediados de Agosto».

Dejó el teléfono en modo altavoz y nos las arreglamos para darnos unos cuantos besos rápidos entre llamadas y bocados, pero pronto se acabaría la hora de comer y la justificación de mi visita.

—Debería irme, San—la besé y empecé a levantarme.

—No—me sujetó en su regazo—No quiero que te vayas todavía. Me gusta tenerte aquí conmigo. Me tranquilizas, Britt—apoyó la cabeza sobre la mía—Eres mi rayo de luz en una niebla de ignorancia y frustración.

—¿De verdad? ¿Te gusta que venga y te complique el día y te obligue a comer?—jugueteé con el alfiler de su corbata y se la alisé—Estás muy ocupada con tu trabajo y te estoy interrumpiendo.

—No, no me interrumpes—me pasó los labios por el cuello—Me demuestras que te importo —dijo en voz baja.

—Me importas, Sanny —respondí con un susurro.

—Entonces ¿te quedas un rato?

¿Cómo podía decirle que no cuando era tan dulce conmigo?

—Bueno, solo una hora más. Pero luego de verdad me tengo que ir. Tengo que pasar por mi departamento a coger unas cosas. Tengo que estudiar para los exámenes y quiero hacer un poco de ejercicio. No eres la única que está ocupada—le pellizqué el mentón y le hice sonreír.

—Quiero ocuparme de ti ahora mismo, aquí, en mi escritorio —gruñó mientras me levantaba del suelo y me sentaba sobre su gran mesa de ejecutivo.

Di un chillido cuando se abalanzó sobre mí y me abrió las piernas con la cadera para poder colocarse entre ellas.

—¡Santana! ¡Estás trabajando! ¡No podemos!

Metió la mano debajo de la mesa y escuché el clic de la puerta al cerrarse con llave.

—Te deseo tanto ahora mismo… Te necesito, Brittany, por favor…

Tras ponerse encima de mí, me agarró, me echó hacia atrás en la mesa y empujó fuerte contra mi sexo. Dejé que tirara de mí y me deslizara hasta el borde, mientras mi cuerpo se relajaba y se encendía. Sus largos dedos se abrieron camino hasta mis bragas con decisión y me las bajaron por las piernas, por encima de las botas, y las tiraron en algún lugar del suelo de su oficina. Me había dado cuenta de que definitivamente Santana era una oportunista cada vez que decidía ponerme falda.

—Estás loca —murmuré, sin importarme ya que estuviésemos a punto de follar en su escritorio en mitad de su despacho.

—Loca por ti —dijo, mientras me toqueteaba el clítoris y hacía que me excitara.

Escuché el tintineo de su cinturón, luego los botones de su pantalón y luego de su cremallera. Y entonces junto sus caderas con las mías y  hundió dos dedos en mí, de manera lenta y profunda.

Se inclinó hacia mí y me cogió la cara con la mano libre. Me besó con fuerza, metiéndome la lengua en la boca como le gustaba hacer. Santana tenía el control durante el sexo. Quería tener la lengua y los dedos y su sexo junto y dentro de mí, todo al mismo tiempo. Como si de esa forma pudiese reclamarme completamente.

No sé por qué, pero era su forma de hacerlo.

Y me encantaba.

Se trataba de una forma sincera y totalmente directa. Sabía lo que pasaría entre Santana y yo y siempre acababa en un orgasmo que me dejaba temblando.

Santana empezó a moverse y yo hice lo mismo.

De manera salvaje.

Estábamos totalmente desenfrenadas y follando apasionadamente encima de su escritorio cuando sonó el teléfono. Lo había dejado en modo altavoz.

—No lo cojas —jadeé, casi a punto de llegar al orgasmo.

—Ni de coña —gruñó mientras me embestía más rápido y su dedo se tocaba el clítoris justo antes de correrse.
Con la otra deslizo sus dedos mágicos sobre mi clítoris y quise morir de placer, tanto que me tuve que morder el labio para no gritar. Santana no se quedó atrás.

Me tapó la boca con la suya para evitar que ninguna de las dos gritara y me inundó con su orgasmo.

La llamada sin contestar pasó al buzón de voz, pero el altavoz seguía activado.

—Santana López no está disponible. Por favor, deje su mensaje y su número…

Sonó el pitido mientras jadeábamos, nuestras caras a solo unos centímetros. Le sonreí. Me arregló el pelo con dulzura y me besó como lo haría una enamorada.

Sentí que le importaba. Así es como me hacía sentir.

—Eres una gilipollas, López. ¡Te he contratado para que protejas a mi hija, no para que te la tires! Lo ha pasado muy mal y lo último que necesita es que la vuelvan a traicionar y a romper el corazón. Por cómo habla de ti creo que está enamorada.

Santana forcejeó con el teléfono para colgar pero era demasiado tarde.

Había escuchado la voz de mi propio padre al teléfono.

Lo entendí…, entendí la verdad sobre Santana y yo. Le di un empujón e intenté quitármela de encima.

—¡Brittany, no! Por favor, déjame que te lo explique…

Estaba pálida como la pared y totalmente aterrorizada mientras me sujetaba debajo de ella, su sexo aun junto al mío y con sus dedos dentro de mí.

—Aparta. ¡Saca tus dedos de mi cuerpo y deja que me vaya, mentirosa hija de puta!

Me sujetó contra ella con la mano libre, mirándome a los ojos.

—Britt…, escúchame. Te lo iba a decir, iba a hacerlo hace mucho tiempo, pero no quería sacar a relucir tus malos recuerdos. No quería herirte…

—Suéltame. Ahora.

—Por favor, no te vayas. Britt, yo…, yo… no quería hacerte daño sino protegerte de los recuerdos. Ahí fuera hay una amenaza para tu seguridad…, y entonces te conocí… y no pude evitar desearte. No podía separarme de ti.

Intentó besarme.

Aparté la cara y cerré los ojos.

Toda la confianza que tenía en esa mujer había desaparecido.

En su lugar un terrible dolor llenó mi corazón.

Ella lo sabía.

Sabía todo lo que me había pasado. Probablemente había visto el vídeo.

¿Y ahora había gente que quería hacerme daño?

¿Por qué? Le contrató mi padre y durante este tiempo ella lo ha sabido todo y yo no.

¿Cómo había podido?

¿Cómo podía ser que la Santana de la que me había enamorado me hubiera traicionado así?

—Waterloo—me giré y la miré fijamente.

—No…, no…, no —gritó—No, por favor, Britt—agitó la cabeza de un lado a otro, sus ojos completamente desolados.

—He dicho Waterloo, Santana. Y si no me sueltas, gritaré hasta que se venga abajo el edificio.

Hablé claro y sin perder el control mientras mi corazón se endurecía hasta volverse una coraza.

Una coraza contra Santana López.

Saco sus dedos de mí y se apartó. Me ayudó a sentarme. Bajé de la mesa de un salto y me lancé hacia el bolso. Ella se subió los pantalones y se los abrocho y lo volvió a intentar.

—Brittany, Britt, te…, te quiero. Te quiero muchísimo; haría cualquier cosa por no hacerte daño. Lo siento, lo siento, lo siento mucho, joder.

Intenté salir por la puerta pero estaba cerrada con llave.

—Abre —exigí.

—¿Has oído lo que te he dicho?

La miré y asentí con la cabeza.

—Abre la puerta para que me pueda ir—hablé muy serena, sorprendida de no estar derrumbada en el suelo llorando como una magdalena.

Solo necesitaba salir de ahí y llegar a mi departamento. Tenía un objetivo y era huir a un lugar seguro.

Se frotó la cabeza, miró hacia abajo y entonces se acercó a la mesa y apretó el botón o lo que fuese que me retenía allí dentro. Escuché el clic y me fui de allí.

—Gracias por el almuerzo tan delicioso, querida —me gritó Frances mientras escapaba.

Le dije adiós con la mano pero fui incapaz de hablar.

Solo salí de allí.

Iba con el bolso y sin ropa interior, pero no iba a volver a buscarla. Solo sal de aquí y vete a casa…, sal de aquí y vete a casa…, sal de aquí…

Oh, Dios mío, estaba dejando a Santana.

Habíamos terminado.

Me había mentido y ya no podía confiar en ella. Había dicho que me quería.

¿Es eso lo que hacen las personas enamoradas?

¿Mentir?

Tampoco hablé con Rach en recepción cuando me dirigí a los ascensores.

Pulsé el botón y me di cuenta de que ella se encontraba justo detrás de mí.
Santana me había seguido pero aun así no me vine abajo.

—Brittany…, Britt, por favor, no te vayas así. Dios, la he cagado. Te quiero. Por favor…

Me puso la mano en el hombro y me estremecí.

—No, no me quieres—eso fue todo lo que pude decir.

—¡Sí que te quiero!—gritó, con una voz cada vez más enfadada—Puedes dejarme pero seguiré protegiéndote. ¡Seguiré cuidando de ti para asegurarme de que estás a salvo y de que nadie puede hacerte daño!

—¿Y si eres tú la que me hace daño?—le espeté—Y estás despedida, Santana. No vuelvas a ponerte en contacto conmigo—el ascensor sonó y se abrieron las puertas.

Entré y me volví hacia ella.

Se llevó las manos a la cabeza y abrió la boca en un gesto de súplica que revelaba que estaba sufriendo. No tanto como yo, pero parecía estar hecha polvo y desesperada.

—Britt…, no lo hagas —suplicó mientras las puertas empezaron a cerrarse y a dejarme sola.

Escuché un fuerte golpe acompañado del grito de una palabrota totalmente ininteligible mientras el ascensor empezaba a bajar hasta la calle, donde cogería un taxi para que me llevara a mi departamento. Donde me derrumbaría en cuanto entrara, y donde me arrastraría hasta la cama y me acurrucaría e intentaría olvidarla.

De Olvidar a Santana López.

Estaba condenada al fracaso.

Lo sabía.

Nunca podría olvidar a Santana.

Nunca.


Fin...

...libro 1...
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Mensaje por minerva ortiz Mar Oct 21, 2014 8:30 pm

Enserio??? Dime que en el 2 libro se reconcilian.......y espero que lo continues me gusta mucho tu fic....;)
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Mensaje por Dolomiti Mar Oct 21, 2014 8:44 pm

FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo - Página 2 2824147739 FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo - Página 2 2824147739 porqueeeeeee !?!?!?!?!??FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo - Página 2 2824147739 FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo - Página 2 2824147739 dime que se reconcilian pronto FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo - Página 2 2824147739 actualiza pronto porfaaa FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo - Página 2 210293833 FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo - Página 2 210293833
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Mensaje por micky morales Mar Oct 21, 2014 9:02 pm

santana debio ser honesta, pero sinceramente no creo que esten separadas mucho tiempo, la esperanza es lo ultimo que se pierde! Hasta pronto.
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Mensaje por Anddy Rivera Morris Mar Oct 21, 2014 9:07 pm

Tienen que volveeeeer!!! Diooos :'( que intenzo eh xD quiero seguir leyendo :$
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Mensaje por monica.santander Miér Oct 22, 2014 12:16 am

Hola!!
Sabia que el padre de Britt la iba a joder!!!
Veremos como sigue!!
Saludos y espero que empieces pronto el próximo libro!!!
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Mensaje por 23l1 Miér Oct 22, 2014 6:52 pm

minerva ortiz escribió:Enserio??? Dime que en el 2 libro se reconcilian.......y espero que lo continues me gusta mucho tu fic....;)

Hola, jajajaajjajaajja gracias por leer =D. Saludos



Dolomiti escribió:FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo - Página 2 2824147739 FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo - Página 2 2824147739 porqueeeeeee !?!?!?!?!??FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo - Página 2 2824147739 FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo - Página 2 2824147739 dime que se reconcilian pronto  FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo - Página 2 2824147739   actualiza pronto porfaaa FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo - Página 2 210293833 FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo - Página 2 210293833

Hola, jajajajajajajaj gracias por leer =D. Saludos



micky morales escribió:santana debio ser honesta, pero sinceramente no creo que esten separadas mucho tiempo, la esperanza es lo ultimo que se pierde! Hasta pronto.

Hola, sip debio, jajaja eso, la esperanza es lo ultimo que se pierde, gracias por leer =D. Saludos



Anddy Rivera Morris escribió:Tienen que volveeeeer!!! Diooos :'( que intenzo eh xD quiero seguir leyendo :$

Hola, eso mismo digo yo! jajajajajajaj, gracias por leer. Saludos =D


monica.santander escribió:Hola!!
Sabia que el padre de Britt la iba a joder!!!
Veremos como sigue!!
Saludos y espero que empieces pronto el próximo libro!!!

Hola, llamo en mal momento =/, gracias por leer. Saludos =D

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