[Resuelto]FanFic Brittana: La Luna de Media Noche (Adaptada) Epílogo

Capitulo 38

Brittany se reclinó en la silla del patio, con las piernas extendidas delante de ella.

—Estoy loca por ella—dijo—Lo cual… bueno… es una locura.

Quinn rio e inclinó ligeramente la botella de cerveza en su dirección.

—Ya era hora que una mujer te enloqueciera.

—Va a romper mi corazón ¿sabes?

—No sabes eso. Parecía bastante encantada por ti.

Brittany sonrió.

—¿Encantada? Sí, tenemos esta… esta cosa entre nosotras. Pero no puedo competir con Sugar Motta—Brittany se sentó—Deberías haber visto las flores, Quinn. Era un enorme ramo con treinta o cuarenta flores diferentes.

—Dudo que las flores vayan a ser el factor decisivo aquí—dijo Quinn.

—Conduce un Mercedes. Tiene un rostro… un nombre… en la comunidad. Es profesional. Siempre viste impecablemente—hizo un gesto hacia ella misma—Mírame. No puedo competir con eso.

—Mira… si Santana es alguien que piensas podrías amar, entonces no dejes que Sugar se interponga. Eres quien eres, Britt. No eres Sugar Motta. Eres todo lo contrario de Sugar Motta.

—Sí. Pero ese es el tipo de mujer con las que San sale.

—Por lo que vimos, ella disfrutó de su tiempo en el lago con nosotras. Y Rach y yo estamos muy lejos de ser como Sugar Motta. Obviamente se siente atraída por ti. Digo, simplemente invítala a salir. Haz lo que haces, se quién eres… y ve qué pasa. No puedes cambiarte a ti misma para tratar de ser alguien que piensas a ella le gustaría. Ya le gustas a Santana tal cual eres.

—Sí. Pero… ¿y si es sólo por el sexo? ¿Y si eso es todo lo que quiere de mí?

—Podrían haber cosas peores, Britt—dijo Quinn con una carcajada.

Brittany sonrió.

—Si. Supongo que sí.

Quinn tenía razón, por supuesto.

No podía cambiar quien era.

Ella no quería cambiar.

Sin embargo, sabía lo que quería. Por primera vez en su vida, quería a alguien. Quería estar con ella, compartir cosas con ella, hablar con ella, reír con ella, amarla.

Quería todo eso… y mucho más… con Santana.

Así que seguiría el consejo de Quinn.

Simplemente invitaría a salir a Santana y vería a dónde iban.

Pero esperaría hasta el lunes.

No quería correr el riesgo de decepcionarse este fin de semana si Santana ya tenía planes con Sugar. Si ese era el caso, prefería no saberlo.

No… prefería meter la cabeza dentro de la arena y pretender que Santana y Sugar no estaban saliendo.

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Capitulo 39

Santana se quedó mirando las flores que Mercedes sostenía.

Por un breve momento, pensó que tal vez serían de Brittany, pero simplemente eran… demasiado.

Brittany nunca haría eso.

—¿Tuviste un buen fin de semana o qué?—preguntó Mercedes—Esto parece un regalo de agradecimiento.

—Muy divertido. No… no he visto ni hablado con Sugar.

—Entonces supongo que tienes razón—dijo Mercedes—Ella no se rinde ¿Dónde te gustarían?

Santana señaló el aparador detrás de ella.

—Creo que estas son aún más grandes que las anteriores que fueron entregadas en casa la semana pasada—dijo Santana.

—¿Vas a llamarla esta vez?—preguntó Mercedes mientras le entregaba la tarjeta.

No puedo esperar a verte. Sugar.

—Tomando en cuenta que vamos a salir la noche del sábado… supongo que debería—sostuvo la tarjeta—¿No te parece extraño? No me llama ni hace ningún intento de verme. Sin embargo, me ha enviado flores dos veces.

—Tal vez te está dando algo de espacio.

Santana negó con su cabeza.

—Una cosa que he aprendido de Sugar, es que ella sólo se preocupa de sí misma. Estoy segura que ni siquiera le perturbó el hecho de que le dijera que no saldría con ella. Está acostumbrada a conseguir lo que sea y a quien ella quiera—arrojó la tarjeta sobre su escritorio—Mi conjetura es que está haciendo que su secretaria las envié.

—Bueno, son bonitas, tengo que decirlo.

La mirada de Santana aterrizó en ellas.

Sí, lo eran.

Hermosas, de hecho.

Aunque solo eran flores y nada más. No evocaban en ella sentimientos románticos en absoluto. Y tan pronto como el maldito banquete de CPA terminara, le diría a Sugar en términos inequívocos que no saldría de ninguna manera con ella.

No perdió de vista el hecho de que estaba usando a Sugar para su propia conveniencia. Eso le hizo sentir una punzada de culpa, pero la alejó rápidamente.

Sugar le estaba buscando por sus propios intereses y Santana estaba haciendo lo mismo.

Sugar era, bien sea que Santana lo admitiera o no, bastante poderosa en la comunidad empresarial.

Su nombre y rostro eran reconocidos.

Y si otros… como ella… pensaba que el bufete de abogados de Sugar no hacía otra cosa más que aprovecharse de las compañías de seguros, eso no era relevante.

Todo el mundo sabía que Sugar tenía un puñado de clientes empresariales exitosos, no sólo las hordas de víctimas de accidentes con la esperanza de sacar provecho.

Y también estoy buscando sacarle provecho a eso, pensó ella.

Ser presidente de su organización profesional sin duda atraería nuevos clientes. De hecho, a la misma Sugar podría traerle nuevos clientes.

Pero Santana no quería jugar ese juego.

Si era elegida presidente, bien. Si no, no iba a perder el sueño por eso.

Un golpe rápido a su puerta le trajo de regreso y se dio la vuelta, encontrándose a Brittany ahí de pie.

Santana sonrió ante la camisa de Brittany que decía: Cuida a Lima, Ohio.

—Hey.

—Hey.

—¿Interrumpo?

Santana se puso de pie.

—De ninguna manera. Pasa.

La sonrisa de Brittany se desvaneció cuando su mirada fue atraída por el gran ramo de flores. Fue entonces cuando Santana notó la rosa solitaria que Brittany sostenía.

—Maldita sea ¿Te envió más flores?

Santana se acercó a Brittany agarrando la rosa. Se la llevó a la nariz, inhalando la fragancia.

—Es hermosa. Gracias, Britt.

Brittany señaló hacia el ramo.

—No… eso es hermoso.

—No.eso.es excesivo—sostuvo la rosa en alto—Esta me gusta mucho más.

Brittany pareció relajarse y su sonrisa regresó.

Santana no pudo contenerse, así que se inclinó más cerca de ella, besando a Brittany suavemente en la boca. Cuando se apartó, Brittany tenía un ligero rubor en su rostro.

—Así que… vine temprano—dijo Brittany—Ya sabes… en caso que alguien pasara por aquí con ganas de llevarte a almorzar.

Le miró expectante, pero Santana negó con la cabeza.

—No puedo. Tengo una cita para comer con un cliente ¿Qué tal mañana?

—No puedo. Es el cumpleaños de Tina. Voy a salir con ella.

—Oh.

¿Quién era Tina?

—Bueno…

—Tina es mi gerente de oficina y está casada con Mike—explicó Brittany—¿Qué tal si cenamos?

—¿Esta noche?

—Si.

Santana no lo dudó.

—Está bien.

Brittany sonrió.

—Bien. Te recogeré temprano. A las 6. Casual. Muy informal—miró el traje de Santana—Y lleva zapatos cómodos. Los que llevaste a Mount Bonnell servirán.

Antes que Santana pudiera hacer otra pregunta, Brittany le dio un beso y se fue.

—¿Zapatos cómodos?

¿Me pregunto a donde me llevará ahora?





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—¿Cena picnic?

—Y una excursión.

Santana se echó a reír.

—Está bien, así que será otra novedad para mí ¿Mount Bonnell otra vez?

—No, no. El puente 360—dijo—Pennybacker—Brittany la miró—Vamos a ver el atardecer. También tiene bonitas vistas del lago Lima, Ohio.

Las noches de octubre eran agradables y ambas estaban usando vaqueros. Brittany usaba unas ligeras botas de montaña y Santana llevaba el único par de zapatos deportivos que poseía.

Arqueó las cejas con escepticismo cuando Brittany estacionó cerca de una señal de NO ESTACIONAR.

—Sí… así que no es realmente un mirador oficial—dijo con una sonrisa.

Santana negó con la cabeza.

—Te van a remolcar.

—No, no. Hay otros dos coches aquí. La gente hace esto todo el tiempo.

Brittany salió y caminó hacia la parte trasera del jeep, sacando una cesta de picnic y una manta.

Santana seguía dudando.

—¿Estás segura que está bien?

—Claro. Será divertido—dijo Brittany—Vamos. El atardecer será alrededor de las 7.

Santana alejó sus temores de ser remolcada y multada y siguió a Brittany a un sendero entre los árboles. Fue una caminata empinada y se aferró a los enebros mientras sus pies se deslizaban sobre las rocas. Pero 10 minutos después estuvieron en la cima.

Y la vista fue impresionante.

—Wow.

—Si. Bastante impresionante ¿no es así?

Santana giró en todas direcciones, viendo la ciudad de Lima, Ohio en la distancia, viendo como un bote de velocidad se deslizaba por el lago. Luego giró hacia el oeste donde el sol ya empezaba a bañar el paisaje de un precioso naranja.

Respiró profundamente absorbiéndolo todo.

¿Cómo había vivido en esta ciudad durante diecisiete años y nunca haber escuchado sobre este lugar?

Echó un vistazo a Brittany, que estaba ocupada extendiendo una manta para que tuvieran una vista sin obstáculos de la puesta de sol.

Había otras dos parejas ahí… al parecer… ambas con el mismo plan que ellas.

Una pareja estaba sentada cerca de la orilla sobre unas rocas. La otra pareja también tenía una manta, pero estaban más atrás contra los árboles.

Santana se unió a Brittany en la manta, cruzando las piernas sobre los tobillos y abrazando sus rodillas.

Tenía una sonrisa en su rostro mientras observaba a Brittany sacar los artículos de la canasta, incluyendo una botella de vino.

—Sangría barata—dijo Brittany—Pero va con nuestros tacos.

Platos de papel, tenedores de plástico, varios tacos envueltos en papel aluminio y una palangana de arroz. Una bolsa de papel con manchas de grasa contenían unas tortillas frescas y un vaso de plástico blanco contenía la salsa.

—Pero esta vez sí recordé las copas de vino—dijo Brittany—Bueno, algo así.

Santana estaba completamente encantada por el picnic de Brittany, incluyendo las copas de plástico. Y si hubieran estado solas, se habría inclinado y le habría besado en ese mismo momento.

—No es nada lujoso—dijo Brittany casi disculpándose.

—No necesito lujo—dijo Santana mientras agarraba un vaso y la botella de sangría—Esto es completamente perfecto.




Y si lo fue.

Estuvo agradablemente silencioso mientras cenaban, sus miradas se alternaban entre el atardecer que se acercaba y ellas.

Sonrisas coquetas y caricias accidentales hicieron que Santana deseara que estuviesen realmente solas. Tenía una increíble necesidad de estar cerca de Brittany, tocarla descaradamente, besarla.

A medida que sus ojos se encontraban con más frecuencia, en vez de con el atardecer, Santana notó que Brittany estaba sintiendo lo mismo. Pero la conversación tranquila de las otras parejas, le hacían controlar sus impulsos.

—Es bonito ¿verdad?

—Sí. Mucho—dijo Santana mientras su mirada regresaba al atardecer.

—Cuando solía pasar los veranos aquí con Ted, cuando todavía era una niña, él solía llevarme a Enchanted Rock—dijo Brittany—Dormíamos en una carpa y hacíamos todo el asunto de acampar. Siempre escalábamos hasta la cima de la roca para ver el atardecer—se volteó hacia Santana—Y a veces, si él podía levantarme, también lanzaba mi culo hasta allí para ver el amanecer.

—¿Fue de él de quien obtuviste tu amor por eso?—preguntó Santana con un movimiento hacia el sol.

—Sí, supongo. Siempre estuve más cerca de mi papá que de mi mamá—dijo Brittany—En realidad, Marley estuvo más cerca de mi mamá que yo.

—¿Tenías cinco cuando se casaron?

—Sí. Marley es sólo un poco mayor. Ella fue la chica femenina que mi mamá siempre quiso. Yo no encajaba en ese molde—dijo Brittany con una sonrisa—¿Y tú? ¿Dijiste que tenías una hermana?

Santana asintió.

—Una hermana mayor. Seis años de diferencia—suspiró Santana—Sin embargo, no somos del todo cercanas. Nos llamamos en los cumpleaños, eso es todo.

—¿Dónde vive ella?

—Waco. Ahí fue donde yo crecí—dijo Santana—Mis padres se divorciaron cuando estaba estudiando el último año de la secundaria. Bree ya se había casado—se encogió de hombros—Me mudé a Lima, Ohio para ir a la universidad y nos distanciamos. Toda la familia lo hizo.

—Eso es muy malo. No podría imaginar mi vida sin Marley. Mi papá y yo somos cercanos. Mi mamá… bueno… no somos emocionalmente cercanas, pero no quiere decir que no hablamos—dijo Brittany.

—Mi papá se volvió a casar y ahora vive en Phoenix—dijo Santana—Conocí a su esposa sola una vez. Y mi mamá, bueno, el divorcio tuvo su efecto en ella—Santana negó con la cabeza—Nunca fue la misma. Se volvió excesivamente religiosa. Cuando salí del closet, habrías pensado que el mundo estaba llegando a su fin—dijo con una risa.

Ahora podía hablar con ligereza del asunto.

En ese momento, estuvo devastada por la reacción de su madre. También terminaron distanciándose.

—Sí. Algunos padres sólo les preocupa cómo les afecta a ellos esa noticia, no a sus hijos—dijo Brittany.

—Exactamente. Necesitaba su apoyo—dijo Santana—Tenía miedo, me sentía sola. Pero no recibí nada de ella. Mi hermana lo aceptó, pero no éramos cercanas.

Brittany se acercó y le dio un abrazo con un solo brazo, luego la soltó.

—No me gusta pensar que estuvieras sola—dijo en voz baja.

Santana miró sus ojos bajo la penumbra menguante.

—A veces… todavía estoy sola

Cuando sus ojos se encontraron, juró que sintió algo que pasó entre ellas.

Quiso aferrarse a eso con fuerza y su mirada nunca vaciló.

—Deberíamos… probablemente deberíamos irnos—dijo Brittany—Porque en este momento, tengo muchas ganas de besarte.

Santana asintió.

—¿Te quedarás conmigo esta noche? ¿Harás el amor conmigo?

Brittany sonrió… una sonrisa dulce que disolvió cualquier soledad que pudiera haber estado sintiendo.

—Te amaré toda la noche… si me lo permites.

Santana extendió su mano y entrelazó sus dedos con los de Brittany.

—Sí. Voy a permitírtelo.

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Capitulo 40

Santana terminó la cuenta con la que estaba trabajando, entonces decidió que las otras dos que necesitaban su atención podrían esperar hasta más tarde.

Su enfoque no estaba en ellas.

Se dio la vuelta en su silla mirando fuera de su ventana, pensando nuevamente que tenía que decirle a Brittany que saldría con Sugar la noche del sábado.

Lo había aplazado toda la semana, aunque se habían visto dos veces.

No podía encontrar las palabras adecuadas para decírselo. En realidad no era una verdadera cita, se seguía diciendo a sí misma.

Pero para Sugar, lo era.

Y para Brittany, sin duda lo sería.

Trató de razonar que estaba bien que saliera con Sugar. Por lo que sabía, Brittany seguía viendo a Staci o a cualquier otra de sus amigas universitarias.

Por supuesto, realmente no creía eso.

Brittany no había dado ninguna indicación de que estuviera viendo… saliendo… con nadie más.

Una rápida sonrisa vino a su rostro mientras aceptaba el hecho de que ella y Brittany estaban saliendo, estaban viéndose la una a la otra. Disfrutaba cada minuto, cada segundo el tiempo que pasaban juntas.

Pero su sonrisa se desvaneció tan rápido como había llegado.

Sábado en la noche.

Seguramente Brittany querría hacer algo. Y entonces Santana tendría que decirle… tendría que decirle que no podía. Ya que iba a salir con Sugar Motta. Y Brittany se sentiría herida.

El timbre de su teléfono trajo nuevamente su atención a su escritorio. Ella lo agarró, vio el nombre de Rachel Berry. Habían intercambiado números de teléfono el día que Santana se había unido a ellas en el lago, pero no habían hablado desde entonces.

—Hola, Rachel ¿Cómo estás?

—Hola, Santana. Espero no haberte atrapado en un mal momento—dijo Rachel.

—No, en absoluto.

—Bien. Quería saber si estabas libre el sábado por la noche. El pronóstico es tiempo soleado y cálido, así que vamos a preparar filetes en la piscina. Cena temprana. Nos encantaría si nos acompañas.

Santana inclinó la cabeza hacia atrás en su silla y cerró los ojos.

—Lo siento, Rachel. Me encantaría, pero tengo planes para el sábado—abrió los ojos nuevamente dándose cuenta de cómo había sonado—Tengo que ir a un banquete de la CPA. Es nuestra cena anual—explicó Santana.

—Oh, eso está muy mal. Cuando mencioné la cena, Britt esperaba que vinieras. Supongo que ella olvidó tú.

—En realidad, no creo que se lo mencionara—dijo Santana permitiéndose una pequeña mentira.

—Sin embargo me encantaría verte a ti y a Quinn ¿Tal vez en otro momento?

—Por supuesto. Nos encantará verte nuevamente.

—Gracias, Rachel. Hablaremos pronto.

Sostuvo el teléfono con fuerza en su regazo, tratando de decidir que iba a decirle a Brittany.

Debería llamarla.

Explicarle.

No.

No por teléfono.

Eso sería una salida cobarde.

Simplemente le diría la verdad.

Realmente no era la gran cosa.

Brittany lo entendería.

Sin duda, lo haría.





Sin embargo, una hora más tarde, cuando Brittany estuvo de pie en su oficina, con esa sonrisa tan coqueta y tan sexy en su rostro, Santana no estuvo tan segura.

—Estaba en la zona—dijo Brittany—Honestamente.

Santana sonrió, incapaz de apartar los ojos de Brittany.

—Y ni siquiera estoy aquí para robarte para el almuerzo.

—¿Oh?

—Sí. Sólo quería verte—dijo Brittany—… E invitarte a cenar el sábado por la noche. Rachel y Quinn quieren hacer filetes en la piscina.

El corazón de Santana se hundió.

—En realidad… ya Rachel me llamó.

—¿Lo hizo? Oh, bien, grandioso—dijo Brittany—Olvidé que ella tenía tu número de teléfono.

Santana caminó alrededor de ella, cerrando la puerta. Cuando se dio la vuelta, se acercó a Brittany, dejando que su mano tocara el brazo de Brittany, apretándolo ligeramente.

—Sin embargo… no puedo ir—dijo Santana—Tengo… tengo este… este banquete de la CPA.

—Oh. Está bien.

La decepción fue evidente en la voz de Brittany, en su rostro. Se apresuró a explicarle.

—Es nuestra reunión y cena anual—dijo Santana—Me estoy postulando para presidente. Es algo como una gran cosa.

—¿En serio? Wow—la sonrisa de Brittany regresó—¿Necesitas una cita?

Santana simplemente se le quedó mirando, sin saber qué decir.

Al parecer, no tuvo que decir nada.

—Oh. Ya tienes una—dijo Brittany—Tú… tú no habías mencionado a Sugar desde hace tiempo. Yo creía que…

—Britt, esto fue planeado hace mucho tiempo. Sugar… tiene un nombre en la comunidad. Es muy respetada. Todo el mundo la conoce o al menos sabe de ella—agitó su mano con nerviosismo en el aire—… Anuncios de televisión, vallas publicitarias—dijo Santana.

—Hey, no hay problema—dijo Brittany—Sugar es una cita perfecta para ti. Yo… yo no tendría que ponerme.

—Britt, no es… en realidad no es una cita—dijo sin convicción.

—Claro que lo es. Pero no es de mi incumbencia.

—Britt…

Brittany levantó la mano.

—No me debes una explicación, San.

—Yo no… no estoy durmiendo con Sugar—dijo Santana—Ni siquiera estoy saliendo con ella. Esto es algo que fue planeado antes que tú y yo.

Un fuerte golpe en su puerta detuvo su explicación.

Mercedes abrió la puerta y asomó la cabeza, encontrando su mirada interrogante.

—Sólo quería que supieras que… Sugar acaba de llegar—su mirada fue hacia Brittany y luego nuevamente hacia Santana—Pensé…—dijo con un encogimiento de hombros.

Oh, Dios mío.

—Sí, gracias—dijo Brittany—Me estaba yendo.

Mercedes cerró la puerta nuevamente y Santana tomó la mano de Brittany.

—Britt, por favor. No te vayas.

La sonrisa de Brittany fue forzada.

—En serio, está bien—dijo Brittany—Llámame si quieres que nos reunamos. Alguna vez.

Santana la miró desesperadamente, pero Brittany ya estaba abriendo la puerta.

Entonces Santana escuchó la voz de Sugar, luego escuchó a Brittany y a Sugar intercambiando lo que supuso fue un saludo. Se dio la vuelta, mirando hacia la ventana, odiándose a sí misma en ese momento.

Le había hecho daño a Brittany, lo sabía. Debió haberle dicho antes sobre el banquete.

No debió ocultárselo.

—¿Libre para almorzar?

Y los golpes seguían llegando.

Santana se dio la vuelta, enfrentando a Sugar. La sonrisa de Sugar era tan forzada como la de Brittany. Santana se unió a la multitud, también forzando una.

—Claro.

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Pd: solo decir que quedan cuatro capítulos + epílogo.

Capitulo 41

—Estoy exagerando ¿no?

Rachel asintió.

—Tal vez un poco.

—Es sólo que… Sugar Motta es tan falsa. No lo entiendo ¿Qué ve San en ella?

—Pasé un poco de tiempo con Sugar cuando estuvimos diseñando su casa—dijo Rachel—Sé que ella quería que fuera un escaparate más que cualquier otra cosa—negó con la cabeza—Recordándome la mansión donde solía vivir.

—¿Tu ex? ¿Katherine?

—Sí—Rachel miró por encima de la parrilla donde Quinn estaba preparando los filetes para la cena temprana—Sugar me recuerda mucho a Katherine. Encantadora, sin embargo nada había sincero en ella. Todo era por un propósito. Su propósito. Katherine también era abogado, ya sabes.

Brittany asintió.

—Si. Y la San que conozco podría ver a través de eso. No puedo verla siendo encantada por ese tipo de persona.

—Bueno, sólo estuvimos a su alrededor en el lago, pero parecía muy sensata. No la veo con esa multitud con la que se la pasa Sugar.

—Lo sé. Sin embargo, ella es su tipo—dijo Brittany.

—Pero ustedes dos… están saliendo ¿Cierto?

Brittany se encogió de hombros.

—Sí. Quiero decir, creo que sí. Salimos. Nosotras… nosotras dormimos juntas.

—Entonces creo que estás exagerando con esta supuesta cita que tiene con Sugar ¿Tienes motivos para pensar que ella te mentiría?

—No.

—Así que este banquete fue planeado meses atrás, me imagino. Y meses atrás, ella estaba saliendo con Sugar. Por lo que nos has contado, esto parece más un acuerdo de negocios que una cita social.

—Sí. Me sigo diciendo eso a mí misma. Porque el pensamiento de que ella esté con Sugar hace que quiera vomitar. Pero entonces sigo viendo a Sugar en su oficina, toda elegante y llevándola a almorzar. Y Sugar tenía esa sonrisa arrogante en su rostro mientras me iba—Brittany tomó la cerveza que Quinn le entregó—Gracias—se volteó nuevamente hacia Rachel—Sugar siempre consigue lo que quiere. Me lo dijo en términos inequívocos.

—Sí—dijo Quinn—Pero ¿qué quieres tú?

—Creo que las dos queremos lo mismo—dijo Brittany—Santana.

—Y probablemente por dos razones completamente diferentes—Rachel se inclinó sobre la mesa y apretó su brazo cariñosamente—¿Cuan enamorada estás?

Brittany sonrió.

—Me temo que demasiado enamorada.

Rachel también sonrió.

—Bien. Ya era hora de que te enamoraras de alguien.

—Sí ¿Pero y si es de la persona equivocada?

—Estas cosas tienen una manera de resolverse—Rachel a miró Quinn y sonrió—¿No es así, cariño?

Quinn asintió.

—Sí, así es—Quinn miró a Brittany—Te hablé de cuando estuvimos en Hawai. Estaba locamente enamorada. Y esa mañana, cuando Katherine regresó y se llevó a Rach, me volví un desastre. Quería creer que Rach podría ver a través de la fachada, pero una parte de mí estaba muy asustada de que no lo hiciera—sonrió a Rachel—Resultó un miedo injustificado.

Rachel rio.

—Creo que tuvimos sexo en la playa esa noche.

Quinn también se rio y miró a Brittany.

—Y no estamos hablando de la bebida.

Brittany levantó las manos.

—Demasiada información.

Brittany las miró, sus ojos todavía brillaban cuando se miraban la una a la otra. Y fue con envidia que vio como Quinn se inclinaba para besar a Rachel.

Estas eran sus dos mejores amigas y siempre eran afectuosas la una con la otra. Había estado alrededor de ellas por años, pero esta era la primera vez que se daba cuenta de lo mucho que quería lo que ellas tenían.

Antes que Santana llegara a su vida, no había pensado mucho en ello. Estaba contenta con sus citas con las universitarias.

Eran divertidas.

No buscaban otra cosa que no fuera pasar un buen rato. No había compromisos ni responsabilidades. No había considerado que conocería a alguien completamente diferente y caería de cabeza completamente enamorada.

Y ellas eran diferentes.

Y Santana estaba en este momento con Sugar Motta, alguien que no era diferente.

Sugar le enviaba flores costosas y le llevaba a restaurantes lujosos.

Sugar conocía a todas las personas adecuadas, decía las cosas correctas.

El coche que conducía simbolizaba su personalidad y su prominencia en el mundo. Un símbolo de estatus que todos podían ver. Supuso que el Jeep que ella conducía también era un símbolo de estatus.

Sólo servía para ilustrar lo completamente opuestas que eran ella y Sugar Motta.

Y en medio de ellas estaba Santana.

Brittany tuvo un dolor repentino en su corazón.

Santana nunca le elegiría.

No sobre Sugar Motta.

¿Quién lo haría?

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Capitulo 42

Santana se miró al espejo.

Su falda gris pizarra y su blusa de cobalto le hacían lucir tan sorprendente como el vendedor le había dicho que luciría —Simplemente resalta el color de sus ojos— Sólo que sus ojos lucían sin vida en ese momento.

Cuando la puerta del baño se abrió, desvió su mirada del espejo… y su propia mirada acusadora… y sonrió cortésmente a la mujer que había entrado.

Una vez de regreso en el salón de baile, mientras examinaba la multitud, viendo rostros conocidos, la mayoría de los cuales sólo veía una o dos veces al año.

Una profunda tristeza se apoderó de ella.

¿Qué estoy haciendo aquí?

No había escuchado una palabra de Brittany desde que había dejado su oficina.

No que esperaba escucharla.

Brittany le había dicho que le llamara si quería reunirse con ella. Sólo habían pasado dos días, pero le había extrañado como loca. No se había atrevido a agarrar el teléfono para llamarla.

Porque honestamente, no sabía qué decirle.

Esperaría hasta después del fin de semana, después que este estúpido banquete hubiese terminado.

Almorzar con Sugar había sido tenso, por así decirlo.

Aunque Sugar nunca mencionó a Brittany e incluso no preguntó qué estaba haciendo en la oficina de Santana, su actitud había dejado claro que le había molestado encontrar a Brittany ahí.

Santana no vio ninguna razón para ofrecerle una explicación.

Brittany tenía tanto derecho de estar ahí como lo tenía Sugar. De hecho, aún más.

Ella estaba durmiendo con Brittany, no con Sugar.

Sin embargo, ahí estaba… elegantemente vestida, con Sugar como su cita, no Brittany. El completo desastre que ahora era su vida, había sido provocado por ella misma, todo porque pensaba que tenía que impresionar a sus compañeros y colegas.

¿Y con qué fin?

¿Ser elegida presidente?

¿Como si eso fuera algo decisivo en su carrera?

Su firma no era grande, pero era lo suficientemente grande para ella.

Conocía la verdadera razón por la que había pensado que tenía que añadir algo a su currículum profesional. Simplemente había estado insatisfecha con su vida personal por lo que se había enfocado en su carrera… aunque ya estaba satisfecha con el rumbo que su vida profesional había tomado.

Respiró profundamente, algo que había estado haciendo mucho últimamente.

Simplemente había estado aterrada esta tarde.

Miró hacia su brazo, viendo la decena de diamantes que centellaban intermitentemente en su… el brazalete que Sugar había deslizado en su muñeca anteriormente.

—Sólo hay una cosa que falta—había dicho Sugar.

Santana le había mirado interrogante.

Sugar había sacado una elegante caja negra. Santana había estado demasiado aturdida para ofrecer una protesta.

—Eres una mujer hermosa, Santana. Te mereces cosas hermosas.

Y ahora estaban aquí, mezclándose con sus colegas, Sugar actuó ante la multitud como sólo ella podía hacerlo.

Santana miró a través de la multitud, encontrando a Sugar, su traje muy similar al suyo.

Las palabras de Sugar aún estaban frescas en su mente.

—Te ves impresionante—había dicho ella—Creo que vamos a ser la pareja más impactante del lugar.

Santana odiaba admitirlo, pero Sugar había tenido razón. Ellas encajaban perfectamente. Pero mientras miraba sobre la multitud, su mirada viajó más allá de Sugar hacia los otros en la habitación y se sintió tan perdida y… y tan deprimida como nunca antes se había sentido.

Dios, odio mi vida.

Ese pensamiento le impactó como ningún otro.

Sí, en este momento, simplemente odiaba su vida.

Aquí no era donde quería estar.

Estas personas no eran con quienes quería estar. Sugar no era la persona que quería como su cita.

Sintió un nudo en el pecho, sintió el golpe de una dosis aguda de ansiedad.

No.

Este no era el lugar donde quería estar. Antes que pudiese cambiar de opinión, antes que pudiese volver en sí, se dirigió resueltamente hacia Sugar.

Ella participaba en una animada conversación con Randal Milstead, el actual presidente de la organización. Santana no consideró esperar un descanso en su intercambio.

—¿Puedo hablar contigo, por favor?—preguntó en voz baja.

Sugar la miró y asintió.

—Por supuesto.

Santana sonrió disculpándose con Randal, luego llevó a Sugar hacia las puertas. Sugar la siguió pero dudó cuando Santana salió a la calle.

—Creo que están a punto de servir la cena—dijo Sugar.

—Lo sé. Esto no tomará mucho tiempo.

La sonrisa de Sugar fue forzada.

—¿Qué pasa, Santana?

Santana levantó su muñeca mostrando el brazalete.

—Para empezar, esto. No puedo aceptarlo—dijo Santana.

—Por supuesto que sí.

—No, Sugar, no puedo—Santana luchó con el broche, finalmente liberándolo. Se lo entregó a Sugar—No puedo aceptarlo.

La sonrisa de Sugar bordeaba en lo condescendiente cuando aceptó el brazalete de ella.

—Eres una mujer hermosa, Santana. Te puedo dar cosas hermosas—rio en voz baja—Tu amiga la pintora… bueno, me enteré que en realidad no posee el negocio. Su padre lo hace. Ella es más como un… un gerente, eso es todo—su risa era petulante en ese momento—Mira lo que conduce.

Santana estaba sin palabras, lo que le sorprendió fue que Sugar sacara a relucir a Brittany.

Sugar elevó el brazalete, la luz hizo brillar los diamantes.

—Ella no puede darte cosas costosas como estas. Yo puedo. Te puedo dar la luna, Santana.

Santana se quedó mirando el brazalete, luego llevó su mirada hacia Sugar.

Negó con su cabeza lentamente.

—¿La luna? No. Puedes darme todo menos la luna—dijo Santana—Brittany… ya me ha dado una luna llena, una luna de medianoche, de esas que se ven sobre las olas con la marea alta, de esas que se ven desde la cima de Mount Bonnell—sonrió ante la expresión confusa en el rostro de Sugar—Como ves… Brittany no me ofrece nada más que a sí misma… y la luna. Tú… me ofreces todo excepto a ti misma—dijo señalando los diamantes.

Sugar frunció el ceño.

—¿La luna?

—Sé que piensas que esto es un juego, algún tipo de competencia. Sé que estás acostumbrada a tener a quien quieras y lo que quieras. No estoy interesada en eso contigo. Lo siento.

Sugar sonrió.

—Estuviste lo suficientemente interesada como para dormir conmigo.

—En realidad, no. Estuve lo suficientemente celosa como para dormir contigo—dijo Santana—Fue la noche que me encontré con Brittany nuevamente.

El rostro de Sugar se endureció.

— Brittany y la joven rubia con la que estaba.

—Sí.

—Bueno, supongo que estoy dispuesta a perdonarte por eso—dijo Sugar—En ese tiempo estaba durmiendo con Meredith—tocó el brazalete—Dejemos todo eso a un lado, estoy dispuesta a hablar de nosotras.

Santana le miró con incredulidad.

—No hay un nosotras, Sugar ¿No has escuchado nada de lo que he dicho?

La sonrisa de Sugar fue condescendiente.

—¿Y no has escuchado nada de lo que he dicho? Puedo darte todo… todo. Estaríamos bien juntas. Míranos—dijo señalando entre ellas—Una pareja perfecta.

—Todo esto no significa nada para mí—dijo Santana—Me había convencido de que sí. Durante años, pensé que esto—dijo señalando a Sugar y su brazalete—… Era importante. Ya sabes… todas estas reglas. Reglas que pensaba tenía que seguir—negó con la cabeza—Siempre pensé que esto era lo que quería.

—¿De qué estás hablando?

—Estoy hablando de nosotras. Estoy hablando de la manera en que vivimos. Estoy hablando del prestigio que le damos a las cosas y a las personas. Todo es tan… tan ridículo—dijo Santana—Lo que realmente quería había estado justo en frente de mí.

—Lo que dices no tiene sentido, Santana.

—No me importa este maldito banquete y ser presidente. No me importa un brazalete de diamantes, Sugar. No me importan las cosas que me puedas dar. No significan nada si no eres feliz. Y yo sólo quiero ser feliz. Quiero estar llena—golpeó su pecho—Aquí. De eso es lo que estoy hablando. Y Brittany me hace feliz. Brittany me hace sentir que soy la persona más valiosa en el mundo.

—Ella es una don nadie—dijo Sugar—Es una pintora.

—No me importa lo que hace para ganarse la vida. No me importa si su nombre está unido o no a esa empresa. Todo lo que ella hace es traerme una rosa y ofrecerme la luna. Literalmente. Ella es como un soplo de aire fresco—se quedó mirando a Sugar—Y estoy actuando como si ella no fuera lo suficientemente buena. Estás tratando de convencerme de que ella no es lo suficientemente buena.

—Ella no es lo suficientemente buena. Mereces a alguien mejor que es.

Santana se encontró con su mirada.

—¿Tú? ¿Te merezco a ti?

—Sí. Podemos estar bien juntas.

—¿Bien? ¿Cómo? No tenemos nada en común, Sugar.

—Por supuesto que sí. Nos manejamos en el mismo círculo, Santana.

—Entonces necesito un nuevo círculo—dijo Santana—La verdad es… que no me siento atraída por ti. No estoy interesada en ningún tipo de relación romántica contigo. Lo siento si te hice creer eso.

Sugar dio un paso atrás.

—Si piensas que voy a rendirme, estás loca.

—Te lo dije una vez… no soy una presa.

—No te considero una presa, Santana. Sólo un reto muy atractivo. Y siempre consigo lo que quiero.

—¿Es una amenaza?

—Sólo estoy diciendo que puedo ser muy persuasiva. Te puedo dar cosas, Santana. Pero también puedo quitártelas.

La sonrisa de Sugar le provocó un escalofrío que le recorrió la espalda.

—Así que entonces… eso es una amenaza—dijo Santana.

—Tengo mucha influencia, como bien sabes. Es por eso que querías que te acompañara a tu banquete de esta noche. Porque tengo influencias—se encogió de hombros—No me importa que me uses, Santana. Sólo espero algo a cambio.

—¿Sexo?

—Eso sería un buen comienzo—dijo Sugar con una sonrisa—Pero me estoy haciendo mayor. Estoy lista para sentar cabeza. Tú y yo haríamos un gran equipo.

Santana no podía creer lo que estaba oyendo.

—Estás loca—dijo Santana dejando salir las primeras palabras que le vinieron a la mente—No soy algo que puedes comprar, Sugar.

—Creo que olvidas la posición de prominencia que tengo dentro de nuestro círculo de amigos y colegas. Fácilmente puedo hacer que el grupo te rechace. No me gustaría ver como tu negocio sufre.

Santana se echó a reír.

—Si piensas que mi negocio se mantiene a flote sólo por los pocos clientes que tengo de nuestro 'círculo'…—dijo Santana haciendo comillas en el aire—… Estás muy equivocada.

—Bueno… después podemos hablar de negocios, Santana. En realidad, deberíamos entrar. Estoy segura que estás ansiosa por mezclarte.

Santana se quedó mirándola.

—Realmente estoy pérdida aquí, Sugar. Siento como si estuviera hablando con un… robot o algo así.

—No entiendo.

—Déjame ponerlo de forma sencilla. Estoy enamorada de alguien. Y no eres tú. Así que no voy a entrar contigo. No voy a comer contigo. Y nunca más haré algo contigo ¿Entiendes?

—¿Enamorada?—Sugar se burló—Por favor ¿Qué tiene el amor que ver con eso? Estoy hablando de un acuerdo de negocios, Santana. Uno que beneficiaría a ambas.

—Sé de lo que estás hablando. Y es triste que no te des cuenta de lo ridículo que suena—dijo Santana—No me interesa. Lleva tu oferta a otro lugar—caminó hacia la puerta—Lo siento Sugar, pero no puedo hacer esto.

—¿Hacer esto? Ya estamos aquí. Ha empezado. Vas a ser presidente—dijo Sugar.

—No me importa. No voy a quedarme. Lamento haberte hecho perder el tiempo esta noche.

Sugar enderezó los hombros.

—Estás cometiendo un gran error, Santana.

—No. Finalmente estoy haciendo lo correcto—dijo Santana—Estoy siguiendo mi corazón.

—Y no te llevará a ninguna parte—dijo Sugar—Hablando de no tener nada en común… eso eres tú y tu joven amiga, Brittany.

—Te equivocas. Tenemos mucho en común. Simplemente estaba demasiado ciega para verlo—dio un paso hacia la puerta, luego se detuvo—Lo siento, Sugar. Realmente, lo siento.

Sugar levantó la barbilla y pasó junto a Santana hacia la puerta, abriéndola.

—Cuando recobres el sentido, llámame. Mi oferta todavía podría estar sobre la mesa.

—No, gracias.

La sonrisa forzada de Sugar se volvió burlona.

—Un día vas a mirar hacia atrás… justo este momento… y te darás cuenta que tomaste la decisión equivocada.

—Sin importar si Brittany es la decisión equivocada o no… tú nunca habrías sido la correcta.

Y, como si no deseara recibir el golpe final, Sugar ofreció una despedida bastante pobre por encima del hombro.

—Tu pérdida, Santana.

Santana casi puso los ojos en blanco.

—¿Qué demonios vi en ella?—murmuró.

Entonces se dio cuenta que la gente le estaban mirando. Volvió a entrar, en dirección a su mesa.

Todo su personal estaba ahí.

Mercedes y Sam, Matt y Unique, Lauren y Brody.

Ella sonrió como disculpándose con todos ellos mientras Sugar tomaba su asiento en la mesa. Se inclinó, susurrando a Mercedes.

—Me tengo que ir. Por favor ¿puedo tomar tu coche?

Las cejas de Mercedes se dispararon.

—¿Qué? No. Está empezando. Estás compitiendo por la presidencia.

—No me importa.

Mercedes miró a Sugar.

—¿Qué está pasando?

—Tengo que encontrar a Britt.

—¿Estás loca? La cena está a punto de ser servida.

—Bueno, sí. Estoy loca. Locamente enamorada—dijo Santana.

Miró a Sugar, que estaba de espaldas a ellas.

—Por favor, dejaré tu coche en mi casa. Terri o Unique pueden llevarte.

Mercedes negó con la cabeza.

—No. Se supone que tienes que dar un discurso.

—Tú lo escribiste. Dalo tú—dijo Santana—¿Por favor? Necesito tu coche.

Mercedes buscó en su bolso.

—Me lo debes—dijo Mercedes mientras le entregaba a Santana sus llaves—Quédate con las llaves y ciérralo bien. Sam tiene una copia.

Santana sonrió.

—Eres la mejor—se inclinó y besó rápidamente a Mercedes en la mejilla—Recuérdame darte un aumento de sueldo.

—Cuenta con ello.

Mientras se dirigía a la puerta, sintió ojos sobre ella y se volteó, viendo miradas curiosas dirigidas hacia ella. Imaginó que había escuchado susurros, mientras hacía su escape.

No le importaba.

Sólo tenía una cosa en mente y era encontrar a Brittany.

Por supuesto, habría ayudado que Mercedes le dijera dónde habían estacionado. Presionó el control remoto varias veces, buscando las luces intermitentes.

—Vamos, vamos—murmuró mientras zigzagueaba su camino a través del estacionamiento.

Finalmente, las luces de un Toyota Camry se encendieron y se apresuró hacia él.


El trayecto a su casa lo hizo sin pensar, sus manos firmemente en el volante.

Llamó a Brittany una vez, pero no hubo respuesta.

Estacionó a un lado de su calzada cerrando el coche de Mercedes. Una vez dentro de su casa, subió las escaleras tan rápido como sus tacones le permitieron.

Se quitó su traje y lo arrojó sobre la cama y luego se apresuró a su armario y sacó el primer par de vaqueros que vio. Añadió una camiseta y zapatillas deportivas y corrió por las escaleras nuevamente.

Estaba sin aliento cuando agarró su teléfono y llamó a Brittany nuevamente.

El corazón le latió con nerviosismo cuando no obtuvo respuesta… otra vez.

—Por favor, Britt-Britt—susurró en vano cuando cayó en el buzón de voz.

Terminó la llamada sin dejar un mensaje.

Simplemente tendría que encontrarla.

Pero cuando arrancó su coche y salió del garaje, se dio cuenta que no tenía idea de a dónde iba.

¿A casa de Quinn y Rachel?

¿Al menos recordaba cómo llegar ahí?

Golpeó el volante con los dedos, tratando de decidir qué hacer.

Sacó su teléfono, recorriendo la lista de sus contactos. Se quedó mirando el nombre de Rachel.

Ellas habían planeado la cena.

Seguramente Brittany todavía estaría ahí.

—Pero no contestó su teléfono—murmuró Santana.

Quizá Brittany no quería hablar con ella, no quería verla.

Presionó el nombre de Rachel de todos modos.

Tenía que encontrar a Brittany.

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Capitulo 43

Brittany rebuscó entre el montón de rocas que había recogido, encontrando una más grande.

La sostuvo en su mano y luego la arrojó al lago, escuchando el chapoteo. Apenas podía distinguir las ondas al chocar contra la superficie. Levantó la vista. Estaba lo suficientemente lejos de la ciudad para ver las estrellas, pero la luna estaba alta e iluminaba el cielo.

Y eso, por supuesto, le hizo sentir… bueno, un poco sombría.

Siempre asociaba la luna con Santana.

Aunque le gustaba un buen atardecer, incluso un bonito amanecer, la luna llena era algo especial.

Recordó la primera vez que su papá le arrastró fuera de su saco de dormir para escalar hasta la cima y ver la luna cuando el reloj marcara cerca de la medianoche.

Y recordó cuando él compró este lugar.

Todavía estaba en secundaria.

Pero ese primer verano, en la luna llena de cada mes, él la sacaba en el bote y flotaban perezosamente en el lago, viendo como la luna sobrevolaba la zona.

Tiempos sin preocupaciones, de seguro.

Había recibido su amor de la tranquilidad, del cielo de la noche, de su papá.

Y nunca lo había compartido con nadie.

No hasta esa noche en el lago, cuando golpeó la puerta de Santana, convenciéndola para salir a compartir la marea alta y la luna de medianoche con ella.

Brittany se preguntaba si no se había enamorado de Santana esa misma noche.

—Y ella está con Sugar Motta esta noche—dijo secamente.

Sí, seguro… tal vez había sido planeada meses atrás… esta cita.

Brittany trató de recordarse a sí misma que no tenía ataduras con Santana. Estaban saliendo, se estaban conociendo entre sí.

No tenían una relación.

Agarró otra piedra y la arrojó al lago.

No… ellas no tenían una relación.

En fin.

¿Qué demonios sabía ella de relaciones?

No tenía experiencia en otra cosa que no fuese salir con universitarias.

Santana era una mujer madura que acostumbraba salir con mujeres… bueno… mujeres como Sugar Motta.

—No soy Sugar Motta—murmuró Brittany mientras agarraba la botella de vino, tomando un largo trago.

Tal vez… tal vez ella y Santana eran demasiado diferentes.

Tal vez ellas no tenían lo suficiente en común como para hacer que esto terminara en algo.

¿Y qué si el sexo era fantástico?

¿Era eso suficiente?

Agarró otra piedra y la arrojó en el lago, el chapoteo perturbó el silencio.

Respiró profundamente, disfrutando la fragancia del viejo enebro que custodiaba el muelle.

Sí… el sexo era algo especial.

Eso no significa necesariamente que su relación sería así.

Dejó escapar un suspiro de frustración y se recostó en el muelle, sus brazos a los costados. Se quedó mirando hacia el cielo, deseando poder alejar sus pensamientos a algo distinto que no fuera Santana… y Sugar.

Pero ellas continuaban bailando alrededor de su cabeza, volviéndola loca.

Cerró sus ojos a las estrellas, imaginando el sol y la arena, las olas en la playa, el rugido de las olas, el grito de las gaviotas… todas las cosas que siempre le vincularían a Santana.

Pero aun así, fue una sensación pacífica la que se apoderó de ella. El poder ver esa mirada en los ojos azules de Santana, el aspecto que tenían después de hacer el amor.

La mirada que le decía que había sido más que sexo.

Que habían hecho el amor.

Abrió los ojos nuevamente, parpadeando hacia el cielo nocturno, enfocándose nuevamente en las estrellas. Giró su cabeza hacia un lado, descubriendo que la luna se había elevado más en el cielo.

Los ojos de Santana no podían mentir.

Ella sonrió ligeramente.

No, esos ojos no mentían.

Se sentó y agarró otra piedra, dándole un fácil giro hacia el lago. Entonces tal vez había reaccionado de manera exagerada.

Como Rachel había dicho, había sido una cita de negocios.

Probablemente.

No había razón para estar inundada de celos. No había razón para actuar como una maldita niña mimada y huir y esconderse de Santana.

—¿Quieres compañía?

Brittany saltó, casi cayendo en el muelle y en el lago.

—¡Jesús, me asustaste de muerte!

—Lo siento—las tablas del muelle crujieron cuando Santana se acercó—¿Puedo sentarme?

Brittany asintió, preguntándose si estaría soñando que Santana estaba ahí.

¿Y su banquete?

¿Qué pasó con su cita?

—Parecías perdida en tus pensamientos, rubia—dijo Santana mientras se sentaba a su lado—¿Quieres compartirlo?

Brittany se encogió de hombros.

—Un montón de cosas, realmente. Al principio, estaba pensando que tal vez tú tenías razón.

—¿Razón sobre qué?

—En el lago… cuando dijiste que yo no era tu tipo—levantó la botella de vino—No encontrarías a Sugar Motta bebiendo vino de la botella.

—No.

Santana balanceó sus piernas sobre el borde del muelle y Brittany se encontró haciendo lo mismo.

—No, no lo harías. Tampoco la encontrarías aquí sentada.

Brittany tomó un sorbo de vino y le entregó la botella a Santana y ella le regaló una sonrisa que casi le derritió el corazón.

—Entonces… ¿qué estás haciendo aquí? ¿Qué pasó con tu banquete?

Santana metió la botella de vino entre sus piernas y luego continuó oscilando hacia atrás y adelante sobre el agua.

El silencio fue roto por el sonido de un búho en los árboles detrás de ellas.

—Decidí que no quería ser presidente—dijo Santana.

—¿En serio? Me pareció que era algo importante—dijo Brittany.

—Oh, no lo sé. Podría atraer más negociaciones, pero lo estamos haciendo bien.

Brittany se acercó y golpeó su hombro.

—¿Realmente que fue lo que pasó?

Santana suspiró.

—Sugar me regaló un brazalete de diamantes.

Brittany miró sus muñecas.

Estaban desnudas.

Extendió la mano, frotando su dedo índice contra la piel de Santana.

—¿Dónde está?

—No lo acepté—Santana aclaró su garganta—Ella dijo que me podía ofrecer cosas costosas. Me envió enormes ramos de flores, pero todo lo que quería era una rosa—dijo Santana, su voz suave y tranquila, mezclándose con la quietud del lago—Ella dijo que podía ofrecerme la luna—Santana se volteó, encontrando los ojos de Brittany en la luna—Le dije que tú ya me habías dado la luna.

Brittany tenía miedo de respirar, pero no tenía miedo de decirle a Santana lo que había en su corazón.

—Sanny—susurró Brittany—… Por favor… por favor dime que no soy la única.

—¿La única?

—Enamorada.

Santana se inclinó hacia delante, besando ligeramente los labios de Brittany.

—Cariño, estoy tan enamorada de ti. Locamente enamorada.

Brittany parpadeó hacia ella estúpidamente.

—¿En serio?

Santana se echó a reír.

—Sí… en serio, Britt-Britt.

—Me encanta cuando me dices así.

Santana sonrió.

—Y a mi cuando me dices, Sanny.

—Y esos hermosos hoyuelos que te salen al reir.

Santana ahora sonrio, pero con un leve rubor en sus mejillas.

—Wow. Prácticamente las veía a Sugar y a ti casadas—bromeó Brittany.

Santana golpeó juguetonamente su brazo.

—No sigas.

Brittany se sintió mareada cuando se inclinó hacia Santana, besándola nuevamente.

Se alejó antes de seguir más lejos.

Santana apoyó la cabeza en el hombro de Brittany.

—Realmente lamento lo del otro día. No fue mi intención hacerte daño, Britt.

—Sí. Eso dolió.

—No sabía cómo decirte lo del banquete. Y Sugar, sí, ella dejó en claro que quería más de mí que amistad.

—Entiendo.

—No creo que lo hagas—Santana levantó la cabeza, ahuecando el rostro de Brittany con una mano—No quiero nada de ella. Para mí… ella no es diferente a Elaine… o a cualquiera de las otras en nuestro llamado círculo—dijo—Después que te conocí… ese círculo que yo llamaba mis amigas…esas mujeres con la que salía… todos ellas palidecieron en comparación. Y creía que nunca te volvería a ver.

—Le rogué a Marley que me diera tu apellido y tu dirección, pero se negó—dijo Brittany.

—Entonces tal vez sea el destino.

—Tal vez.

Santana apoyó la cabeza en su hombro una vez más.

—Me siento tan cómoda contigo, Britt. Es tan diferente de todo lo que he experimentado anteriormente. Es un poco aterrador.

—Es muy aterrador—Brittany entrelazó sus dedos con los de Santana—Entonces… ¿cómo llegaste hasta acá?

—Rachel. Me envió por mensaje de texto tu dirección—dijo Santana—Realmente me gusta.

Brittany se rio.

—Ella fue la única razón por la que no me hundí por tu banquete de esta noche. Me convenció de que estaba exagerando.

—Rachel y yo vamos a ser buenas amigas.

—Eso es genial.

Santana levantó la cabeza y besó su mejilla.

—Lo siento mucho ¿Cómo puedo compensarte?

—Bueno… esa sí que es una pregunta tonta—murmuró Brittany mientras su boca se encontraba con la de Santana.

Dejó que el beso se apoderara de ella, sin tratar de atemperar las cosas por más tiempo. Santana había dicho que estaba enamorada de ella.

¿Acaso había algo mejor que eso?

—Entonces… tu papá no está aquí ¿verdad?—susurró Santana contra sus labios.

—Él no está aquí—dijo Brittany mientras acostaba a Santana sobre el muelle, sus besos hambrientos y exigentes.

—¿Y tienes una habitación aquí?

Brittany sonrió cuando se apoyó en sus codos.

—¿Qué sugieres?

—Una cama.

Brittany se rio.

—¿Temes que nos caigamos en el lago?

—Sí.

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