[Resuelto]FanFic Brittana: A los 17 (Adaptada) Cap 43 Final

Capitulo 28

Santana estaba en el camino de su entrada, notando que el césped había sido cortado recientemente.

Hizo una nota mental para agradecerle a Rory, el hijo del vecino que estaba en la secundaria. Había vivido aquí cuatro años y cada vez que ella estaba lejos, él siempre se hacía cargo de su jardín.

Miró el garaje, pero en lugar de usarlo, sacó sus llaves y se dirigió hacia la puerta principal, su bolso de viaje colgaba en su hombro. El encierro de la casa le pegó inmediatamente y abrió las ventanas, dejando entrar un poco de aire fresco. Estaba lo suficientemente caliente afuera por la AC, pero tener la casa encerrada de esta manera, la mantenía fresca por dentro.

Se movió a voluntad, aterrizando en la cocina. Abrió la nevera, alegrándose de haber limpiado todos los productos perecederos cuando se había ido tres meses antes. Dos botellas de cerveza y una lata de Coca-Cola eran sus opciones de bebida. Bueno, estaban las botellas de agua, pero agarró una cerveza. Caminaba por la casa sin rumbo, su vista aterrizaba sobre los objetos familiares.

Fue por el pasillo, deteniéndose para mirar su dormitorio.

Su cama estaba en Lima, Ohio, por supuesto, dejando un vacío en la habitación. Fue a la habitación de invitados y empujó la puerta abriéndola.

Estaba como la había dejado y tiró su bolso sobre la cama. Cuando se mudó a casa de su mamá, no había considerado los arreglos para dormir aquí. Sólo quería estar cómoda y tener su cama con ella era una necesidad.

Santana regresó a través de la casa y se quedó en el salón, preguntándose por qué se sentía tan inquieta. Esta inquietud le había seguido durante toda la semana y no había podido sacudírsela.

La verdad era que quería estar de vuelta en Lima por extraño que sonara.

Oh, sería bueno ver a Quinn y a Rachel otra vez, pero no tenía ánimos para fiestas.

En realidad, no tenía ánimos para ver a Elaine.

Finalmente regresó a la cocina y salió por la puerta de atrás, encontrando una silla en la sombra. Se hundió en ella y estiró las piernas, balanceando la botella de cerveza sobre su estómago, mirando el entorno familiar, sin embargo, se sentía tan fuera de lugar. Tal vez desde que había regresado a Lima se había dado cuenta de lo poco que este lugar se parecía a un hogar y como simplemente parecía una casa en la que vivía cuando no estaba rebotando de tienda en tienda.

Pero no quería hacer hincapié en eso.

Eso sólo le haría extrañar lo que no tenía. Lo cual, a su vez, traía a Brittany a su mente.

Admitió que, sí, la echaba de menos.

A pesar de que había tensión entre ellas cuando estaban solas, todavía había amistad entre ellas. Esa parte era fácil. Pero tratar de decirse a sí misma constantemente que aún no se sentía atraída por Brittany era agotador.

Pensó en su fiesta improvisada de pizza, las dos sentadas en el suelo de la cocina de Brittany. Sonrió al recordar el rostro de Brittany cuando valientemente se terminó la cerveza que no le gustaba. Pero su sonrisa se desvaneció cuando recordó la mirada en los ojos de Brittany cuando había mencionado la fiesta...y Elaine.

Pero qué demonios, no sabía lo que Brittany quería de ella.

Todavía estaba casada, por el amor de Dios.

Todavía estaba...casada con un hombre.

Santana se levantó bruscamente, poniendo fin a esa línea de pensamiento.

Entró en la casa para tomar una ducha. Sabía que ni Quinn ni Rachel se molestarían si llegaba temprano. Sólo esperaba que fueran tan comprensivas cuando ella se fuera temprano también.


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—Bueno, ella regresó—dijo Quinn abrazando a Santana con cariño—Me alegro de verte nuevamente, San.

—Yo también, Quinn. Espero que no te importe—dijo—Llegue un poco temprano.

—Esperaba que vinieras temprano. Rach está ocupada en la cocina. Tendremos unos minutos para hablar.

Santana asintió.

—Déjame entrar y decir hola.

—Te veré en el patio.

Santana se asomó en la cocina, encontrando a Rachel inclinada, poniendo algo en el horno.

—Huele bien, Rach—dijo.

Rachel saltó, su rostro reflejando una sonrisa.

—San, llegaste temprano—dijo mientras se acercaba para darle un abrazo—Te hemos echado de menos.

—Gracias. También las eché de menos.

—Has estado fuera tres meses y solo nos has llamado dos veces ¿Eso quiere decir que encontraste a alguien que ocupara tu tiempo?

Santana negó con la cabeza.

—Sólo he estado ocupada—dijo vagamente.

—¿Así que no te importa que Elaine venga esta noche?

—No, por supuesto que no. Será bueno verla. En realidad hablamos por teléfono a principios de esta semana.

—Bien. Porque no quiero que las cosas sean incómodas para ti, por si acaso, ya sabes—dijo Rachel con una sonrisa burlona.

—Si estás insinuando que Britt está de regreso en mi vida, entonces no. Nada de eso de todos modos.

—¿Pero la has visto?

—Sí. De hecho, he cenado con ella un par de veces.

Rachel sonrió ampliamente, claro tampoco le pasó desapercibido como llamo Santana a Brittany.

—Eso es grandioso. Porque…

—Ya te lo he dicho, no es un cuento de hadas—advirtió Santana.

—Oh, lo sé. Pero tu historia me rompió el corazón, y como le dices Britt y ya no Brittany, y claramente espero…

—Quedémonos con el presente—dijo rápidamente—Se supone que debo unirme a Quinn en el patio. Con el pretexto de compartir, pero estoy segura que quiere trabajar la cosa psiquiátrica en mi cabeza—dijo Santana con una sonrisa.

—Sí, esos malditos psicólogos—se rió Rachel—Siempre quiero saber lo que está pasando por su cabeza—señaló la barra de la cocina—Hay vino—dijo—O cerveza. Lo que tú quieras.

—Voy a esperar—dijo Santana.

Quinn estaba sentada a solas en el patio, el ventilador soplaba aire frío alrededor.

Le ofreció una silla a su lado.

—Te ves cansada—señaló Quinn.

—Una semana larga—dijo ella pero Quinn continuó estudiándola—Así que, en nuestras pocas llamadas, fuiste muy evasiva en cuanto a cómo se sentía estar en Lima.

Santana suspiró.

—Bueno, Dra. Fabray, en realidad ha sido mejor de lo que esperaba.

—¿En qué sentido?

Santana miró hacia otro lado, preguntándose por qué estaba permitiendo que Quinn le interrogara como si fuera una de sus pacientes.

Tal vez porque quería…necesitaba…hablar.

—He visto a Britt—dijo ella—Muy a menudo, en realidad.

—¿Debido a tu mamá?

—Al principio, sí—la miró rápidamente—Hemos cenado un par de veces. Y ella compró una casa nueva—Quinn simplemente enarcó las cejas—Dejó a Sam. Le pidió el divorcio.

Quinn se echó hacia atrás.

—Wow. No me lo esperaba. De todo lo que nos has dicho, ella era muy robótica con su vida, su matrimonio. Y le dices Britt, ¿Qué ha cambiado?

—¿Estás pensando que tengo algo que ver con eso?

—¿Lo eres?

Santana negó con la cabeza.

—No. De hecho, dejó en claro que no se trataba de mí. Creo que simplemente ella es mayor ahora, con más confianza en sí misma. Además, su hijo se ha ido, siguió adelante con su vida y creo que se dio cuenta de lo infeliz que era realmente. Esa decisión la tomó antes de que yo apareciera.

—¿Así que el momento es sólo una coincidencia?

—Coincidencia o no, tenía que terminar con su matrimonio. Me alegra que lo haya hecho. Ella es una persona completamente diferente. Es más como su viejo yo. Las pocas veces que la había visto en los últimos quince, dieciséis años, había estado...sí, robótica. Pasando por todo mecánicamente.

—¿Y han resuelto algo?

—¿Resuelto? ¿Qué quieres decir?

Quinn negó con la cabeza, pasando a otra pregunta.

—¿Ya han hablado de su pasado?

—En realidad no. Se ha sacado a relucir, por supuesto. Pero no lo hemos diseccionado, si eso es lo que quieres decir.

Quinn se acercó más bajando su voz.

—¿Todavía sientes algo por ella?

Era una pregunta que Santana se había preguntado a sí misma, pero no se había atrevido a contestar.

Sí, todavía se preocupaba por Brittany, eso era evidente. Pero esos sentimientos de años atrás, esos sentimientos locos en el que nada más importaba, excepto Brittany, seguramente esos sentimientos se habían ido.

Le había dicho a Brittany que estaba más allá de todo eso.

El problema era que sólo una pequeña parte de su corazón realmente creía eso. Aunque ella y Brittany no habían estado a solas por mucho tiempo, cuando lo estaban, siempre había una cierta tensión entre ellas.

¿Sexual?

Tal vez.

Aunque había hecho un esfuerzo concertado para dejar su pasada relación en el pasado, había momentos cuando miraba a Brittany que parecía que su pasado no estaba tan lejos.

Juraba que aún podía recordar el sabor de su piel, el sonido de sus suspiros, el olor almizclado de su excitación.

Se volvió hacia Quinn, sin rehuir su mirada exigente.

—Probablemente siempre tendré sentimientos por ella—admitió—La verdad es que estamos caminando un poco sobre cáscaras de huevo alrededor de la otra.

—¿Por miedo a qué?

Santana se encogió de hombros.

—Miedo al pasado.

—¿Miedo a que pase nuevamente?

Santana respiró profundamente.

—Sí—hizo una pausa—Y miedo de que no pase.

Quinn se acercó y palmeó su rodilla, pero, sorprendentemente, no dijo nada más.

Unos minutos más tarde Rachel salió con una botella de vino y tres vasos.

—Pensé que podríamos tomar una copa antes de que los demás lleguen—dijo ella. Las miró con recelo—Quinny, por favor, dime que no has estado interrogándola hasta la muerte.

Santana se echó a reír.

—Solo tanto como lo permití, Rach—tomó un vaso de Rachel—Gracias.

—Así que ¿cuánto tiempo vas a quedarte, San?

—Me voy en la mañana—dijo ella.

—Oh—dijo Rachel, sonando decepcionada—Teníamos la esperanza de que te quedaras el fin de semana.

—Tengo que volver—dijo Santana.

—Hace algunos meses estabas temiendo ir a Lima. Ahora estás apresurándote para regresar—dijo Quinn, afirmando lo obvio.

—Jake y su familia vienen el Domingo—dijo—Cierran el trato de su casa el Lunes, así que él va a estar de acá para allá mudándose. Tengo que estar ahí para los contratistas—explicó ella.

No era imperativo que estuviera ahí, por supuesto, pero no tenían por qué saberlo.

Se sorprendió, sin embargo, que en realidad estaba inventando una excusa para estar ahí.

—¿Así que sólo vamos a verte esta noche, San?—preguntó Rachel.

—Sí. Pero estoy segura que volveré dentro de poco—dijo ella, sabiendo que probablemente ese no sería el caso.

El timbre sonó, interrumpiendo cualquier otra pregunta.

Santana estaba agradecida de que la fiesta comenzara. Cuanto más pronto iniciara, más pronto podría salir de allí.

Esa idea, sin embargo, le sorprendía.

Estas eran sus dos mejores amigas, después de todo.

Con un suspiro, las siguió al interior, dispuesta a entablar una conversación sin sentido con las personas que sólo conocía de pasada. Elaine, al parecer, llegaría tarde. Santana se ocupó en la cocina, ayudando a Rachel con los aperitivos y asegurándose de que las copas no estuviesen vacías.

Quinn la estaba observando, pero evitó ser acorralada por ella. Después de haber pasado una hora con una sonrisa de plástico y fingiendo estar interesada en la conversación a su alrededor, Elanie mágicamente apareció a su lado.

Santana no estaba interesada en reunirse con ella.

Sólo había hablado con Elaine dos veces en los últimos tres meses y no la había vuelto a ver desde la semana antes de irse a Limal. Recordar que había estado desnuda en ese momento sólo profundizó su aprehensión.

—¿Al menos tendré un abrazo?—Santana abrió los brazos, sintiendo la leve presión del suave cuerpo de Elaine contra el de ella, no obstante fue breve. Sin embargo, fue suficiente, para que Santana no perdiera la obvia insinuación por parte de Elaine quien rozó su pecho mientras se alejaba—Te ves tan...atractiva como siempre, San—le susurró Elaine al oído.

—Como tú—respondió ella, dejando que sus ojos vagaran sobre el cuerpo de Elaine, aterrizando en el escote sugerente que su blusa proporcionaba. Sugerente…aun así no tentador… y Santana levantó sus ojos, su sonrisa casi una disculpa—Me temo que es una noche corta para mí—dijo ella—Me voy muy temprano en la mañana.

—No me importa una noche corta, San. Te he echado de menos.

Santana se acercó más.

—Oh, vamos, Dra. Hatcher, seguramente no has tenido problemas en encontrar a alguien con quien compartir tus juguetes.

Elaine rió deliciosamente.

—Por supuesto que no. Pero lo preferiría contigo. Creo que te gusta jugar a ser la difícil de conseguir—dijo ella.

—¿Yo? Soy la que se olvida las citas para cenar ¿recuerdas? Eso no es jugar a hacerse la difícil de conseguir. Creo que tus palabras fueron, desconsiderada y... ¿Cuál era la otra? ¿Egoísta?

La sonrisa de Elanie vaciló sólo un poco.

—Centrada en sí misma.

Santana asintió.

—Eso es correcto. Centrada en sí misma—Santana se apoyó en el mostrador, dejando un pequeño espacio entre ellas—Entonces ¿cómo has estado? ¿Ocupada?

—Siempre ¿Y tú? ¿Está avanzando la tienda?

—Sí, justo lo programado.

Estuvo a punto de lanzarse en una animada discusión de la tienda… cuando se entregarían los congeladores y refrigeradores, cuando empezarían las contrataciones, cuando el inventario comenzaría a rodar… pero recordó que Elaine normalmente ponía expresión aburrida cada vez que hablaba de sus tiendas.

Afortunadamente, Rachel anunció que la cena estaba lista y Santana siguió hacia el comedor sin decir palabra a Elanie.

Capitulo 29

Brittany se echó a reír cuando apagó todas las velas menos una en su intento de apagar las treinta y ocho.

—Oh, no, eso es mala suerte—dijo ella. Ashton se abalanzó y apagó la última de ellas, sonriendo como si fuera su cumpleaños—¿Fudge de doble chocolate?

Brittany se volvió hacia Maribel con las cejas levantadas.

—Lo sé, lo sé. Es el favorito de Ashton. Pero cuando tú y Tana eran niñas, creo que este era el que más me hacía hornear para ti casi todos los años.

La sonrisa de Brittany vaciló un poco ante la mención de Santana.

Tenía la esperanza de que este año, Santana pudiera recordar su cumpleaños o por lo menos reconocerlo, pero no había sabido nada de ella durante toda la semana.

Maribel pensaba que Santana regresaría a casa mañana. Y ahora, al igual que otros años, sentía esa tristeza que le abrumaba.

Azul.

Se sentía azul.

Trató de alejarla, pero los ojos de Maribel se suavizaron y extendió una mano para apretar la suya.

—Quiero esta esquina—dijo Ashton, ajeno al estado de ánimo de su mamá.

Brittany apretó la mano de Maribel en respuesta y luego tomó el cuchillo.

—Aquí tienes—dijo mientras cortaba cuidadosamente un pedazo grande.

Ella y Maribel tomaron pedazos mucho más pequeños y estaba tan delicioso como siempre. Ashton terminó su pedazo en tres grandes bocados, luego tomó la laptop con la que ella siempre lo veía en el sofá.

—Creo que él duerme con esa cosa—susurró Brittany.

—Parece muy emocionado—dijo Maribel—Mucho más que cuando se dirigió a la escuela de medicina.

—Sí. Creo que esto será bueno para él.

—¿Y qué hay de ti? Él sólo estará aquí una semana más ¿Va a estar bien en tu nueva casa sola?

—Voy a estar bien. Me encanta hasta ahora. Por supuesto, sabes los pocos muebles que tengo. Eso me mantendrá ocupada y disfruto ir de compras. Especialmente la ropa. Ahora tengo varios pares de vaqueros y pantalones cortos—se acercó más—Ha sido muy agradable no tener a mi mamá conmigo.

Maribel se rió en voz baja.

—Bueno, por favor, no le digas que te ayudé a elegir tu dormitorio.

—No importa. Ella le encontrará fallas de todos modos.

Permanecieron en silencio por un momento y Brittany sintió la mirada atenta de Maribel sobre ella. Levantó la vista, sintiéndose un poco triste nuevamente.

—¿Te ha llamado Tana?

Brittany negó con la cabeza.

—No sé por qué esperaba que lo hiciera. No es como si me hubiera llamado en los últimos dieciséis, dieciocho años—tomó su taza de café y luego la bajó nuevamente, sabiendo que el café estaba frío—A pesar de que San y yo nos hemos acercado nuevamente...casi se siente como si nos repeliéramos la una a la otra.

Maribel asintió con la cabeza.

—Sí. Eso es lo que hace la gente cuando tiene miedo de acercarse demasiado.

Brittany quería compartir algunas cosas con Maribel, pero no estaba segura de cuan apropiado sería considerando que Santana era su hija.

Por otra parte, además de Santana, Maribel era su amiga más cercana, a pesar de su diferencia de edad. Echó un vistazo por encima del hombro, asegurándose de que Ashton siguiera absorto en su laptop.

—Esos viejos sentimientos...todavía están ahí—dijo en voz baja—Me asusta. Me imagino que también asusta a San.

Maribel se acercó más, su voz igualmente baja.

—¿Así que no tienes ningún deseo de darles la bienvenida otra vez?

Brittany sonrió.

—¿Darles la bienvenida?

Maribel se ruborizó.

—Estaba tratando de decirlo delicadamente.

La sonrisa de Brittany se desvaneció y jugó con el tenedor entre sus dedos, finalmente bajándolo y colocándolo al lado de lo que quedaba de su pastel.

—En este momento, están sucediendo muchos cambios en mi vida, agregar eso a la lista me podría llevar al límite—admitió—Necesito concentrarme en mí. Tengo que recuperarme primero.


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El regreso a casa se hizo casi en silencio y miró a Ashton, quien miraba hacia frente, con el rostro inexpresivo.

—¿Qué pasa?

Él la miró y negó con la cabeza.

—Nada.

—Estás muy callado—dijo ella.

Él se encogió de hombros.

—Sólo pensaba.

—¿Sobre qué?—presionó.

Se volteó para mirarla nuevamente, parpadeando varias veces.

—Cuando estabas hablando con la Srta. Maribel, estuviste hablando sobre todos los cambios en tu vida—dijo él.

Ella agarró el volante un poco más fuerte. Así que estaba escuchando, después de todo.

Asintió con la cabeza lentamente.

—Sí.

—Mamá...tú y San eran...eran más que amigas—preguntó él, su voz sonaba pequeña e infantil dentro el coche silencioso.

En cierto momento, esta pregunta le hubiese enviado en picada.

Ahora, quería decirle la verdad, sacarlo todo. Sería un alivio no tener que ocultarle eso a él. Pero…

¿Realmente él quería saber la respuesta?

¿Era algo que un hijo quería saber acerca de su mamá?

Él pareció sentir su vacilación.

—Está bien, mamá. Me lo puedes decir.

—Realmente has crecido ¿no es así?

—¿San fue tu primer amor?

Brittany sonrió ante su elección de palabras.

—Sí. Sí, lo fue—lo miró rápidamente—Sé que eso debe impactarte.

—¿Lo sabe papá?

—No.

Ella entró en su nuevo camino de entrada a la casa y apretó el botón de la puerta del garaje. Antes de entrar, ella lo miró, observando sus ojos inteligentes que estaban llenos de preguntas.

—¿Es por eso que te estás divorciando de papá?

—No, cariño. Tu papá y yo, bueno, fuimos presionados para casarnos al igual que fuiste presionado para ir a la escuela de medicina—entró en el garaje y estacionó—¿Recuerdas a principios de primavera, cuando me dijiste que no me veía feliz?

—Sí.

—Lo intenté. Todos estos años, realmente traté que funcionara con tu papá. Pero nunca lo amé de la forma en la que necesitas amar si quieres que un matrimonio sobreviva. Y cada año que pasaba, más infeliz era ¿Entiendes?

—Sí. Lo sé, mamá. Me di cuenta—torció sus manos—Pero papá está muy molesto por esto. Dice que no sabe cómo va a lograrlo sin ti.

Brittany se mordió el labio, tratando de encontrar una manera diplomática de decirle que Sam estaba utilizando a Ashton para sus propios fines.

Decidió que no podía.

—Eso es ridículo—dijo ella—Agnes se ocupa de él. No yo—salió y cerró la puerta—Lo siento, pero él realmente está preocupado por lo que sus colegas y clientes dirán. Él no va a extrañarme en su vida, Ashton.

—Lo siento, mamá.

Ella se acercó a él y le dio un fuerte abrazo.

—No tienes que disculparte, cariño—lo dejó en libertad—Ahora, solo estarás otra semana aquí. Si deseas pasar un tiempo con tu papá, lo entenderé.

Él asintió con la cabeza.

—Voy a pasar un par de días ahí. No sé su agenda todavía.

—Está bien ¿Qué tal si mañana tenemos nuestro día de juego? Tendremos nuestra propia fiesta en la piscina.

—Hecho.

Ella apartó el cabello de sus ojos.

—Espero no haberte decepcionado—dijo ella.

—Nunca podrías decepcionarme, mamá.


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Más tarde, con Ashton absorto nuevamente en su computadora, llenó un vaso de vino y salió a la piscina.

Había comprado algunos muebles, una mesa con una tapa de vidrio grabada y cuatro sillas, un par de tumbonas y un sofá de mimbre con cojines gruesos.

Eligió el sofá de dos plazas y estiró sus piernas mientras miraba las luces parpadeantes de la piscina bajo el agua. Era una noche tranquila, con sólo el sonido ocasional de un coche que pasaba.

Sus vecinos a cada lado eran mayores, sin hijos. No los había visto mucho y se preguntaba si ellos disfrutaban de sus patios traseros o si preferían quedarse en casa.

Mientras ella crecía, la única vez que sus padres utilizaron el jardín y el patio fue para realizar algunas fiestas.

Incluso la cubierta…solamente la utilizaba ella y Santana.

No podía recordar un solo momento en que sus padres…ni uno o el otro… simplemente salían para sentarse. Y una vez que se casó, rara vez salía, a pesar de que su patio era bastante elaborado.

Tal vez ese era el problema.

Era elaborado, pero no atractivo.

No como el pequeño patio de Maribel, con sus macetas por los alrededores.

Eso era lo que ella quería en su patio.

Nada especial, simplemente atractivo y acogedor, un lugar donde poder sentarse y contemplar el día.

Como ahora.

Su cumpleaños.

Treinta y ocho años.

Dios ¿dónde había ido todos esos años?

Se les había escapado sin que ella realmente lo notara. Había pasado por todo mecánicamente, día tras día, semana tras semana, hasta que sus dieciséis años de matrimonio se deslizaron como la arena a través de un reloj de arena.

Pero aquí estaba sentada, en su nueva casa, la primera de su elección. Su nueva vida apenas comenzaba.

Cuando sonó el teléfono, perturbando el silencio, casi lo apagó sin mirar.

Había evitado a su mamá todo el día. El mensaje de voz que había dejado esa mañana era suficiente para manchar su día. Realmente no tenía ganas de hablar con ella.

Miró el teléfono y sintió que su pulso se aceleró.

No era su mamá.

—Hola—dijo ella.

—Hey. Quería desearte feliz cumpleaños, Britt.

Ella cerró los ojos por un momento.

—Te acordaste, Sanny.

—Siempre lo recordé, Britt—dijo Santana en voz baja—¿Tuviste un buen día?

—Sí. Ashton y yo fuimos a almorzar. Luego, tu mamá nos hizo una cena. Y había hecho un decadente pastel fudge de doble chocolate—dijo con una sonrisa—Como en los viejos tiempos—agregó.

—Lamento habérmelo perdido.

—Pareces cansada, San—dijo ella.

—Ha sido una semana muy larga. Estoy lista para regresar a casa.

Brittany se sorprendió de que Santana se estuviese refiriendo a Lima como casa.

Gratamente sorprendida.

Entonces escuchó las voces en el fondo, y ladeó la cabeza, escuchando las risas.

—¿Una fiesta?

—Sí. Una fiesta-cena—dijo Santana.

—Cierto. Tus amigas—dijo ella. Y Elaine, la mujer con la que has estado durmiendo, añadió en silencio. Cerró los ojos ante ese pensamiento—Bueno, no quiero retenerte. Deberías volver—se aclaró la garganta rápidamente—Gracias por llamar. Significa mucho para mí.

Colgó antes de que Santana pudiese responder.

Sostuvo el teléfono contra su pecho, sintiéndose azul nuevamente.

Hola, aquí otro cap! y le escribo para decirles que puede, que mañana no pueda actualizar =/, pero al día siguiente sip, que seria el cap que corresponde a mañana y el del día Jueves =D.

Feliz casi Año Nuevo =D.

Saludos =D

Capitulo 30

Santana se dirigió al este de Lima, Ohio, disfrutando la vista de la salida del sol, que coronaba los altos robles en el horizonte. No se molestó en dar una excusa del por qué se retiraba tan pronto.

No había excusa.

Simplemente quería estar en casa.

El hecho que asociaba Lima con su hogar, ya no le sorprendía. Pero era a Brittany a quien quería ver. Por alguna razón, esta última semana lejos había sido interminable, culminando con una cena en la que no quería estar.

Y luego estuvo Elaine.

Una hermosa mujer de largo cabello rojizo, divertida, encantadora e inteligente...y Santana no pudo incluso sentir un poquito de atracción.

¿Había estado ahí alguna vez?

Debió haber estado.

Se había encontrado a sí misma en la cama de Elaine con mucha frecuencia.

Pero esa era la medida de su relación. Como le había dicho a Brittany una vez, no llamaría a eso tener citas…

¿Por eso…cuando Elaine la había acorralado en el baño durante la fiesta…sintió rechazo por su intento de seducción?

No quería sus besos.

No quería las manos de Elaine en sus pechos.

Un golpe en la puerta del baño les hizo apartarse y no salió huyendo de la fiesta, deteniéndose apenas el tiempo suficiente para despedirse de Quinn y Rachel.

¿Desconsiderado?

Tal vez.

Pero en ese momento, parecía el mejor curso de acción. Ella, sin embargo, se refrenó de conducir nuevamente a Lima en ese mismo momento.

Consiguió un par de horas de sueño, despertando antes del amanecer.

Después de una ducha y café, se sintió de alguna manera fresca para comenzar su viaje de cinco horas. Renovada y, sí, había sido desconsiderada e irreflexiva anoche.

Echó un vistazo a su teléfono, sabiendo que les debía una disculpa a Quinn y a Rachel…y a Elaine. Sólo que no creía que lo apreciarían a las seis de la mañana.

El tráfico era ligero e hizo buen tiempo, llegando a las afueras de Lima antes del almuerzo. Condujo directamente a la casa de su madre, feliz de estar de regreso.

Encontró a su mamá en la mesa del desayuno, armando un rompecabezas.

—¿Nuevo hobby?—preguntó después de inclinarse para darle un rápido abrazo.

—Ashton lo dejó para mí—dijo su mamá—¿Tuviste un buen viaje, hija?

Santana sostuvo la nevera abierta, mirando el interior.

—Si. Semana larga—dijo ella—¿Has comido?

—Tuve un desayuno tardío ¿Quieres que te prepare algo?

—Está bien. Tengo algunos burritos congelados aquí en el congelador. Voy a bombardear uno rápidamente—tomó una botella de agua y desenroscó la tapa.

Hizo una pausa cuando miró el pastel de cumpleaños ubicado en el mostrador.

Era consciente de que su mamá la observaba.

—¿Llamaste a Britt ayer?

—Fue su cumpleaños. Sí.

—Bien. Me alegro que lo recordaras, Tana.

—Aunque creo que siempre lo celebrábamos al día siguiente ¿no?—levantó la tapa y deslizó un dedo por el glaseado—Mmm—dijo mientras se lamía el dedo.

—Ella parecía un poco decaída ayer—dijo su mamá—Me preocupo por ella.

—¿Sí? Bueno, pensé en pasar por su casa más tarde—dijo tan tranquilamente como pudo—¿Ha comprado muebles?

—Algunos. Para su dormitorio y el de Ashton. No hay mucho más, no lo creo—sacudió la cabeza y sonrió—Sólo Dios sabe lo que va a hacer con su cocina. Ella no tiene ni idea.

Santana se echó a reír.

—Sí, lo sé. Tal vez le dé una mano con eso—desenvolvió un burrito y lo puso en el microondas—¿Ha llamado Jake? ¿Sabes a qué hora van a venir mañana?

—Hablé con él el Jueves. Dijo que estarían aquí temprano en la tarde. Quería que fueras a su casa y te aseguraras de que había electricidad.

—Está bien, seguro—dijo ella.

Sacó el burrito y lo presionó, sintiendo un punto frío. Lo puso nuevamente otro minuto.

—Estás entusiasmada por su traslado aquí ¿verdad?

—Sí. Será bonito ver a los nietos más que un par de veces al año—dijo ella—Ha sido bueno tenerlos a los dos aquí. Sé que tu vida se ha visto alterada por mí.

—Oh, mamá. Eso no es cierto. Sinceramente, ha sido un placer estar de regreso. Se siente cómodo aquí. Creo que poner una tienda aquí fue una buena idea—dijo ella.

—Espero que sí.


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Santana se sentía un poco nerviosa…y tal vez un poco tonta...mientras se acercaba a la puerta principal de Brittany.

Había robado una vela de la torta de cumpleaños en casa de su mamá y se había detenido en una panadería, seleccionando un pequeño, pero oh-tan-delicioso pastel de queso bañado en chocolate blanco.

Esperó varios minutos antes de tocar el timbre por segunda vez. Finalmente vio movimiento en el interior y dio un paso atrás, ocultando su pastel detrás de ella.

Los ojos de Brittany se iluminaron y sonrió, trayendo también una sonrisa al rostro de Santana.

—Hola, San—dijo Brittany.

Santana asintió y mostró su premio, viendo como los labios de Brittany se abrían por la sorpresa.

—Feliz cumpleaños, Britt—dijo en voz baja.

Brittany se tapó la boca con su mano y Santana se sorprendió al ver las lágrimas en sus ojos. Se apartó alejándose de ella y Santana la siguió al interior.

—¿Britt? ¿Qué pasa?

Corrió tras ella, atravesando la gran sala, que notó, todavía no tenía muebles y entró a la cocina. Encontró a Brittany apoyada en la barra dándole la espalda y Santana bajó la torta, girando lentamente a Brittany, encontrando todavía lágrimas en sus ojos.

—¿Qué pasa, Britt?—preguntó nuevamente.

—Tú...tú lo recordaste, Sanny—susurró Brittany—Siempre me traías un pastel el día después de mi cumpleaños—sus ojos se sostuvieron—Nuestra propia fiesta, Sanny.

Santana se acercó limpiando una lágrima de la mejilla de Brittany.

—Sí, Britt ¿Y eso te hace llorar?

—Te he extrañado, Tana.

Santana respiró profundamente.

Ese apodo la supero.

Sabía que si Brittany solo lo decía en pocas ocasiones,  entonces acercó a Brittany hacia ella, envolviéndola entre sus brazos.

—Yo también te extrañé, Britt-Britt.

Era segunda vez que Brittany volvía a escuchar ese apodo de parte de Santana, después de tanto tiempo y abrazo más fuerte a Santana.

Su abrazo fue apretado, casi desesperado, pero se separaron con culpa cuando escucharon que se abrían las puertas francesas.

Ashton, todavía mojado de la piscina, las observaba.

—¿Mamá?

Brittany dio un paso hacia atrás alejándose de Santana, haciendo señas para que él pasara.

—Ashton, cariño, te acuerdas de San ¿verdad?

Era mucho más alto de lo que recordaba, pero por supuesto era cinco años mayor. Y Sintió como si estuviese siendo inspeccionada de pies a cabeza.

—Recuerdo—dijo él, pero su mirada volvió a su mamá—¿Por qué lloras?

—Por nada, sólo...viejos recuerdos—dijo Brittany sonriendo.

Él volvió a mirar a Santana de manera acusadora y Santana pensó que le debía una explicación.

—Mira, cuando éramos niñas, no se me permitía asistir a ninguna de las fiestas de cumpleaños de tu mamá. Así que cada año, hacía que mi mamá… Maribel…hiciera una torta pequeña, y así tu mamá y yo teníamos nuestra propia pequeña fiesta. Siempre al día siguiente—dijo ella.

Señaló el pastel de queso en el mostrador. Él inclinó su cabeza, todavía estudiándola.

—¿Por qué no estabas autorizada a ir a sus fiestas?

Santana miró a Brittany y se encogió de hombros.

—¿Quieres responder a eso, Britt?

—Tu abuela no me permitía que la invitara—dijo Brittany con sencillez—No me había dado cuenta de lo mojado que estás. Afuera—dijo ella, dándole la vuelta.

Brittany le tendió la mano a Santana.

—Ven mira el patio, San.

Niño prodigio o no, Ashton todavía era sólo un niño que corría hacia la piscina zambulléndose en ella. Fue entonces cuando Santananon se dio cuenta que Brittany llevaba una cubierta playera y no una enorme camiseta. Lo que significaba que llevaba un traje de baño. También se dio cuenta que estaba Brittany la estaba mirando fijamente, mientras sus ojos viajaban sobre Brittany.

—Sí, estoy usando un traje de baño—dijo Brittany con una sonrisa—Decidimos tener un día de juego y tomar un descanso de las compras.

—Y ya veo cuáles son tus prioridades—dijo ella—tu patio está amueblado, pero tu casa no.

Ashton se colgó en el borde de la piscina mirándolas.

—¿Por qué ella no te permitía invitarla?

—¿Sigue con eso?—preguntó Brittany.

—Porque era la hija de la criada—suministró Santana—No se suponía que fuéramos amigas.

—Oh.

—¿Puedes quedarte, San?—preguntó Brittany.

Santana negó con la cabeza.

—Tengo algunas cosas que hacer. Jake volverá mañana, traerá a su familia ¿Has conocido a Bree?

—No, no lo he hecho. Sin embargo, Maribel me dice que es la nuera perfecta.

—Sí, ella es genial. Y los niños son tolerables—dijo con una risa.

Brittany también se rió.

—Tal vez les invite a nadar este Verano.

—Sí, estoy segura que les gustaría eso—miró hacia Ashton—Me alegro de verte nuevamente. Buena suerte en el MIT.

Él sonrió.

—Gracias, San.

—Te acompaño a la salida—ofreció Brittany.

De vuelta en la cocina, Brittany se acercó a la torta.

—Siento lo de antes. Fue muy dulce de tu parte, San—dijo ella—Me conmovió.

—Está bien.

—¿Quieres un pedazo?

—No. Tú y el niño sabio pueden disfrutar de ella. Debería irme.

Permanecieron mirándose la una a la otra y tomó toda la fuerza de voluntad de Santana no empujar a Brittany entre sus brazos nuevamente.

Era consciente, sin embargo, de un joven muy curioso que las veía desde la piscina.

Brittany finalmente apartó la mirada, liberándola.

Hola, Feliz Año Nuevo!!!! =D jajajajaaj bueno como dije aki un de los cap que corresponden oi. El otro lo subiré mas tarde. Saludos =D

Capitulo 31

Brittany sabía que probablemente no era la mejor idea que había tenido…invitar a Santana para pasar la tarde en la piscina y luego la cena.

Puso las toallas perfectamente dobladas en cada silla reclinable, preguntándose si debía llamarla y cancelar.

En las últimas dos semanas se habían visto en tres ocasiones, dos veces en casa de Maribel para el almuerzo y una vez para la cena, cuando conoció a la familia de Jake.

Se sorprendió cuando fue incluida en la cena familiar.

No sabía si había sido Maribel o Santana. Había disfrutado, sin embargo, ella y Santana no habían tenido ni un solo momento a solas. Recordó la vacilación de Santana cuando la había invitado a venir.

Sí, estarían completamente solas, algo que no había ocurrido en casi dos meses, no desde la tarde que habían ido a buscar casa. Si era prudente o no ya verían, pero la echaba de menos.

Dios, espero que use un bikini.

Sacudió la cabeza y sonrió ante su pensamiento. No, definitivamente sería mejor si Santana no usaba un bikini.

De hecho, cuanto más pensaba en ello, la idea de ellas nadando lucía de mal en peor. Ashton ya no estaría allí para actuar como un chaperón involuntario, solo serían ellas dos.

—Somos adultas por el amor de Dios—murmuró ella.

Además, Ashton la había interrogado extensamente después de la última visita de Santana.

Ella le había asegurado que no había nada con Santana.

Eran amigas.

Nada más.
Aunque las valientes palabras de Ashton le deseaban felicidad, podía notar que estaba alterado porque ella y Sam se estaban divorciando.

Sospechaba que aún peor sería descubrir que su mamá tenía un romance con otra mujer.

Lo que no ocurriría.

Ella y Santana, cada una había dicho que no habría un romance.

¿Entonces por qué estaba tan nerviosa?

Bueno, no tenía más tiempo para contemplarlo. Escuchó a Santana llegar, escuchó el portazo de su camioneta. Se apresuró a regresar a la casa, echando una última mirada alrededor, asegurándose de que todo estuviera en su lugar antes de abrir la puerta.

—¡Tienes muebles!—exclamó Santana mientras inspeccionaba la gran sala.

—Sí, por fin. Aún no he utilizado ninguno. Me la paso todo el tiempo en la otra habitación—dijo ella dirigiendo a Santana hacia la cocina.

—¿Así que estás disfrutando de tu casa?

—Mucho. Ha sido divertido decorarla de la manera que yo quiera. Por supuesto no he traído a mis padres todavía. Sólo puedo imaginar lo que mi mamá va a decir.

—Es una casa grandiosa, Britt. Si te gusta, entonces eso es lo que importa.

—Me encanta—se echó a reír—De hecho, probablemente podría vivir con sólo mi dormitorio y esto—dijo señalando desde la cocina hacia sala de estar informal.

—Me alegro que tengas la piscina ¿huh?

—Oh, sí. He disfrutado inmensamente el patio—señaló la bolsa que Santana sostenía—¿Has traído tu propia cena?

—Vino. No estaba seguro que tendrías—dijo Santana—Pero veo que estás abastecida—dijo ella señalando el estante de vinos de Brittany.

—Lo recibí la semana pasada. Realmente no necesitaba uno que contuviera treinta botellas, pero quería uno con un estante de copas—dijo ella.

—Que vamos a tener ¿por cierto?

—¿No confías en mi cocina, San?

Santana la miró con escepticismo.

—¿No recuerdas tu intento de pasta, Britt?

Brittany se rió y tomó el vino que ella traía.

—Bueno, como he dicho, es difícil cocinar para ti. Así que me quedé con la comida italiana y ordené algunos platos en Sapori D' Italia—dijo ella—Tendremos que calentar más tarde.

—Buena idea.

Permanecieron en silencio por un momento y Brittany trató de no mirarla, imaginando lo que Santana llevaría bajo su ropa.

—¿Te gustaría darte un baño?—preguntó finalmente Brittany.

—Por supuesto.

Brittany levantó las cejas.

—¿Bikini?

Santana se echó a reír.

—Te mantendrás sacándome eso ¿verdad?

—Por supuesto, San. Esa es la única razón por la que escogí la piscina—dijo con un guiño, sorprendida de que en realidad estaba coqueteando con Santana.

Hablando de jugar con fuego.

Pero fuego fue exactamente lo que sintió cuando Santana se quitó la ropa, revelando un pequeño bikini negro.
Santana había tenido veinte y un años, cuando Brittany la había visto por última vez... desnuda. Los años habían sido amables con ella. Como una mujer de treinta y ocho años, aún era tan atractiva para ella como siempre.

Por fin dejó escapar el aliento cuando Santana se zambulló en la piscina, desapareciendo bajo la superficie.

—Oh...vaya—susurró ella.

—Tu turno. Britt.

Santana se colgó en el borde de la piscina, con el cabello oscuro peinado hacia atrás lejos de su rostro. Brittany asintió con la cabeza, sintiendo los ojos de Santana sobre ella mientras se quitaba la cubierta playera. A pesar de que su traje era de una sola pieza, todavía se sentía expuesta.

Hizo una pausa, mirando hacia Santana.

Sus ojos se encontraron, sosteniéndose y se sorprendió al ver esa antigua mirada familiar de Santana. Ahora, como hacía tantos años, eso hacía que su pulso se acelerara. Se acercó a la orilla de la piscina, deteniéndose sólo un segundo antes de sumergirse. El agua fría ayudó a templar el calor repentino en su cuerpo y salió a la superficie al otro lado, lejos de Santana.

Santana la miró con una ceja arqueada.

—¿Realmente creímos que esto sería una buena idea, Britt?

—Probablemente sea una idea terrible—coincidió Brittany—Pero me debías un bikini, San—dijo con una risa.

Por mutuo acuerdo…y en silencio…dejaron el tema de los trajes de baño.

Disfrutaron casi una hora en la piscina, la conversación transcurría sobre muchos temas, pero ni una sola vez ahondaron en su pasado o, más importante aún, su presente.

Santana había traído un cambio de ropa, así que mientras iba al baño para cambiarse, Brittany puso la cena en el horno a temperatura moderada. Se dirigía hacia su dormitorio cuando Santana regresó.

—Abre una botella de vino ¿podrías?—preguntó Brittany.

—¿Alguna preferencia?

—Tú eliges—dijo por encima del hombro.

Se detuvo un segundo, tomándose el tiempo para una rápida mirada alrededor de su dormitorio.

Le encantaba.

Mantenía las cortinas abiertas hasta la hora de dormir; la puesta de sol ahora proyectaba sombras hacia dentro. Por alguna razón, encontró paz en esta casa. No sabía si era el hecho de que estaba sola y por sí misma, libre de hacer lo que quisiera, o si era porque al fin se había escapado de los confines de una vida totalmente controlada.

Se sentía relajada, tranquila y en paz.

Era casi como si su vida avanzara en cámara lenta y se dio el tiempo para disfrutar…saborear…cada momento. Para ella, esto era tan diferente a la vida que había estado viviendo, simplemente superando cada día, con el deseo de que acabara y luego haciendo todo nuevamente al día siguiente.

Se puso un par de sus vaqueros nuevos, preguntándose si Santana se daría cuenta.

Incluso en la secundaria, sólo poseía unos cuantos pares de vaqueros, pero eran vaqueros de diseño, la única clase que su mamá le permitía llevar.

Ahora quería algo más informal, como los que llevaba Santana. Admitía que se sentía un poco cohibida cuando estaba de compras, en un principio iba a los lugares donde su mamá siempre la arrastraba. Pero la ropa que estaba allí era justo la que ya tenía en su armario en casa de Sam, ropa que planeaba donar. No quería tener nada que le recordara esos años perdidos. Así que fue a uno de los grandes almacenes en el centro comercial local, a sabiendas de que su mamá se habría sentido inevitablemente avergonzada si alguien la reconocía allí. Escapó sin ser notada, pero se había divertido tanto que había regresado allí tres veces. Su nuevo armario estaba lleno de ropa nueva, en su mayoría informal y sobre todo divertida.

Su mamá estaría horrorizada.

Santana estaba de pie ante las puertas francesas, mirando hacia afuera mientras el anochecer se apoderaba del patio trasero.
Las luces de la piscina estaban encendidas, transformando el agua en un azul bonito.

Santana se volteó cuando ella se acercó, su mirada fija en el traje de Brittany.

—Wow...te ves bien, Britt—dijo Santana.

—Gracias, San. No sé si te lo he dicho, pero no agarré ni un solo artículo de ropa de la vieja casa. Quería un comienzo completamente nuevo.

—¿Un poco más informal?

—Sí. Quiero que toda mi vida sea más informal, no sólo mi ropa—dijo ella.

Santana ya había llenado dos copas de vino. Brittany tomó una y se la entregó a ella, luego tomó la otra para ella. Tocó ligeramente el vaso de Santana y sonrió.

—Gracias por venir hoy, San. He disfrutado pasar tiempo contigo.

Santana asintió.

—He pasado también un buen momento.

—No te importa comer en la barra ¿verdad? No me he molestado en conseguir una mesa de comedor todavía—explicó ella.

—No me importa en absoluto. Como sabes, un comedor formal no es lo mío.

—Lo sé. Y, honestamente, he tenido suficiente para toda la vida—dijo ella, sabiendo que era verdad.

Su mamá había sido una fanática de eso, por supuesto, incluso Sam insistía en una cena apropiada en el comedor formal. Agnes estaba más que dispuesta a complacerlo. Ella y Ashton lo odiaban y las noches cuando él estaba lejos, comían en la mesa de la cocina, algo que a Agnes le parecía mal.

—Has cambiado, Britt.

—¿Lo he hecho?—ella fue al horno y se asomó dentro—Tal vez en el exterior. Tú más que nadie deberías saber que no quería nada de eso.

—No, no lo querías. Simplemente no podías decir no a nada de eso.

Brittany quería estar enojada, pero sabía que era la verdad.

—No sabía cómo decir no.

—¿Se siente bien decirlo ahora?

Brittany asintió.

—Se siente...liberador. Por supuesto, mi relación con mi mamá está destrozada—dijo—Ella todavía piensa que si me acosa lo suficiente, volveré a mis cabales, como ella dice.

—¿Y Sam?

Brittany se sorprendió que Santana hubiera sacado a relucir a Sam. Ella rara vez mencionaba su nombre.

—Él le está dando largas. He dejado de contestar sus llamadas. Él está o muy enojado conmigo o molesto o dolido, o tratando de hacerme sentir culpable por romper nuestra pequeña familia perfecta—sacudió la cabeza—Todo esto es ridículo.

—¿Así que no está listo para firmar?

—No. Y por mucho que mi papá me ha ayudado, estoy tratando que los abogados lo manejen. Pero no voy a esperar mucho tiempo antes de involucrar a mi papá. Estoy lista para que termine de una vez—suspiró—Pero realmente no te invité aquí a hablar de todo eso. Vamos a comer.

Cuando tomó los cuatro platos del horno, Brittany estaba pérdida en cuanto a la forma de servirlo. Tenía platos y cubiertos, pero en realidad nunca había servido.

Santana debió notar su vacilación.

—¿Qué tal si los dejamos en el horno y comemos al estilo buffet?—sugirió ella.

—¿Estaría bien?—preguntó Brittany.

—Comida informal ¿recuerdas?—dijo Santana—Y huele delicioso.

—No estaba segura de que ordenar. Hay lasaña vegetariana, espinacas y champiñones fettuccini Alfredo y esto…—dijo Brittany levantando la tapa—…es brócoli y champiñones en una salsa de pesto sobre pasta cabello de ángel.

—Oh, eso se ve bien. Me encanta el pesto.

Brittany señaló el último plato.

—De ese no vas a querer, pero es algo que me encanta. Linguini con salsa de pescado.

Santana sonrió.

—Sí, voy a dejar que te quedes con ese tú solita.

Llenaron sus platos. Brittany sabía que nunca sería capaz de comer todo eso, pero se veía tan delicioso, que quería probarlo todo. Santana trajo la botella de vino y volvió a llenar las copas antes de sentarse. Una vez más chocaron las copas.

—Todo se ve maravilloso, Britt. Gracias.

El único sonido en la habitación fueron sus gemidos cuando probaron sus primeros bocados.

Los “Mmm” de Santana fue todo lo que necesitó escuchar para saber que estaba complacida.

—Esto está fabuloso—murmuró Santana mientras masticaba el fettuccini.

—Es mi lugar italiano favorito, aunque no he probado ninguno de estos platos anteriormente, excepto la salsa de almejas—admitió ella.

—¿Sales mucho a comer? Supuse que tenías un...bueno, un cocinero o alguien—dijo Santana.

—Agnes—dijo Brittany—Ella complace a Sam con todos sus caprichos. La cena rara vez la hacía afuera, pero en el almuerzo, me reunía con mi mamá, o a veces Sugar. Había un grupo de nosotras que nos reuníamos una vez al mes.

—¿Amigos del club de campo?—adivinó Santana.

—Yo no los llamaría exactamente amigos—dijo mientras probaba la lasaña—Pero no los he visto desde, bueno, desde que dejé a Sam. Sugar me llamó una vez, no para ver cómo me iba, sino para hacerme saber que había cometido un gran error y que me arrepentiría muy pronto.

—¿Y lo haces?

—Dios, no. Es la mejor cosa que he hecho en mi vida—tomó un sorbo de vino, viendo como Santana hizo girar la pasta cabello de ángel en su tenedor—¿Por qué crees que nunca hablamos sobre nosotras?—le preguntó de repente.

—¿Nosotras?

—Quiero decir, en la secundaria, todo lo que hicimos ¿por qué crees que nunca hablamos de ello, San?

Santana tomó un sorbo de su vino.

—Quizás teníamos miedo de eso. Ya sabes, te dije que le estaba contando a mis amigas sobre nosotras—hizo una pausa—Quinn es una psicóloga, así que no estoy segura si tenía realmente curiosidad o si estaba practicando su oficio—dijo Santana con una breve carcajada—De todos modos, cuando les conté mi lado de la historia, preguntaron qué pensabas al respecto y lo que habías dicho de todo. Les dije que no hablábamos de eso. Estaban abrumadas de que con todo lo que estaba pasando entre nosotras a esa temprana edad, nunca hubiésemos hablado al respecto—Santana se encogió de hombros—Ella me hizo la misma pregunta ¿Por qué? ¿Por qué no hablamos? Y realmente no tuve una respuesta. Supongo que pensé, de qué había que hablar ¿sabes? Las dos sabíamos lo que estaba pasando y las dos sabíamos cómo iba a terminar—Brittany asintió. Sí, lo habían sabido—Sabíamos que te casarías—continuó Santana—Pero si se mira desde afuera, es extraño que nunca hubiéramos hablado de ello—los ojos de Santana sostuvieron los de Brittany—¿Qué había que hablar? Es sólo que...

—Simplemente era—agregó Brittany.

—Sí. Simplemente era ¿Qué hubiéramos hablado? Sabíamos lo que estaba pasando—Santana se encogió de hombros—Y éramos unas niñas—suspiró—Locuras—sacudió la cabeza con una sonrisa—No puedo creer que hicimos todo eso y nunca ni una vez…

—… ¿fuimos atrapadas?

Una vez más, sus ojos se sostuvieron.

—Si. Atrapadas.

Como de costumbre, la tensión subyacente entre ellas estalló. Parecía crecer cada vez que se veían.

Brittany lo sentía.

La mirada en los ojos de Santana le dijo que también lo sentía.

Continuaron su comida en silencio y sorprendentemente terminaron la mayoría de la comida en sus platos. Santana finalmente bajó su servilleta y levantó su copa, terminando lo último de su vino.

—La cena fue genial, Britt, pero probablemente debería ponerme en marcha—Brittany asintió. Sí, probablemente era mejor que huyera. No iba a tratar de detenerla—Te ayudaré a limpiar, por supuesto—continuó Santana.

—No es necesario, San. Puedo hacerlo. Todavía estoy practicando mis habilidades en la cocina ¿recuerdas?

—¿Segura?

—Sí. Fue bueno pasar tiempo contigo—llevaron los platos al fregadero—Gracias por venir, San—dijo ella.

Santana titubeó, dando un paso lejos de ella y luego se detuvo, acercándose nuevamente.

Fue la cosa más natural del mundo para Brittany caer entre sus brazos.

Aunque estaba segura que la intención de Santana era darle un abrazo rápido e impersonal, tan pronto como se tocaron, tan pronto como sus cuerpos se pusieron en contacto, eso cambió.

Brittany cerró sus ojos mientras los brazos de Santana se apretaban a su alrededor y Brittany permitió que sus propias manos se deslizaran sobre los hombros de Santana. Se relajó en el abrazo, escondiendo el rostro en el cuello de Santana, aspirando su aroma particular.
Antes de poder detenerse a sí misma, movió sus labios rozando su piel ligeramente. Escuchó un suspiro y dio un paso más cerca, su cuerpo se derritió cuando sintió la boca de Santana contra su garganta, encontrando su punto más sensible, un lugar que Santana solía conocer tan bien.

Su pulso se aceleró, se quedó sin aliento…no podía creer que estaba entre los brazos de Santana.

—No deberíamos hacer esto—murmuró Santana, sus labios cada vez más cerca de la boca de Brittany.

—Sí, lo sé, San—Brittany estuvo de acuerdo, su aliento se mezcló con el de Santana.

Sus labios estaban tan cerca...pero se detuvieron, sus respiraciones estaban entrecortadas cuando sus ojos se encontraron.

Brittany sabía que sólo tomaría un beso para romper su voluntad. Santana fue la que se detuvo, desenredándose suavemente de sus brazos.

Tomó aire, soplando el aire lentamente.

—Lo siento—dijo Santana—Pero no voy a tener un romance contigo, Britt.

Brittany dio un paso hacia atrás, separándose.

—Lo sé. Tampoco quiero un romance—Brittany colocó su cabello detrás de las orejas, tratando de tranquilizar su pulso—Nadie...nadie nunca me ha afectado de la manera en que tú lo haces, San—admitió.

Santana le dio una suave sonrisa.

—Bueno, sólo has tenido a dos para usar como referencia—dijo ella. Brittany alejó sus ojos avergonzada. Trató de alejarse, pero Santana se lo impidió—¿Britt?

Brittany miró hacia el suelo.

—Una vez...una vez cuando llegué a casa y tú y yo hablamos, supe… cuando dijiste que habías estado saliendo…que habías tenido otros amantes. Así que cuando regresé a la escuela, bueno, me acosté con alguien—levantó la cabeza, enfrentando a Santana—Una chica de una de mis clases—sacudió la cabeza—Fue un desastre. Quería que fueras tú. Dije tu nombre—dijo—Y cuando vi que no eras tú, me puse a llorar. La chica se asustó y huyó—dijo con una carcajada—Nunca me habló nuevamente.

Santana se acercó, sus ojos manteniendo cautivos los de Brittany. Ahuecó su mejilla, frotando ligeramente el pulgar sobre su labio inferior.

—¿Eres gay, Britt?—susurró Santana.

Brittany se apoyó en su toque.

—Esa siempre ha sido tu pregunta...y tu duda—suspiró alejándose de Santana—No lo sé, San. Eso era algo con lo que nunca había podido llegar a un acuerdo. Una pregunta que no quería responder.

Santana asintió y metió sus manos en los bolsillos, como si temiera volver a tocar a Brittany.

Una vez más, Santana buscó sus ojos.

—¿Y ahora?

Brittany tragó.

—¿Ahora? Ahora estoy tan atraída por ti San como en aquel entonces. Y eso me asusta de igual manera.